De niña, recuerdo salir del colegio e irme con mis amigos al parque infantil.
Era lo mejor de mi semana con siete años, pero como mi discapacidad no suponía un gran problema en aquel entonces, no pensaba en lo que no estaba disponible para mí.
Solo sabía que las barras para trepar eran imposibles por la tensión en mis hombros, y el tiovivo me mareaba incluso a velocidad baja.
Prefería meterme en la seguridad de los columpios de bebé, donde tenía una barra para agarrarme, comparado con mis amigos que amaban columpiarse alto en sus columpios normales.
Incluso cuando mi discapacidad avanzó y usé silla de ruedas, no pensé mucho en los parques, ya no era un sitio que frecuentaba.
Eso fue hasta que un parque que conocía solicitaba financiación y pidió en una página de Facebook que la gente escribiera cartas de apoyo.
Fue entonces cuando me pregunté qué equipamiento iban a poner para niños con discapacidades, así que contacté con ellos.
Me invitaron para el mismo día a una reunión con el comité y con el ayuntamiento para discutirlo.
(Imagen: Hazel Osborne )
Era un sitio que conocía pero nunca había estado – mi primer obstáculo, cruzar el césped, mientras bajaba una cuesta para llegar a la verja, (que era pesada, por supuesto), solo para entrar.
El pestillo para abrirla estaba al otro lado. Vale si eres una persona sin discapacidad, no usas muletas, o estás sentado bajo en una silla de ruedas o uno de los muchos otros obstáculos que enfrentan las personas con discapacidad.
Tuvieron que dejarme entrar. Imagina si estuviera sola con mi hijo. Paso uno – fallido.
Después, revisamos el equipo; para mi alegría, habían pensado en algunas cosas que se podían implementar.
Sin embargo, una cosa que realmente quería ver era un columpio para sillas de ruedas. El comité estaba de mi lado con esto, así que, ¿por qué se paró, te preguntarás?
En el parque que estaban reformando, algunos de los equipos, que muchos padres de la zona habían dicho que eran peligrosos, tenían menos de 8 años; por esta razón, no podían quitarlos.
Esto significó que el equipo que hubiera hecho el parque inclusivo fue rechazado por el ayuntamiento.
Como era nueva en lo de parques, me senté durante horas mirando catálogos de equipamiento de juego, asegurándome de que teníamos algo para todos.
Una verja que fuera segura para los niños y fácil de acceder para personas con discapacidad, y una superficie plana para entrar al parque desde el camino.
¿Había suficiente espacio entre los equipos para pasar en silla de ruedas, había riesgos de tropiezo, y iba a ser divertido para los niños?
Me hubiera encantado elegir cada artículo del catálogo, pero tenía que ser realista, tanto por razones de financiación como por el espacio disponible.
(Imagen: Victoria-Jayne Scholes)
Cuando la solicitud llegó al jurado, fue por la inclusividad en la comunidad lo que ganó el premio.
El día de la inauguración, fue increíble ver a niños de todas las habilidades divirtiéndose. Desde tiovivos accesibles para sillas de ruedas, hasta paneles de comunicación, trampolines que acomodan usuarios de sillas de ruedas, columpios canasta, hasta elementos sensoriales para quienes son neurodivergentes, la lista continúa.
Que me pidieran ser la defensora de la discapacidad para el parque fue un sentimiento increíble. Todavía nos queda camino por recorrer, y nuestra próxima lucha es por el acceso desde el aparcamiento al parque, que actualmente necesita remodelación, ya que para aquellos con discapacidades, es inseguro.
Sin embargo, aunque esta es una historia de éxito, demasiados parques se están modernizando sin tener la inclusividad en mente.
¿Por qué esto no es automático, y no me refiero a un tiovivo en un parque que pueda acomodar una silla de ruedas, sino a que cada parque acomode a cada niño, sin importar su capacidad.
La gente habla de que los niños necesitan salir más, más aire fresco, más actividad, pero le pregunto a las autoridades: ¿dónde van a jugar los niños con discapacidades?