El impulso hacia un uso más extendido de los dispositivos vestibles y una mayor recolección de datos en el ámbito sanitario parece ser, a primera vista, el siguiente paso lógico para la industria. Aunque inicialmente fue lenta en adaptarse, la atención média ha acelerado notablemente su adopción de la tecnología durante los últimos años. A medida que desaparecían barreras como los altos costos, los problemas de interoperabilidad y los obstáculos regulatorios, innovaciones como la robótica, la inteligencia artificial y la telemedicina se integraron en la atención al paciente y la investigación médica.
Ahora que estamos acostumbrados a las ventajas que la tecnología puede aportar, el panorama debería estar preparado para acoger el próximo avance. Si esto se traducirá en un mayor uso de wearables que agilizen la recolección de datos médicos personales, como propone el Departamento de Salud y Servicios Humanos, está por verse. Equipar a todos los estadounidenses con wearables que recopilen información en los próximos cuatro años no es una solución integral para los desafíos sanitarios de la nación, aunque es razonable esperar que partes del plan podrían hacerse realidad. De materializarse, primero deberán abordarse una serie de preocupaciones éticas y prácticas para garantizar que el proceso sea seguro y eficaz.
La atención médica es tan precisa como los datos en los que se basa
El llamamiento del Secretario del HHS, Robert F. Kennedy Jr., para una adopción pública generalizada de las tecnologías vestibles de salud, precedió al anuncio de julio de la Casa Blanca sobre un nuevo sistema privado de seguimiento de salud. El programa, previsto para lanzarse a principios del próximo año, facilitaría la subida de historiales médicos a sistemas y aplicaciones gestionados por empresas tecnológicas privadas. Si bien la idea de poner más énfasis en los datos para mejorar la atención es loable, las mejoras reales dependen de información precisa y confiable. Basar decisiones, iniciativas de investigación o desarrollo de políticas en datos erróneos o poco fiables solo conducirá a una atención y programas ineficaces.
El grado de precisión asociado con los datos de salud generados por wearables puede variar ampliamente dependiendo del dispositivo, del usuario y del tipo de métrica. Estos dispositivos pueden ofrecer datos de tendencias útiles, pero los datos en bruto no siempre son confiables. A menudo, la información proporcionada probablemente no es algo sobre lo que el usuario quisiera que un médico basara tratamientos o un plan de atención. El reciente anuncio de Apple de que el nuevo Apple Watch notificará a los usuarios sobre patrones de presión arterial alta preocupantes durante un período de 30 días muestra que la compañía se está acercando a los wearables de grado médico verdaderos al abordar primero la concienciación del consumidor. Esta alerta de “tendencia preocupante”, en teoría, impulsaría a los usuarios a controlar su presión arterial en casa o programar una evaluación con su proveedor médico.
Yo ocasionalmente uso la aplicación de ECG en mi reloj inteligente para monitorizar mi frecuencia y ritmo cardíaco. A pesar de activarla correctamente, he comprobado que no es inusual recibir lecturas inexactas causadas por una mala calidad de la señal. Como médica, comprendo los matices y las implicaciones detrás de estas lecturas, así que no me resultan tan preocupantes los resultados no concluyentes como podrían serlo para alguien ajeno al sector sanitario. Para usuarios sin formación médica, esas lecturas podrían ser inquietantes e incluso provocar una visita innecesaria al hospital, solo para que les digan que los datos del reloj inteligente deben interpretarse con cautela. La tecnología debería complementar, no reemplazar, la atención profesional. En este sentido, la tecnología centrada en el consumidor es una cuestión de “y”, no de “o”.
Los wearables desempeñan un papel importante en el bienestar y la mejora del estilo de vida
Aunque no están diseñados para ser dispositivos de grado médico, los wearables son excelentes para rastrear métricas de bienestar y contribuir a cambios saludables en el estilo de vida. Un estudio del Journal of Medical Internet Research encontró que el 64% de los usuarios reportaron mejores resultados de salud cuando utilizaban las perspectivas de datos proporcionadas por sus dispositivos. Cualquier mejora en la salud es beneficiosa, así que si un reloj inteligente resulta útil para mantener una rutina de ejercicio y un estilo de vida equilibrado, entonces vale la pena la inversión personal.
Cuando se usan para los fines previstos, los wearables ofrecen muchas ventajas. Y aunque generan enormes cantidades de datos de salud, estos aún no son lo suficientemente confiables o estandarizados para funcionar por sí solos como una herramienta para manejar enfermedades crónicas. Sin embargo, se ha progresado sustancialmente, gracias al desarrollo de políticas como la Ley Cures del Siglo XXI, que exigía una mayor interoperabilidad entre los Historias Clínicas Electrónicas para que los pacientes pudieran acceder más fácilmente a sus propios datos. No obstante, esas regulaciones se aplicaban a sistemas clínicos y no se extendían a datos de otros canales, como aplicaciones y dispositivos de consumo.
Del mismo modo, la hoja de ruta “Kill the Clipboard” dada a conocer en julio tiene como objetivo modernizar el intercambio de datos eliminando formularios en papel y la recolección manual de datos. Este esfuerzo por facilitar el almacenamiento sin problemas y la accesibilidad de los datos del paciente enfatiza el uso de flujos de trabajo digitales y la interoperabilidad, construyendo sobre disposiciones de la Ley Cures como la obligatoriedad de API estandarizadas y la prohibición del bloqueo de información. Iniciativas como estas sientan las bases para que los datos generados por los consumidores eventualmente fluyan hacia los sistemas clínicos de una manera utilizable y conforme. Los pacientes se beneficiarán de la conveniencia que estos cambios brindarían, pero esto no debería lograrse a expensas de la privacidad y seguridad del paciente.
El uso de la recolección de datos para investigación no debe comprometer la confianza y la privacidad
No cabe duda de que los grandes conjuntos de datos son esenciales para avanzar en la investigación médica y responder a preguntas críticas de salud. Aprovechar estas perspectivas de manera responsable ayuda a identificar tendencias, mejorar las respuestas de salud pública y acelerar el desarrollo de nuevos tratamientos. Sin embargo, la confianza de los pacientes depende de la transparencia en cómo se recopilan, almacenan y comparten esos datos. Todos merecen la tranquilidad de saber que su información se maneja de manera ética. El elemento colaborativo del nuevo sistema de seguimiento de salud de la administración podría mejorar el flujo de datos, pero las preocupaciones en torno a la privacidad, el consentimiento y el uso potencial indebido dificultan determinar si los beneficios superan a los riesgos.
Para transformar los wearables de herramientas de bienestar en impulsores útiles del manejo de enfermedades, los datos que generan deben ser tan confiables como abundantes. Se necesitan marcos claros que regulen cómo se recopila y utiliza la información, junto con estándares para la precisión y fiabilidad de los dispositivos. Las reglas de interoperabilidad, como las ya existentes para dispositivos médicos certificados, deberían aplicarse a todas las tecnologías de salud para consumidores. Proteger los datos con fuertes salvaguardas de privacidad es fundamental para mantener la confianza de los pacientes, que es la máxima prioridad en todo momento. El futuro de la tecnología sanitaria es más prometedor cuando la innovación se combina con la evidencia para construir sistemas que fortalezcan —y no tensionen— las relaciones entre los pacientes y sus proveedores.
Como complemento de una atención integral, los wearables pueden contribuir absolutamente a un mejor bienestar, pero no serán el único factor determinante. Integrar completamente estos dispositivos en la prestación de atención es posible, pero requerirá tiempo y un firme compromiso de las industrias sanitaria y tecnológica para establecer estándares que verifiquen la fiabilidad de los wearables y de los datos generados.
Foto: LDProd, Getty Images
Lucienne Marie Ide, M.D., PH.D., es la fundadora y Directora Ejecutiva de Rimidi, una empresa de salud digital que apoya a los proveedores sanitarios en la prestación de monitorización remota de pacientes y manejo de enfermedades crónicas con software, servicios y dispositivos conectados integrados con las HCE. Aplica sus diversas experiencias en medicina, ciencia, capital riesgo y tecnología para liderar la estrategia y visión de Rimidi. Motivada por la creencia de que podemos hacerlo mucho mejor como individuos, en la industria y en la sociedad. Tras completar su internado en Obstetricia y Ginecología en UPMC, la Dra. Ide dejó la medicina clínica para unirse a las filas de los emprendedores sanitarios que intentan revolucionar una industria.
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