Las puestas de sol constituyen uno de los fenómemos más perseguidos durante el verano en Mallorca. Con el buen tiempo y la privilegiada situación de la isla en pleno Mediterráneo, Mallorca reúne las condiciones idóneas para presenciar el ocaso solar. Esto convierte a miradores, calas y playas en algunos de los puntos con mayor afluencia entre las 19:00 y las 21:00 horas.
La Serra de Tramuntana se erige como uno de los grandes tesoros naturales de las Baleares. Sus imponentes montañas y acantilados, junto a sus valles frondosos y llenos de vida, brindan al visitante la oportunidad de disfrutar de una belleza natural inigualable. Entre los lugares predilectos de los autóctonos para observar el atardecer destacan el Cap de Formentor, en Pollença; Sa Foradada en Deià; Torrent de Pareis y Sa Calobra, en Escorca; la playa de Sant Elm, en Andratx; y los miradores de Illes Malgrats y El Toro, ambos en el municipio de Calvià.
Las excursiones al atardecer se countan entre las actividades más populares de la temporada estival. Ya sea en pareja, con amigos o incluso en familia, cualquier excusa es buena para ver cómo el sol se esconde. Año tras año, estos emplazamientos registran una afluencia creciente, motivada en parte por la difusión de fotografías y vídeos en redes sociales. En la era del influencer, “compartir es vivir”, literalmente. Resulta casi imposible aparcar el móvil en un instante así: cuando el astro desaparece, cediendo el paso a la oscuridad de la noche. Las imágenes del ocaso inundan las redes durante los meses de verano, pero aunque una foto pueda impresionar, presenciarlo en directo resulta aún más sobrecogedor. No es de extrañar, por tanto, que día tras día se juegue la vida por conseguir la instantánea perfecta.
Faro de Formentor
Construido en el siglo XIX, el faro de Formentor es uno de los enclaves más icónicos de la isla para disfrutar del ocaso. La combinación de mar y montaña en el paisaje es uno de los atractivos más destacables del lugar. Una estrecha y sinuosa carretera de aproximadamente 20 km conecta el faro con el puerto de Pollença. Debido a su popularidad y al limitado aparcamiento, encontrar donde estacionar puede resultar complicado, especialmente a última hora de la tarde. Además, las restricciones de acceso para evitar aglomeraciones complican aún más la situación.
Panorámica desde Sa Foradada, en el municipio mallorquín de Deià.
Sa Foradada
La altura de algunos emplazamientos convierte el mar en una llanura uniforme donde el sol se sumerge gradualmente en las aguas cristalinas, desvaneciéndose con los últimos rayos de luz. Situado en la carretera de Valldemossa, constituye una de las imágenes más emblemáticas del atardecer en la isla. Su encanto reside en una formación rocosa con un agujero que recuerda a la silueta de Mallorca.
Torrent de Pareis
Otro de los ocasos más espectaculares de la isla. Para llegar a Sa Calobra, el visitante debe recorrer una serpenteante carretera, que de por sí ya supone un gran aliciente para muchos debido a su trazado. No obstante, el largo trayecto y la breve caminata hasta la playa de Torrent de Pareis merecen la pena cuando el sol comienza a ponerse.
Las islas Malgrats en Calvià.
Calvià
Como uno de los municipios más ricos y visitados de la isla, Calvià se ha convertido en un epicentro del turismo de puestas de sol en Mallorca. Aunque son muchos los lugares con vistas idílicas al mar, los más populares en los últimos años han sido dos miradores: Illes Malgrats, en la zona de Santa Ponça, y El Toro. Ambos están declarados reservas naturales por su rica diversidad ecológica. Además, Malgrats está clasificada como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). El mirador de El Toro, ubicado en una antigua base militar, domina un pequeño archipiélago protegido conocido por su diversidad marina. Cerca de él se encuentran dos pequeños búnkeres defensivos de la Segunda Guerra Mundial.
En Mallorca, cada atardecer es un espectáculo único donde el sol, el mar y la montaña se funden en un mismo horizonte. Ya sea en silencio o a través de la lente de una cámara, miles de ojos se detienen para experimentar ese instante de paz y tranquilidad. Un ritual que, año tras año, reafirma la magia de la isla y subraya la grandiosidad de un lugar privilegiado por su geografía y sus cielos, despejados casi 365 días al año.
