Georgina Rannard
Corresponsal de Clima y Ciencia, Belém, Brasil
Luego de discusiones muy intensas, la cumbre climática de la ONU COP30 en Belém, Brasil, ha terminado con un acuerdo que no menciona directamente los combustibles fósiles que están calentando el planeta.
Es un final frustrante para más de 80 países, incluyendo el Reino Unido y la UE, que querían que la reunión se comprometiera a dejar de usar petróleo, carbón y gas más rápido.
Pero las naciones productoras de petróleo mantuvieron su posición de que deberían poder usar sus recursos de combustibles fósiles para crecer sus economías.
Esta reunión ocurre mientras la ONU dice que teme que los esfuerzos globales para limitar el aumento de la temperatura a 1.5°C han fracasado.
Un representante de Colombia criticó con furia a la presidencia de la COP por no permitir que los países objectaran al acuerdo en la reunión final del sábado.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, dijo que “no acepta” el acuerdo.
El acuerdo final, llamado Mutirão, pide a los países que “voluntariamente” aceleren su acción climática.
Sin embargo, para muchos países, el hecho de que las negociaciones no colapsaran es un alivio.
Por primera vez, Estados Unidos no envió una delegación después de que el presidente Donald Trump dijo que el país saldría del tratado de París. Él ha llamado al cambio climático “un engaño”.
“Esto es una decepción”, dijo la embajadora climática de Antigua y Barbuda, Ruleta Thomas, refiriéndose al dinero prometido a los países más pobres.
Pero ella añadió: “Estamos felices de que haya un proceso que sigue funcionando […] donde cada país puede ser escuchado.”
Las negociaciones se alargaron por casi 24 horas, con delegados trabajando toda la noche.
Las dos semanas de conversaciones fueron a veces caóticas. Los baños se quedaron sin agua, fuertes tormentas inundaron el lugar y los delegados sufrieron en habitaciones calurosas y húmedas.
Los casi 50,000 delegados registrados en la COP fueron evacuados dos veces. Un grupo de unos 150 manifestantes entró al lugar, rompiendo los controles de seguridad y llevando carteles que decían “nuestros bosques no están en venta”.
El jueves, un gran incendio comenzó, quemando rápidamente un agujero en el techo y forzando a los participantes a evacuar por al menos seis horas.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, eligió la ciudad de Belém para dirigir la atención mundial hacia la selva amazónica y atraer financiamiento a la ciudad.
A pesar de su deseo por un acuerdo más ambicioso sobre combustibles fósiles, Brasil fue criticado por sus propios planes de perforar petróleo en la desembocadura del Amazonas.
Su producción de petróleo y gas en el mar aumentará hasta principios de la década de 2030, según un análisis compartido con la BBC.
Algunos países, sin embargo, dijeron estar contentos con el resultado.
India elogió el acuerdo, llamándolo “significativo”. Un grupo que representa a 39 pequeños estados insulares dijo que es “imperfecto” pero aún así un paso hacia el “progreso”.
Algunas naciones más pobres se fueron con una promesa de más financiamiento climático para ayudarlas a adaptarse.
Pero es un final amargo para más de 80 países que negociaron toda la noche para incluir un lenguaje más fuerte contra los combustibles fósiles en el acuerdo.
El Secretario de Estado de Energía y Cambio Climático del Reino Unido, Ed Miliband, insistió en que la reunión es un “paso adelante”.
“Hubiera preferido un acuerdo más ambicioso”, dijo.
“No vamos a ocultar que hubiéramos preferido tener más, más ambición en todo”, dijo el comisionado climático de la UE, Wopke Hoekstra, a los periodistas.
