La propuesta del Ajuntament de Palma de prohibir les botas de fiesta en el Paseo Marítimo ha sido recibida con satisfacción por los residentes y los empresarios del sector. Antonio Ruiz, de la asociación de vecinos, comenta: “Estamos contentos, aunque queda por ver si esto se hará realidad.” La prohibición, cuya entrada en vigor está prevista para la temporada turística de 2026, necesita ser aprobada en un pleno del consistorio.
Para Ruiz, estas embarcaciones suponen uno de los problemas más graves de la zona: “Barcos horribles con DJs que operan desde las 11 de la mañana hasta las 8 de la tarde. Gente en un estado lamentable.” El ayuntamiento señala que estas naves son gestionadas por empresas que fueron expulsadas de Calviá (de Magaluf, principalmente) y que autobuses llegan cargados de turistas. Al desembarcar, “vomitan y orinan”.
Las empresas de alquiler de barcos de la zona también acogen con agrado el anuncio municipal, aunque perciben la necesidad de una mayor concreción. Un propietario afirma: “Necesitamos definir qué es y qué no es un barco de fiesta. Resulta inaceptable que se denomine así a una embarcación con música utilizada para bodas o celebraciones de cumpleaños.” En su opinión, un barco de fiesta “es una excursión masiva organizada cuyo objetivo es el consumo desmedido de alcohol”.
“El problema surge cuando hay un barra libre con jóvenes de 25 años.” Estas naves funcionan como discotecas, y el ruido es una de las cuestiones que genera mayor molestia.
“Es crucial definir con precisión qué tipo de excursiones pueden incluir catering y celebraciones familiares, como una boda, y distinguirlas de aquellas que cuentan con un DJ, barra libre y cientos de personas.”