ARTÍCULO DE OPINIÓN por Tomás Moreno y Eliseo Sastre, presidente y vicepresidente, respectivamente, de la asociación vecinal Unidos por la Costa.
Artículo de opinión reproducido y traducido de Diario Información.
Por Tomás Moreno y Eliseo Sastre
Como bien saben todos, la famosa Ley de Murphy dice que si algo puede salir mal, saldrá mal.
Ese principio se aplica a la perfección a Orihuela Costa este verano —a mitad de mandato del actual gobierno (PP y VOX)—, pues, lejos de mejorar, la situación ha empeorado notablemente en comparación con años anteriores.
En plena temporada estival, con más de 100.000 residentes en Orihuela Costa, ni uno solo de los servicios municipales básicos cumple los mínimos estándares de calidad.
Servicios críticos como la limpieza viaria, recogida de basura, asfaltado y señalización de calles, alumbrado público, mantenimiento de zonas verdes y parques infantiles, e incluso las playas, están fallando espectacularmente.
Los hechos hablan por sí solos:
calles sucias y malolientes, con asfalto empapado de lixiviados y sin baldeo; contenedores insuficientes, la mayoría viejos y repuestos de forma lenta y desorganizada; basura acumulada por rebosamiento; vertidos incontrolados de muebles y restos de poda; barrios a oscuras durante semanas; cauces secos sin limpiar, creando graves riesgos de incendios e inundaciones; señalización vial peligrosamente deficiente, afectando a la seguridad; maleza invadiendo aceras y calzadas; playas descuidadas, con instalaciones deterioradas; parques y áreas infantiles abandonadas; y más de 31 accidentes reportados a la policía local por baches en la vía pública. Mientras, las quejas vecinales en redes sociales crecen día tras día.
Varios factores comunes explican este desastroso estado de los servicios:
a) Una Concejalía de Playas cuyo titular, el Sr. Mestre, incumple sus responsabilidades. Más allá de quejarse al alcalde por tareas pendientes, ni siquiera ha logrado mantener las playas en condiciones aceptables —están peor que nunca—.
b) Falta de voluntad política para destinar más personal, equipos y recursos a la costa, pese a que esta genera 15 millones de euros más de lo que recibe.
c) Una policía local sin medios suficientes, incapaz de frenar el aumento de delitos y conductas incívicas.
d) Escas inversiones y una ejecución presupuestaria dolorosamente lenta —por ejemplo, la urgente reparación de las barandillas en Playa Flamenca no estará lista hasta mediados de septiembre—.
e) Ausencia de descentralización administrativa: no hay centros de decisión en la costa para gestionar, planificar y supervisar los servicios básicos.
La incapacidad del gobierno para mejorar servicios o inversiones contrasta con su hiperactividad en gestionar ciertos servicios mediante empresas municipales (¿no era esto cosa de la izquierda?) y contratar coordinadores y asesores, hinchando la nómina con cargos afines.
Los únicos “brotes verdes” de esta gestión son la maleza —de más de medio metro en algunos casos— que brota en aceras y calles, convirtiendo nuestro pueblo en un escenario de ciencia ficción. Cabe recordar que el actual alcalde, antes de asumir el cargo, afirmó públicamente no entender cómo algo tan “sencillo” como deshierbar no se hacía. Lo peor que puede hacer un político es romper su palabra y engañar a los votantes.
Los vecinos de Orihuela Costa estamos hartos de esperar, año tras año, mejoras en servicios e infraestructuras —que no llegan, ni siquiera pasados más de dos años de legislatura—. En su lugar, sufrimos la frustración constante de políticos que incumplen una y otra vez sus promesas a la costa.
Orihuela Costa necesita una alternativa cívica, libre de agendas personales y dogmatismos, centrada únicamente en los intereses de los vecinos y en revertir el declive que padecemos.
Tomás Moreno y Eliseo Sastre son presidente y vicepresidente, respectivamente, de la asociación vecinal *Unidos por la Costa*.
