Donald Trump anuncia nuevos planes para pausar la migración.
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El presidente estadounidense, Donald Trump, ha desatado una nueva polémica política al prometer “suspender permanentemente la migración procedente de todos los países del Tercer Mundo”, una expresión que fue inmediatamente tachada de anacrónica y ofensiva. El anuncio se produjo tarde en la noche de Acción de Gracias, en la tensa estela del tiroteo de dos soldados de la Guardia Nacional cerca de la Casa Blanca, presuntamente perpetrado por un ciudadano afgano.
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Esta declaración constituye una de las más radicales de Trump en materia migratoria hasta la fecha, y llega en un momento particularmente delicado para Estados Unidos, en el que las preocupaciones de seguridad y los mensajes políticos vuelven a colisionar.
Una promesa de mano dura tras el tiroteo en la Casa Blanca
La publicación de Trump en su plataforma Truth Social fue directa y sin disculpas. Prometió cerrar temporalmente la puerta a la migración desde “países del tercer mundo” y se comprometió a expulsar a cualquier persona que, según él, no represente “un activo neto” para la nación.
El momento elegido no pasó desapercibido. Solo un día antes, un hombre afgano de 29 años –que ingresó a EE. UU. en 2021 a través de la Operación Allies Welcome, el programa creado para reubicar a afganos que apoyaron a las fuerzas estadounidenses– fue arrestado en relación con el tiroteo selectivo del miércoles contra dos soldados de la Guardia Nacional de Virginia Occidental que patrullaban el centro de Washington.
Trump vinculó inmediatamente el ataque con lo que él denomina un sistema migratorio “fracasado”, prometiendo un replanteamiento drástico sobre quién puede permanecer en el país.
Llegó incluso más lejos, anunciando que:
- suprimiría los beneficios federales para todos los no ciudadanos,
- desnaturalizaría a los migrantes considerados una amenaza para la “tranquilidad doméstica”,
- deportaría a cualquier persona etiquetada como “carga pública” o “riesgo de seguridad”,
- y eliminaría la vía especial de visados para los afganos que trabajaron con las fuerzas estadounidenses antes de la toma de poder talibán.
Su mensaje fue claro: las reglas están a punto de cambiar, y rápidamente.
Las tarjetas verdes, bajo escrutinio: 19 países señalados
Incluso antes de la declaración nocturna de Trump, su administración ya había tomado cartas en el asunto.
El miércoles, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE. UU. (USCIS) congeló todas las solicitudes de inmigración de ciudadanos afganos, pendiente de una revisión de seguridad.
Horas más tarde, el director de USCIS, Joseph Edlow, confirmó en X que había ordenado una reexaminación completa de cada Tarjeta Verde emitida a migrantes de 19 “países de preocupación”.
Estos países –señalados en una proclamación presidencial de junio– incluyen:
Afganistán, Irán, Somalia, Libia, Yemen, Cuba, Venezuela, Chad, Eritrea y otros identificados por sus débiles sistemas de seguridad o verificación.
Los críticos argumentan que esta medida corre el riesgo de castigar a residentes legales únicamente por su nacionalidad, pudiendo afectar a decenas de miles de titulares de la Green Card que no han cometido delito alguno.
Por ahora, el USCIS no ha indicado si la revisión podría derivar en deportaciones o revocaciones masivas. Tampoco está claro cómo interactuará la nueva promesa de Trump de cerrar por completo la migración desde naciones en desarrollo con la revisión ya en marcha.
Un panorama político plagado de incertidumbre
La Casa Blanca insiste en que las medidas responden a la seguridad nacional, especialmente después de que el ataque en Washington dejase a dos soldados gravemente heridos. Las autoridades afirman que el sospechoso afgano actuó en solitario.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ya ha autorizado el despliegue de 500 soldados adicionales de la Guardia Nacional en la capital, que se unirán a los más de 2.200 que ya patrullan como parte de la controvertida ofensiva de Trump contra la delincuencia y la inmigración.
Pero, si bien los mensajes políticos se vuelven cada vez más contundentes, las consecuencias de estos nuevos movimientos migratorios son aún inciertas.
¿Se verán afectados los residentes legales?
¿Se desmantelarán programas de visados de larga tradición?
¿Hasta dónde llegará la administración en nombre de la seguridad?
Por ahora, lo único cierto es que el debate ha entrado en una nueva fase explosiva, que probablemente dominará los titulares mucho más allá del Día de Acción de Gracias.
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