Para Mariam Staford, de 42 años, cada temporada electoral en Tanzania significa un nuevo trauma.
Para la mayoría, los mítines y canciones, que parecen una fiesta, son una oportunidad para que la gente haga oír su voz. Pero para las personas con albinismo, significan terror.
Advertencia: Este artículo contiene detalles de violencia gráfica que pueden resultar perturbadores.
“Lo primero que siento es miedo”, le dice Mariam a la BBC mientras la gente se prepara para votar este miércoles por un presidente y el parlamento.
“Sé que los asesinatos de personas con albinismo ocurren especialmente en época de elecciones, cuando aumentan las creencias en la brujería. Por eso no participo en las campañas… tengo mucho miedo.”
El albinismo, una condición genética rara que afecta a unas 30,000 personas en Tanzania, reduce la melanina, el pigmento que da color a la piel, los ojos y el cabello.
La superstición ha convertido a estas personas en blancos. La falsa creencia de que sus partes del cuerpo dan suerte, riqueza o éxito político ha causado ataques y muertes en todo el país.
Los activistas dicen que estos ataques aumentan antes de las elecciones, cuando la gente compite por influencia política.
Mariam conoce bien este peligro por experiencia propia.
En 2008, uno de los años más sangrientos para las personas con albinismo en Tanzania, unos hombres con machetes entraron en su dormitorio en Kagera, una región fronteriza del noroeste.
“Vinieron muy tarde en la noche, me cortaron la mano derecha por encima del codo y se la llevaron. Luego también me cortaron la mano izquierda.”
“Al día siguiente me llevaron a un dispensario, inconsciente, y el doctor que me vio dijo: ‘Esta persona ya está muerta, llévensela a casa y entiérrenla'”.
Contra todo pronóstico, Mariam sobrevivió; pero ella estaba embarazada de cinco meses y su bebé por nacer no lo logró.
La campaña para las elecciones del miércoles está en marcha. [AFP via Getty Images]
El ataque no solo la dejó con discapacidades permanentes, también la forzó a abandonar Kagera, uno de los epicentros de esos crímenes rituales en ese entonces.
Finalmente se reubicó en la relativa paz de la región de Kilimanjaro, donde un grupo de derechos humanos, Under the Same Sun, le construyó una casa y le enseñó a usar una máquina de tejer. Ahora hace suéteres.
Diecisiete años después, el trauma no ha desaparecido.
“Incluso ahora, a veces sueño con esa noche”, dice Mariam. “Cuando me despierto, toco mis brazos y recuerdo que no están. Es algo de lo que nunca podré escapar.”
Lo que le pasó a Mariam fue uno de los muchos ataques dirigidos a personas con albinismo para robarles partes del cuerpo.
Under The Same Sun reporta que ha habido 211 incidentes de este tipo en Tanzania desde 2008:
79 personas fueron asesinadas
100 personas fueron mutiladas pero sobrevivieron
Tres víctimas no resultaron heridas
Dos personas fueron secuestradas y aún se las busca
27 tumbas fueron profanadas para robar partes corporales.
Solo en 2008, hasta 35 personas con albinismo fueron asesinadas, y probablemente hubo más muertes que no se reportaron.
Esos crímenes recibieron condena mundial, lo que llevó al gobierno a tomar medidas. El presidente de entonces, Jakaya Kikwete, condenó los ataques y pidió acción dura contra los asecinos.
Como resultado, Tanzania mejoró las investigaciones de estos crímenes relacionados con la brujería y endureció las leyes contra la discriminación.
También ha habido intentos de concienciar al público sobre este problema.
En una rotonda en el pueblo de Sengerema, al noroeste, hay un monumento para recordar a los niños, mujeres y hombres con albinismo que perdieron la vida o fueron mutilados en ataques.
La estatua de metal, de tamaño real, muestra a un padre alzando a un niño con albinismo sobre sus hombros mientras la madre lo protege del sol.
El nombre de Mariam está tallado en el monumento.
También está el de Mariamu Emmanuel, que solo tenía cinco años cuando la mataron en 2008.
“Yo tenía ocho años y vi como los atacantes le quitaban las piernas, las manos y la lengua””, Fuente: Manyashi Emmannuel, Descripción: Hermano de la víctima, Imagen: Manyashi Emmannuel.
En su casa de Mwanza, su hermano Manyashi Emmannuel, que ahora tiene 25 años, recuerda ese día. El dolor todavía lo persigue.
“Yo tenía ocho años, y vi como los atacantes le quitaban las piernas, las manos y la lengua. Desde entonces, vivo con miedo. Es más difícil cuando escuchamos de ataques cerca de las elecciones.”
A pesar de las campañas de concientización, los ataques continúan.
Este año se registró uno en junio, en el pueblo de Simuyu, al noroeste.
**La víctima resultó ilesa, pero ya la han trasladado a una casa segura.**
La presidenta Samia Suluhu Hassan advirtió recientemente sobre lo que ella llamó creencias tradicionales dañinas, diciendo que no tienen lugar en las elecciones de Tanzania.
Senyi Ngaga, comisionado de un distrito propenso a estos ataques, menciona que las campañas de educación del gobierno han mejorado la comprensión, pero las zonas rurales siguen siendo vulnerables a la superstición y a la discriminación.
Ella quiere mayor involucramiento de toda la comunidad para detener los ataques.
“Recientemente organizamos un festival con curanderos donde nos sentamos juntos y conversamos”, le dice la comisionada a la BBC.
“Con la llegada de las elecciones, también les aconsejamos que sean buenos embajadores para decirle a otros que rechacen estos actos y aseguren que las personas con albinismo estén protegidas”.
Se ha construido un monumento para conmemorar a las personas con albinismo que han sido atacadas.
Aunque los grupos de campaña y los sobrevivientes dicen que el gobierno aún tiene que hacer mucho más trabajo, se ha logrado algún progreso.
Las campañas de concienciación, los programas de la sociedad civil y las iniciativas de inclusión escolar han ayudado a reducir los ataques en algunas áreas.
Las comunidades empiezan a entender lentamente que las personas con albinismo no están malditas y que las supersticiones pueden tener consecuencias mortales.
Pero el asesinato el año pasado de la pequeña Asimwe Novath, de dos años, secuestrada de su casa en la región de Kagera, fue un recordatorio de que el problema no ha desaparecido.
Testigos dijeron que la niña fue llevada a la fuerza por dos hombres no identificados mientras jugaba con su madre.
Diecisiete días después, partes del cuerpo de Asimwe fueron encontradas en un saco, tiradas bajo un puente en la misma región. Sus restos fueron enterrados posteriormente en su casa familiar.
Nueve sospechosos han sido acusados de asesinato premeditado en relación con el crimen, pero el caso aún no ha concluido.
Para Mariam, este caso le trajo recuerdos perturbadores.
“Me llevó de vuelta a mi propia noche del ataque en 2008. Conozco ese dolor, y sé que su madre nunca lo olvidará”.
Su experiencia significa que el miedo es parte de su vida cotidiana. Evita las multitudes y rara vez sale de casa sin compañía.
Con la llegada de las elecciones del miércoles, Mariam dice que no votará, escéptica sobre qué diferencia podría hacer en su vida.
En cambio, pasará el día tranquilamente en su hogar, en Kilimanjaro.
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[Getty Images/BBC]
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