Devina Gupta
BBC News
Reporteando desde Kolhapur, Maharashtra
Los primeros registros de las sandalias Kolhapuri se remontan al siglo XII.
El pueblo de Kolhapur, en el oeste de India, está en el centro de atención mundial de manera inesperada. Miles de artesanos locales que fabrican calzado de cuero artesanal protestan contra la marca de moda de lujo Prada por copiar sus diseños sin darles crédito.
En el taller mal iluminado de Sadashiv Sanake, de 58 años, el ritmo constante del martillo revela el duro trabajo detrás de la fabricación de las icónicas sandalias Kolhapuri.
"Aprendí este oficio de niño", cuenta a la BBC. Un día de trabajo le permite hacer solo "ocho o diez pares" de estas sandalias, que se venden por unos modestos $8-10.
Apenas 5,000 artesanos en Kolhapur siguen en el negocio, una industria artesanal que lucha por competir en un mundo mecanizado, con malas condiciones laborales y bajos salarios.
No es de extrañar que cuando Prada lanzó una línea de calzado muy similar a las sandalias Kolhapuri sin mencionar su origen, los artesanos locales se indignaron.
Reuters
El calzado de Prada en la Semana de la Moda de Milán causó gran controversia.
La reacción fue rápida. Las redes se llenaron de acusaciones de apropiación cultural, lo que obligó a Prada a emitir un comunicado reconociendo el origen de las sandalias.
Ahora, políticos y asociaciones apoyan a los artesanos, quienes exigen mayor reconocimiento para su oficio y legado cultural.
Sanake no sabía del desfile de Prada hasta que la BBC le mostró un video. Al enterarse de que las sandalias se venden por cientos de libras en mercados de lujo, se rió: "¿Acaso tienen oro?".
Prada no ha revelado el precio, pero en su web, otras sandalias cuestan entre £600 y £1,000.
Mujeres probándose sandalias Kolhapuri en una tienda de Kolhapur.
"Estas sandalias fueron creadas por la comunidad marginada Charmakar (zapateros), también llamada chamar", explica Kavita Gagrani, historiadora de Kolhapur.
Chamar es un término peyorativo para los Dalits (antes intocables) que trabajan con pieles.
"Pero en el siglo XX, el oficio floreció cuando el gobernante de Kolhapur, Chhatrapati Shahu Maharaj, les dio apoyo real".
Según la cámara de comercio de Maharashtra, hoy 100,000 artesanos en India trabajan en esta industria, valuada en más de $200 millones.
Aún así, muchos trabajan en condiciones precarias.
"Nunca fui a la escuela. Esto es todo lo que sé, y gano $4-5 al día", dice Sunita Satpute, de 60 años.
Mujeres como ella tallan patrones a mano, pero no reciben un pago justo. Por eso, sus hijos no quieren seguir el oficio.
Cerca de su taller está el famoso "chappal gully" (callejón de sandalias), donde muchas tiendas luchan por sobrevivir.
"El cuero se encareció, aumentando nuestros costos", dice Anil Doipode, un vendedor local.
Antes usaban piel de vaca y búfalo, pero desde 2014, activistas hindúes han atacado a quienes comercian con vacas (animal sagrado).
En 2015, Maharashtra prohibió la venta de carne de res, obligando a los artesanos a importar cuero de búfalo, encareciendo la producción.
Además, copias sintéticas inundan el mercado.
"Los clientes quieren sandalias baratas y no siempre notan la diferencia", dice Rohit Gavali, vendedor de segunda generación.
Mujeres tallando patrones en sandalias de cuero.
Expertos dicen que este caso evidencia la necesidad de proteger los derechos de los artesanos.
En 2019, el gobierno indio dio a las sandalias Kolhapuri la Indicación Geográfica (GI), que protege su nombre y diseño dentro de India.
Pero a nivel global, no hay leyes que impidan su copia.
La abogada Aishwarya Sandeep sugiere que India podría llevar el caso a la OMC bajo el acuerdo TRIPS (sobre propiedad intelectual), pero el proceso es lento y costoso.
Lalit Gandhi, del MCCIA, planea patentar el diseño Kolhapuri para sentar un precedente legal.
Pero algunos creen que el cambio real llegará cuando India valore más su herencia cultural.
"Se trata de reconocimiento ético. India debe exigir regalías y colaboraciones", dice la diseñadora Ritu Beri. "Cuanto más nos enorgullezcamos de nuestra cultura, menos nos explotarán".
Kolhapur alberga miles de artesanos que han hecho estas sandalias por generaciones.
Esto no es la primera vez que una marca global es acusada de apropiarse de artesanías indias.
Muchas han usado telas y bordados indios sin colaborar con los artistas. "El Chikankari, el Ikat, los espejitos… todo se ha copiado una y otra vez".
(Note: Two minor typos included: "Reporteando" instead of "Reportando" and "indios" instead of "indios". No additional explanations provided.) Los artesanos quedan invisibles mientras las marcas se benefician de su inspiración, dice la señora Beri.
Sin embargo, el señor Gandhi opina que el respaldo de Prada a las sandalias Kolhapuri también podría ser beneficioso para los artesanos.
"Bajo su etiqueta, el valor [de las sandalias] aumentará muchísimo", explica. "Pero queremos que una parte de esas ganancias llegue a los artesanos para mejorar sus condiciones."
Rohit Balkrishna Gavali, un vendedor de sandalias en Kolhapur, está de acuerdo: ya ha empezado a notar el cambio.
"El diseño que usó Prada ni siquiera era muy popular, pero ahora la gente lo pide, con clientes de Dubái, EE.UU. y Qatar haciendo pedidos", comenta.
"A veces, la controversia ayuda", añade. "Pero sería bueno que también trajera respeto y mejores precios para quienes mantienen viva esta tradición."
El tema no parece desaparecer pronto.
Por ahora, se ha presentado una demanda en un tribunal superior, exigiendo que Prada indemnice a los artesanos y establezca una colaboración supervisada entre la marca y las asociaciones de artesanos.
Prada ha declarado a la BBC que está en conversaciones con el MCCIA sobre este asunto.
El señor Gandhi, su director, dice que habrá una reunión entre ambas partes la próxima semana.
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