Bañistas y turistas disfrutaron ayer de un espectáculo inesperado cuando la Armada Española realizó un ejercicio anfibio a gran escala en la playa de La Malagueta, en Málaga.
Las tropas descendieron en rápel desde helicópteros, mientras lanchas rápidas irrumpían en la arena, dejando a locales y visitantes boquiabiertos y alzando sus móviles para capturar el momento.
Aunque las autoridades habían anunciado el evento con antelación, para muchos la presencia de soldados y equipo militar en la playa resultó toda una sorpresa.
La operación, que comenzó hacia las 11 de la mañana, incluyó al buque insignia de la Armada, el portaaviones Juan Carlos I, y al buque de asalto anfibio Galicia, fondeados cerca de la costa para dar paso a un despliegue militar impresionate.
Helicópteros surcaban el cielo levantando arenay salpicaduras del mar, mientras unidades de infantería tomaban la playa, respaldadas por lanchas veloces cortando las olas.
La vista de personal armado y el rugido de aeronaves transformó esta típica zona costera—normalmente tranquila—en una escena digna de una película de acción.
El ejercicio no respondía a ninguna amenaza real, sino que formaba parte de una demostración planificada de las capacidades de la Armada, en concreto, una simulacro de rescate de rehenes.
Participaron infantes de marina, lanchas rápidas y embarcaciones de desembarco, destacando la versatilidad y preparación de las fuerzas navales españolas.
El Juan Carlos I, el mayor buque de guerra construido en España, y el Galicia, reconocido por misiones internacionales como operaciones antipiratería y ayuda en desastres, fueron claves en la maniobra.
No es la primera vez que Málaga acoge un evento así, pero la magnitud y cercanía a una zona turística lo hicieron especialmente llamativo.
El Galicia tiene una historia destacada—desde ayuda humanitaria en Irak hasta auxilio post-huracán en Valencia—, mientras que el Juan Carlos I sigue siendo el orgullo de la potencia naval española.
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