Tormenta digital: La oleada de desinformación durante las mortales inundaciones por DANA en Valencia

CUANDO un torrente de agua arrasó Valencia en septiembre pasado, anegando calles, arrastrando coches y dejando una estela de destrucción, otra inundación surgió en paralelo.

Las redes sociales, resulta, se inundaron no solo de imágenes de ríos desbordados y rescates heroicos, sino también de mentiras, bulos y desinformación deliberada.

Un nuevo estudio conjunto de las universidades de Valencia y Castellón ha revelado la impactante escala de noticias falsas que se propagaron durante aquellos fatídicos días de la DANA – y por qué España sigue siendo peligrosamente vulnerable al próximo diluvio digital.

En los días posteriores al desastre, *hashtags* sobre la tragedia trendeaban en X (antes Twitter), TikTok, Facebook y Telegram. Mientras los vecinos se apresuraban a salvar sus hogares y los servicios de emergencia corrían para rescatar supervivientes de las calles inundadas, otro tipo de frenesí se desarrollaba en línea.

Circulaban vídeos falsos afirmando que las presas habían reventado. Cadenas de WhatsApp informaban erróneamente de que el suministro de agua potable estaba contaminado. Otras publicaciones reciclaban imágenes antiguas de inundaciones en Asia y Sudamérica, haciéndolas pasar por escenas de Valencia.

“Los momentos de alta incertidumbre son el caldo de cultivo perfecto para la desinformación,” afirmó el investigador principal Carles Pont de la Universidad de Valencia. “En estas situaciones, los ciudadanos están desesperados por información, pero la velocidad de las redes sociales significa que los rumores se propagan más rápido que los hechos.”

El estudio analizó más de 200 publicaciones ampliamente compartidas en cuatro plataformas, filtrando los ejemplos más virales de contenido falso. Descubrió que la desinformación se encuadraba en tres categorías principales:

  • Afirmaciones exageradas de daños o riesgos – como puentes derrumbándose o pueblos enteros supuestamente bajo el agua.
  • Alertas sanitarias y de seguridad – como agua del grifo contaminada o animales venenosos invadiendo áreas urbanas.
  • Juegos de culpa política – con fotos y memes manipulados acusando a líderes regionales o nacionales de negligencia.

Lo más llamativo, señalaron los investigadores, fue la facilidad con la que estas falsedades ganaban tracción. Muchas fueron impulsadas no solo por cuentas anónimas, sino también por *influencers* con gran número de seguidores, quienes a veces compartían sin verificar – y a veces, al parecer, sabiendo perfectamente que estaban difundiendo disparates.

¿Por qué se propagan estas mentiras tan rápido? Según el estudio, parte de la respuesta reside en la psicología humana. En momentos de crisis, las personas están programadas para aferrarse a información dramática, especialmente si promete explicar el caos que les rodea.

Pero el otro culpable es la tecnología misma. Los algoritmos de las redes sociales premian el engagement – y el contenido impactante, aterrador o que provoca ira suele generar más clics, compartidos y comentarios.

“En cierto modo, las plataformas actúan como acelerantes,” dijo Pont. “No distinguen entre lo verdadero y lo falso. Solo miden qué publicaciones mantienen a la gente desplazándose.”

PARA SABER MÁS:

Para los residentes que ya se estaban recuperando de la tormenta, las noticias falsas empeoraron las cosas. Algunos vecinos dejaron de beber agua del grifo innecesariamente. Otros evitaron ciertas carreteras tras leer rumores de su colapso. En varios casos, las líneas de emergencia se saturaron con llamadas de personas intentando verificar historias extravagantes vistas en línea.

“Toda esta desinformación ejerce una presión adicional sobre los servicios de emergencia, que ya están al límite en estas situaciones,” dijo la coautora Ana Segovia de la Universidad de Castellón.

La red pequeña pero decidida de organizaciones de verificación de datos de España – incluyendo Maldita.es y Newtral – entró en acción durante la crisis. Sus equipos publicaron correcciones, desmintieron bulos e intentaron difundir información fiable por encima del ruido.

Pero su alcance fue limitado. Mientras sus cuidadosas verificaciones circulaban dentro de ciertos públicos, nunca alcanzaron el impulso viral de las publicaciones falsas contra las que luchaban.

“Es como llevar un cubo de agua para combatir un incendio forestal,” admitió uno de los verificadores entrevistados para el informe.

Los académicos detrás del estudio advierten que el caso de Valencia debería servir como una llamada de atención tanto para las autoridades españolas como para las empresas de redes sociales. Se espera que el cambio climático haga que los fenómenos meteorológicos extremos como las DANAs sean más frecuentes y severos en España. Cada uno probablemente desencadenará una oleada paralela de desinformación en línea.

Argumentan que los ciudadanos necesitan mejor formación en ‘alfabetización digital’ para ayudarles a detectar bulos en tiempo real. Sugieren que las escuelas deberían enseñar a los niños no solo a usar las redes sociales, sino a desconfiar de ellas.

También piden a las empresas de redes sociales que intensifiquen sus esfuerzos. “No pedimos censura, sino responsabilidad,” dijo Pont. “Las plataformas deben diseñar sistemas que reduzcan la propagación de falsedades peligrosas, especialmente durante emergencias.”

El gobierno español ya ha estado trabajando en la preparación para desastres, desde mejorar las defensas contra inundaciones hasta fortalecer la coordinación de los servicios de emergencia. Pero los expertos ahora dicen que la resiliencia digital debería ser parte de ese plan.

“Cuando hablamos de proteger comunidades, debemos incluir protegerlas de las mentiras,” dijo Segovia. “La desinformación puede matar indirectamente – causando pánico, retrasando rescates o socavando la confianza en las autoridades.”

Quizás el mayor daño, advierten los investigadores, es a largo plazo. Cada bulo viral erosiona la confianza del público en las fuentes de información reales. Si la gente empieza a dudar de todo, puede ignorar advertencias cruciales en futuras crisis.

“Esta es la paradoja,” explicó Pont. “La desinformación hace que la gente desconfíe de las instituciones. Pero en una emergencia, esas instituciones son las mejor situadas para salvar vidas.”

Para la gente de Valencia, las cicatrices de la DANA de 2024 aún están frescas. Las familias reconstruyen hogares, los pequeños negocios cuantifican pérdidas y los ayuntamientos exigen más inversión en defensas.

Pero el diluvio digital revelado por este nuevo estudio puede ser aún más difícil de contener. Mientras España se prepara para más fenómenos meteorológicos extremos, la batalla contra las noticias falsas podría demostrarse tan importante como la lucha contra las aguas crecientes.

Porque cuando llegue la próxima tormenta, las mentiras también vendrán. Y a menos que España esté preparada, el daño que causen podría extenderse tan rápido como la propia inundación.

Top 5 de bulos de la DANA

Desde cocodrilos asesinos hasta tuberías envenenadas, la tormenta demostró que las noticias falsas pueden viajar tan rápido como el agua de la inundación – y causar casi tanto caos.

1. La presa reventada

Vídeos manipulados afirmaban que un gran embalse había colapsado, enviando una mortífera pared de agua contra los pueblos. Completamente falso – pero causó pánico en zonas bajas.

2. El agua del grifo envenenada

Cadenas de WhatsApp insistían en que el suministro estaba contaminado. Familias dejaron de beberla, y los supermercados se quedaron con poca agua embotellada antes de que los oficiales lo desmintieran.

3. Cocodrilos en las calles

Vídeos de reptiles merodeando por pueblos inundados (filmados en realidad en Asia años antes) se hicieron pasar por Valencia. Bastante gente se lo creyó como para colapsar las líneas telefónicas de la policía.

4. Autopistas colapsadas

Imágenes antiguas de hundimientos de carreteras en Sudamérica se reciclaron como “Valencia ahora”, convenciendo a conductores de evitar rutas seguras.

5. Políticos culpables

Memes y *pantallazos* falsos acusaban a líderes locales de no actuar ante las advertencias, algunos incluso sugiriendo sabotaje. Las imágenes estaban digitalmente manipuladas.

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