El 75,6% de la población balear opina que cada año visita la región un número excesivo de turistas. Este es uno de los hallazgos más reveladores de la encuesta recién publicada por la Agència d’Estratègia Turística de les Illes Balears (AETIB). El sondeo, realizado en octubre de 2024 sobre una muestra de 2.008 personas de todas las islas (738 en Mallorca, 460 en Menorca, 460 en Ibiza y 350 en Formentera), dibuja a grandes rasgos un estado de opinión que continúa siendo mayoritariamente favorable al turismo, aunque por un escaso margen y con un grado de satisfacción que se ha ido reduciendo durante la última década. El turismo, en su estado actual y sopesando todos los pros y contras, cuenta con una aprobación pública apenas suficiente.
Existe una opinión generalizada de que hay problemáticas negativas innegables que deben regularse. Esto se refleja en mayorías claras a favor de limitar las visitas (69,1%), restringir los cruceros (69,2%) o poner freno a los alojamientos y establecimientos turísticos (68,4%). Mayores aún son las mayorías que creen necesario limitar los vehículos de alquiler (79,6%) o los alquileres vacacionales (80,5%). Y existe una ligera mayoría a favor de reducir la promoción turística, con un 52%.
El respaldo a las medidas regulatorias para limitar la actividad turística se debe a una sensación general sobre sus efectos en el bienestar: masificación en las calles o en las playas, encarecimiento de la vivienda, aumento del costo de bienes y servicios, y degradación del medio ambiente y los recursos naturales. No obstante, una simple mayoría aún se muestra de acuerdo con la afirmación ‘Estoy muy satisfecho con el turismo’. Un 42% de los encuestados está muy o bastante de acuerdo, mientras que algo menos, un 38,8%, está en desacuerdo. El resto, un 19,2%, se mantiene neutral.
En lo que respecta al impacto positivo de la principal industria de las Baleares, hay pocas dudas. El turismo sigue siendo percibido como la principal fuente de riqueza y empleo de la región. Un 86% cree que genera riqueza e ingresos y un 74% opina que crea empleo cualificado. La mayoría también considera que tiene un efecto dinamizador en la oferta de ocio y entretenimiento: un 77,2%. Por otro lado, un 56% cree que ayuda a mejorar o mantener la calidad de vida de los residentes, mientras que un 30,8% la considera perjudical. El resto opina que no tiene impacto. Existe también una ligera mayoría que considera que influye positivamente en la identidad de las islas, su cultura y su patrimonio (53,4%).
El apoyo es mayor entre los encuestados que trabajan en el sector turístico y cuyo ingreso, por tanto, está vinculado directamente con la actividad. Asimismo, el grado de satisfacción es superior en Menorca y Formentera, mientras que los ciudadanos de Mallorca e Ibiza, las islas más afectadas por la masificación y la problemática de la vivienda, se muestran más críticos. El respaldo social ha descendido en los últimos años, tal y como se refleja al comparar con los resultados de 2016.
En términos de impactos negativos, un 78% cree que encarece la vivienda y un 65% opina que degrada el medio natural. Los encuestados se muestran especialmente críticos con segmentos como el de los coches de alquiler y los alquileres vacacionales. En concreto, un 61,8% se muestra contrario a los alquileres turísticos. Por otro lado, además de las abrumadoras mayorías a favor de reducir plazas turísticas o vehículos de alquiler, la mayoría (en torno al 90%) también aboga por medidas como impulsar la desestacionalización, la dispersión geográfica de las visitas o el fomento de alternativas al sol y playa. Es particularmente significativo el apoyo a una subida del impuesto turístico. Hasta un 67,6% de los encuestados se mostró a favor de aumentar la contribución turística sustainable (ITS).