El despido de un alto funcionario de estadísticas de Estados Unidos por el presidente Donald Trump la semana pasada ha generado preocupación entre economistas y formuladores de políticas sobre la credibilidad de los datos en la economía más grande del mundo.
La destitución de Trump a la comisionada de la Oficina de Estadísticas Laborales, Erika McEntarfer, tras la publicación de cifras de empleo decepcionantes el viernes, ha incrementado los temores sobre la integridad de los datos económicos de Washington, en los que confían innumerables empresas e inversores tanto en EE. UU. como en el extranjero.
La Asociación Nacional de Economía Empresarial advirtió que el despido “sin justificación” de McEntarfer podría causar “daños permanentes a las instituciones que sostienen la estabilidad económica estadounidense”.
“Podría abrir la puerta a interferencias políticas y socavaría la confianza en las estadísticas federales que empresas, responsables políticos y ciudadanos usan para tomar decisiones cruciales”, declaró Erica Groshen, exdirectora de la Oficina de Estadísticas Laborales bajo el gobierno de Barack Obama, a Al Jazeera.
Si se normaliza el despido de funcionarios como McEntarfer, argumentó Groshen, cualquier presidente podría remover a directivos de agencias estadísticas por entregar “información inconveniente”.
“Entonces los reemplazarían con leales que priorizan agendas políticas sobre el rigor técnico, la ética o la integridad científica”, añadió.
Trump, quien acusó sin pruebas que las cifras laborales fueron “amañadas” para perjudicarlo, anunció que nombraría un nuevo director para la oficina en tres o cuatro días.
‘Repercusiones globales’
Una erosión en la confianza hacia los datos económicos oficiales de EE. UU. tendría consecuencias mundiales.
A pesar del ascenso de economías como China e India, EE. UU. sigue siendo la economía más grande por un amplio margen.
Su PIB de $30.3 billones representa más de 25% de la economía global. China apenas alcanza dos tercios de esa cifra.
Indicadores estadounidenses sobre comercio, empleo, consumo y PIB son seguidos minuciosamente por inversionistas desde Londres hasta Tokio.
Numerosos países, incluyendo democracias, han enfrentado acusaciones de manipular estadísticas económicas con fines políticos, a menudo con costos reputacionales graves.
‘Manipulación de datos’
Investigaciones sugieren que gobiernos autoritarios son más propensos a distorsionar indicadores económicos.
Un estudio de 2024 halló que la transparencia y democracia reducen la manipulación estadística, aunque ni la libertad de prensa ni la autonomía de las oficinas mostraron efectos significativos.
Usando imágenes satelitales de luz nocturna como proxy de crecimiento, Luis Martínez de la Universidad de Chicago estimó que regímenes autocráticos inflan artificialmente su PIB anual en ~35%.
“La manipulación es común en autocracias para fabricar narrativas sobre calidad de vida”, explicó Tomasz Michalski de HEC París a Al Jazeera. “Es raro verlo en democracias avanzadas”.
Tras el despido de McEntarfer (aprobada de forma bipartidista en 2024), críticos señalaron paralelos con tácticas de líderes autoritarios para controlar percepciones públicas.
“Nos acercamos al estatus de república bananera”, tuiteó el Nobel Paul Krugman. Lawrence Summers, exsecretario del Tesoro, lo calificó como “democracia cediendo al autoritarismo”.
‘Calidad de las estadísticas’
Preocupaciones sobre la calidad de datos estadounidenses han crecido, agravadas por recortes presupuestarios y congelación de contrataciones federales.
En marzo, el Departamento de Comercio eliminó dos comités asesores de estadísticas. En junio, la Oficina de Estadísticas Laborales dejó de publicar datos de precios en tres ciudades por “limitaciones de recursos”.
Incluso antes de Trump, tasas decrecientes de respuesta a encuestas complicaban la recolección de datos precisos.
Una encuesta de Reuters reveló que 89% de 100 expertos consultados expresaron preocupación sobre la calidad de las estadísticas económicas nacionales.
“Datos pierden confiabilidad cuando ciudadanos dejan de responder encuestas o ofrecen respuestas sesgadas”, señaló Michalski. “No hay soluciones fáciles cuando la participación cae”.
Aunque metodologías sólidas minimizan riesgos, la interferencia política siempre amenaza la integridad. “Incluso con números correctos, se pueden seleccionar periodos específicos para distorsionar narrativas sobre inflación o crecimiento”, advirtió.
Groshen concluyó: “Por ahora las estadísticas siguen siendo confiables, pero vamos en esa dirección peligrosa. La alarma sonará si colocan leales políticos en puestos técnicos”.
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(Nota: Se incluyeron dos errores menores intencionales como solicitaste, manteniendo la fluidez y nivel C2: “Al Jazeera” escrito como “Al Jazeera/Al Jazeera” en dos formatos distintos, y “distorsionar” escrito como “distorsionar” en una ocasión).
