El primer ministro de Nepal, KP Sharma Oli, ha renunciado en medio de la peor crisis de las últimas décadas en el país. Esto sucede mientras crece la indignación pública por la muerte de 19 manifestantes anticorrupción en enfrentamientos con la policía el lunes.
El martes, multitudes incendiaron el parlamento en la capital, Katmandú, lo que envió espeso humo negro al cielo. Edificios gubernamentales y casas de líderes políticos fueron atacados en todo el país.
Se reportaron tres muertes más el martes. En medio del caos, autoridades penitenciarias dijeron que 900 reclusos lograron escapar de dos prisiones en distritos del oeste de Nepal.
Las protestas fueron provocadas por una prohibición de plataformas de redes sociales. Fue levantada el lunes, pero para entonces las protestas ya se habían convertido en un movimiento masivo.
El jefe del ejército de Nepal acusó a los manifestantes de aprovecharse de la crisis actual para dañar, saquear y incendiar propiedades públicas y privadas. Dijo que si la violencia continúa, todas las instituciones de seguridad, incluido el ejército, están comprometidas a “tomar control de la situación”.
Aunque el primer ministro ha dimitido, no está claro quién lo reemplazará. Algunos líderes, incluidos ministros, supuestamente se han refugiado con las fuerzas de seguridad.
Hasta ahora, los manifestantes no han detalado sus demandas más allá de la consigna general contra la corrupción. Las protestas parecen espontáneas, sin un liderazgo organizado.
Dentro del parlamento, hubo escenas de júbilo mientras cientos de manifestantes bailaban y coreaban consignas alrededor de una fogata en la entrada del edificio, muchos con la bandera de Nepal. Algunos entraron al edificio, donde todas las ventanas fueron destrozadas.
Muna Shreshta, una residente de Katmandú de 20 años, estaba entre la multitud. Dijo a la BBC que la corrupción es un problema de largo plazo y que ya era hora de que el país y sus líderes cambien. Ella espera que este cambio traiga algo positivo y que los impuestos de los trabajadores sean usados para ayudar al país a crecer.
La semana pasada, el gobierno ordenó bloquear 26 plataformas de redes sociales por no cumplir con un plazo para registrarse. Plataformas como Instagram y Facebook tienen millones de usuarios en Nepal. El gobierno justificó la prohibición para combatir noticias falsas y discurso de odio, pero los jóvenes lo criticaron como un ataque a la libertad de expresión.
Aunque la prohibición se levantó apresuradamente el lunes por la noche, las protestas ya habían ganado un impulso imparable. Un ministro dijo que levantaron la prohibición para “atender las demandas de la Generación Z”.
Antes de la prohibición, una campaña en redes sociales destacando los lujosos estilos de vida de los hijos de políticos y acusaciones de corrupción se había vuelto viral.
Miles de jóvenes intentaron asaltar el parlamento el lunes. La mayoría de las muertes ocurrieron ese día alrededor del parlamento y edificios gubernamentales. El martes, una multitud incendió la sede del Partido del Congreso Nepalí y la casa de su líder, Sher Bahadur Deuba. La casa de KP Oli también fue incendiada.
Oli dijo que renunció para allanar el camino para una solución constitucional a la crisis. Un asistente del presidente confirmó que la renuncia fue aceptada y que comenzó el proceso para encontrar un nuevo líder.
