Un expediente policial sobre la muerte de un expatriado en Andalucía ha revelado sólidas evidencias de un violento robo; sin embargo, un juez ha decidido cerrar el caso de manera provisional.
Brett Dryden, de 35 años, fue hallado sin vida en su vivienda de Mojácar el 22 de julio del año pasado. Su teléfono, su cartera y aproximadamente 8.000 euros habían desaparecido, y se encontraron manchas de sangre por toda la casa.
No obstante, su madre, Sandra, declaró esta semana al Olive Press que le consternó que la investigación se clausurase en septiembre, a pesar de existir numerosas pistas sin seguir.
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Brett Dryden fue encontrado muerto en su hogar el 22 de julio de 2024.
“Todo esto es un auténtico despropósito,” afirmó, añadiendo que el informe de la Guardia Civil era “una farsa”.
Reveló que su familia ha decidido contratar los servicios de un investigador privado para esclarecer lo ocurrido.
Según lo que se conoce, el padre de familia había salido de su club de cannabis, The Dawg House, a la 1:35 p.m. del día de su muerte, diciéndole a un empleado que “volvía en seguida”.
Nunca regresó. Sus registros telefónicos muestran que recibió una llamada hacia las 2:00 p.m., y que envió un mensaje de texto a un amigo diciendo que “la gente que esperaba” había llegado a su casa.
En ese mismo lapso, las imágenes de una cámara de seguridad cercana captaron a un hombre con gorra y mascarilla merodeando frente a la puerta de Brett, actuando aparentemente como vigía durante al menos quince minutos.
Brett Dryden y su madre, Sandra Adams.
Un minuto después, se observó a dos encapuchados huyendo de la vivienda; uno llevaba una bolsa grande y el otro un objeto más pequeño que se asemejaba a la riñonera de Brett.
El informe policial, al que ha tenido acceso el Olive Press, revela que Brett había quedado con un proveedor de cannabis albanés, conocido como ‘Irdi’, en su domicilio.
Varios testigos describieron a Irdi como un individuo que siempre iba acompañado por otro hombre, ‘Hakim’ o ‘Hakir’, ambos conocidos en el ambiente narcotraficante local.
A pesar de contar con descripciones detalladas, no hay ningún indicio en el expediente policial entregado a la familia de Brett que sugiera que ninguno de los dos fue interrogado o, incluso, localizado por los investigadores.
Lo que sí está claro es que su amigo, Ashley Povey, encontró el cadáver esa misma tarde en el salón, con su perro sentado cerca.
Sus pertenencias habían desaparecido y la puerta de entrada estaba abierta. Los informes iniciales de los agentes afirmaban que “no hubo lucha alguna” y que Brett había fallecido a causa de un trombo.
Brett deja atrás a una hija.
Esto fue a pesar de que un informe forense reveló múltiples traumatismos craneoencefálicos y una hemorragia interna, lo que llevó a que la causa de la muerte se revisase y se determinase que fue un homicidio.
Uno de los aspectos más escabrosos del caso concierne al iPhone robado de Brett.
A pesar de que el teléfono no se encontraba en la vivienda, se realizó una llamada por internet de un segundo de duración al número de su madre horas después de su deceso.
Los investigadores rastrearon la señal del aparato hasta Vera, un pueblo cercano, y posteriormente localizaron el dispositivo en las proximidades de un camping.
Las cámaras de seguridad captaron a un hombre huyendo del domicilio de Dryden minutos después de su muerte.
Curiosamente, se logró rastrear otro teléfono, registrado a nombre de una mujer sin antecedentes penales, tanto en la casa de Brett como en el mismo camping.
Aunque los investigadores descubrieron que en dicha propiedad residían varias personas, entre ellas un individuo con historial delictivo, no se llevó a cabo ninguna entrevista con ninguno de ellos.
A pesar de estas graves irregularidades, la Guardia Civil cerró el caso en septiembre, alegando la ausencia de sospechosos identificables.
Un magistrado emitió una orden de archivo provisional, lo que significa que el caso solo podría reabrirse si surge nueva evidencia.
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Los investigadores no prosiguieron las pistas e indicios relativos a su muerte.
La familia de Brett insiste en que las pruebas apuntan a un robo violento que salió mal, pero tiene la sensación de que la investigación nunca se tomó en serio.
“Simplemente quiero saber qué le pasó a mi hijo,” continuó Sandra, expresando su perplejidad ante la falta de interés de las autoridades por resolver el caso. “Tengo la impresión de que nunca tuvieron la intención de esclarecer el asesinato de Brett.”
Los intentos de la familia por apelar la decisión se han topado con el silencio.
Su abogado informó de que el número de teléfono policial asociado al caso ya no funciona, y que llevan esperando una respuesta desde hace más de cinco semanas.
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