Reseña de ‘Círculo Perfecto’: una bulliciosa sátira sobre agentes fronterizos de un director a seguir

El director británico Oscar Hudson, conocido por sus documentales y anuncios, presenta su primer largometraje en la Semana de la Crítica de Venecia. Es una sátira antibélica de alto concepto, una pesadilla absurda que explora la idea de que la otredad de tu enemigo es una ilusión. Hay imágenes muy atrevidas y ambiciosas, y un trabajo interesante con la pantalla dividida. Quizás haya un problema con la proporción entre estilo y sustancia y puede que la duración sea un poco indulgenta, pero es un trabajo sólido.

Los gemelos Elliott y Luke Tittensor interpretan a dos soldados del mismo rango en ejércitos opuestos, llamados Pte Warne y Pte Arthur. Representan a dos naciones con rarezas ruritanas ficticias, que antes estaban en guerra pero que ahora tienen un tratado de paz inestable. Warne lleva un uniforme blanco espléndido y, como todos en su país, se afeita la cabeza, mientras que Arthur tiene el pelo largo y un uniforme más holgado. Estos dos hombres han sido elegidos por sus países para ser los únicos guardias en la frontera, en medio de un desierto enorme y vacío. Se enfrentan cada día, cooperando en teoría y compartiendo una estación que cruza la frontera, pero desconfiando, realizando varios rituales patrióticos para reafirmar su identidad.

Puede que Hudson se inspirara en la elaborada ceremonia fronteriza de Attari-Wagah entre India y Pakistán, un ballet militar de resentimiento mutuo que se ha vuelto más conflictivo recientemente por el tema de quién tiene la bandera más grande. El proceso de paz significa que estos dos guardias fronterizos deben realizar sus ceremonias diarias sin nadie más que los vea, ya que sus superiores y la población civil están a muchos kilómetros de distancia. Reciben comida y una gran cantidad de palomas vivas, de las cuales tienen que liberar algunas cada día para simbolizar la paz.

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Pero cuando Arthur se atreve a liberar un lote de palomas por su cuenta – se supone que deben hacerlo juntos – y además juega con los huevos duros que Warne está cocinando para su cena, las relaciones entre ellos se tensan. Están en una confrontación existencial bajo el sol abrasador, pierden el sentido de la orientación y de en qué lado de la frontera están, y además quedan traumatizados por la aparición de un pastor indígena (interpretado por Neil Maskell). Aparece como Pozzo sin Lucky en el Godot de Beckett y el resultado de este encuentro los lleva a una crisis mutua. ¿Quién es quién? Después de todo, tienen mucho en común: principalmente una figura paterna militar autoritaria cuyo recuerdo atormenta a cada hombre.

Es una película bulliciosa y vibrante: puedo imaginar a Richard Lester dirigiéndola en 1968. Hudson sin duda tendrá más que mostrarnos en el futuro.

Straight Circle se proyectó en el Festival de Cine de Venecia.