El mercado inmobiliario en ciertos puntos de la costa mediterránea española está experimentando una expansión vertiginosa, con precios de la vivienda que prácticamente se han duplicado en el lapso de dos años.
Varios municipios de Alicante y Murcia con una alta densidad de residentes extranjeros han registrado incrementos interanuales superiores al 50% para viviendas de segunda mano.
Las últimas cifras de Idealista revelan que dos localidades de la Vega Baja alicantina – Cox (+54%) y Rafal (+53%) – se encuentran en el epicentro de uno de los mercados hipotecarios de mayor dinamismo en Europa.
Ambas se sitúan en el interior, en las proximidades de Torrevieja y la Costa Orihuela, dos de los tramos costeros con mayor proyección internacional de España, donde compradores británicos, neerlandeses, belgas y escandinavos han regresado masivamente en los últimos tres años.
Este auge refleja una transformación radical del litoral sudoriental, donde la combinación de precios asequibles, condiciones climáticas favorables y la generalización del teletrabajo continúan atrayendo a millares de residentes foráneos.
Los agentes inmobiliarios de la zona señalan que la presión procede de múltiples frentes: nórdicos, migrantes latinoamericanos en busca de residencia comunitaria y familias madrileñas que se trasladan a la costa.
Al otro lado de la frontera regional, en Murcia, se observa la misma tendencia.
Torre-Pacheco (+46%) y Fuente-Álamo (+44%) se han convertido en algunos de los mercados de mayor crecimiento del país, impulsados por sus bajos precios iniciales y la creciente demanda en el entorno del Mar Menor, enclave de larga tradición entre jubilados británicos y cazadores de segundas residencias.
La zona comienza ahora a atraer también a teletrabajadores más jóvenes, generando focos de competencia intensa en municipios que antaño se consideraban tranquilos y económicos.
La provincia de Valencia tampoco es ajena a esta presión.
La Pobla de Vallbona y Gilet, ambos con subidas del 37%, han sido arrastrados por una ola de demanda suburbana que se propaga hacia el interior desde la ciudad de Valencia, donde la expansión de comunidades extranjeras y el creciente interés de norteños han desplazado a los compradores hacia la periferia.
Estos municipios mediterráneos copan el ranking nacional, opacando al resto del territorio e imprimiendo un nuevo ritmo al mercado inmobiliario de la era pospandémica.
Todos se ubican en áreas con elevada presencia de expatriados, amplios sectores de vivienda secundaria o flujos internacionales en rápido crecimiento – y todos partían de niveles de precios comparativamente bajos, lo que los ha hecho más susceptibles a bruscas oscilaciones ante picos de demanda.
Solo un municipio ajeno al arco mediterráneo registró una subida mayor: Malpica de Bergantinos (+57%) en Galicia.
El desglose regional de Idealista muestra tensiones adicionales en Andalucía, Castilla-La Mancha, Canarias y Baleares, aunque ninguna alcanza la escala o concentración de los movimientos observados entre Alicante y Murcia.
Los datos sugieren que la inflación inmobiliaria en España ha dejado de ser un fenómeno nacional para convertirse en un boom hiperlocal, impulsado por compradores internacionales, teletrabajadores y migración interior hacia el litoral.
Y para muchas familias del sureste, en especial para los autóctonos que perciben algunos de los salarios regionales más bajos de España, la velocidad y envergadura de las alzas empieza a parecer insostenible.
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