Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., se estima que entre 2,4 y 2,8 millones de estadounidenses padecen actualmente enfermedad inflamatoria intestinal (EII)1, una afección que se clasifica en dos tipos: la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Los síntomas generalmente incluyen diarrea persistente, dolor abdominal, fatiga y pérdida de peso involuntaria2.
De no tratarse, estas condiciones pueden causar daño intestinal permanente, incrementar el riesgo de cáncer de colon y provocar complicaciones sistémicas que afectan a otros órganos. Es más, los investigadores han descubierto que quienes padecen EII también presentan un mayor riesgo de desarrollar demencia.
La EII Acelera el Deterioro Cognitivo en Pacientes con Demencia
En un estudio publicado en la revista *Gut*, se investigó cómo la EII empeora la tasa de deterioro cognitivo en personas que ya viven con demencia. Los investigadores analizaron un amplio registro a nivel nacional y compararon dos grupos: individuos diagnosticados con demencia que posteriormente desarrollaron EII, y un grupo de control con demencia pero sin diagnóstico de EII. El objetivo fué medir las diferencias en el deterioro cognitivo a lo largo del tiempo utilizando el Mini-Examen del Estado Mental (MMSE), una prueba ampliamente utilizada para evaluar la función cognitiva3,4.
La población de estudio incluyó a 111 personas con demencia que posteriormente recibieron un diagnóstico de EII y a 1.110 personas con demencia sin EII. Ambos grupos eran similares en edad, género y nivel educativo.
- El deterioro cognitivo fue notable — Las personas con demencia que después desarrollaron EII perdieron casi un punto en el MMSE por año en comparación con aquellas sin EII. Para ponerlo en perspectiva, esto significa que sus habilidades de pensamiento, memoria y razonamiento declinaron a un ritmo mucho más acelerado. Como señaló el coautor Hong Xu, Ph.D.:5
“Nuestros resultados indican que la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) puede empeorar la función cognitiva en personas con demencia.”
- Se necesita más investigación para solidificar la conexión — Dado que la investigación sigue un modelo observacional, los autores no afirmaron una relación directa de causa y efecto. Sin embargo, los patrones consistentes en los datos dejan claro que la EII es una señal de alarma para cualquier persona con demencia.
- El futuro del tratamiento — Al establecerse esta conexión, Xu cree que se pueden crear nuevos tratamientos centrados en la EII y la demencia:6
“Esto abre la puerta a estrategias de cuidado más efectivas con un monitoreo más estrecho y tratamientos dirigidos, lo que hopefully podrá mejorar la calidad de vida de estos individuos.”
Más Evidencias Respaldan la Relación Entre Demencia y EII
En un análisis publicado en *Scientific Reports*, investigadores evaluaron si la EII está vinculada a un mayor riesgo de demencia mediante la combinación de datos de múltiples estudios poblacionales de todo el mundo. El equipo examinó 10 estudios observacionales que involucraban a 7.895.339 participantes en total, de los cuales 269.387 tenían EII7.
- El vínculo entre la EII y la demencia es claro — El equipo comparó las tasas de demencia en personas con EII frente a aquellas sin la afección. Su análisis reveló que las personas con EII tenían un 17% más de probabilidades de desarrollar demencia en general.
Desglosándolo más, ambos tipos principales de EII se asociaron con sus propios riesgos. Específicamente, la enfermedad de Crohn mostró una asociación más fuerte (26% más de riesgo) en comparación con la colitis ulcerosa (15% más de riesgo), lo que lleva a teorizar que el tipo y la severidad de la inflamación intestinal podrían influir de manera diferente en la salud cerebral.
- Una mirada más cercana a los números — Los hallazgos mostraron consistencia en la mayoría de los análisis de subgrupos. El riesgo elevado persistió independientemente de si las poblaciones de estudio provenían de países occidentales o asiáticos, lo que significa que el vínculo no depende únicamente de factores culturales o dietéticos.
Esto es importante porque significa que la conexión es probablemente biológica, arraigada en la enfermedad misma, y no solo en patrones de estilo de vida. Los hallazgos también se mantuvieron en análisis de sensibilidad, que son verificaciones que realizan los investigadores para ver si al eliminar algún estudio los resultados cambian drásticamente. En este caso, el patrón general se mantuvo estable, fortaleciendo la confiabilidad de la asociación.
- El análisis también exploró las duraciones del seguimiento — Algunos estudios incluidos en el metaanálisis siguieron a los participantes durante tan solo dos años, mientras que otros los rastrearon durante más de una década. Los tiempos de seguimiento más largos tendieron a mostrar diferencias más claras entre las personas con y sin EII, lo que sugiere que cuanto más tiempo está expuesto el cerebro a la inflamación intestinal crónica, mayor es el impacto acumulativo en la salud cognitiva.
- Una teoría sobre cómo la EII afecta la función cognitiva — El estudio apunta a varios procesos interconectados. La inflamación sistémica crónica — una característica distintiva de la EII — resulta en niveles elevados de citoquinas inflamatorias que circulan en el torrente sanguíneo. Estas atraviesan la barrera hematoencefálica donde alteran el delicado equilibrio químico del cerebro e interfieren con la comunicación entre neuronas. Con el tiempo, este ambiente inflamatorio contribuye a la neurodegeneración.
Por ejemplo, los investigadores señalaron la disbiosis intestinal — un desequilibrio en las poblaciones de bacterias que habitan en los intestinos. En una digestión saludable, las bacterias beneficiosas producen ácidos grasos de cadena corta (AGCC), que ayudan a regular la inflamación y mantienen la integridad de la barrera hematoencefálica.
En la EII, el equilibrio se inclina hacia bacterias dañinas, reduciendo estos compuestos protectores. Este desequilibrio conduce a un aumento de la permeabilidad intestinal, lo que permite que toxinas dañinas y subproductos bacterianos ingresen al torrente sanguíneo y alcancen el cerebro.
- La disrupción del eje intestino-cerebro es otro factor — Los cambios relacionados con la EII en los nervios intestinales y la señalización inmunológica pueden alterar directamente la función cerebral.
Los autores del estudio enfatizaron que, si bien los datos muestran una asociación consistente, la naturaleza observacional de los estudios incluidos significa que no pudieron probar con confianza que la EII cause directamente demencia. Sin embargo, aún hay una conclusión importante aquí — saber que la EII está vinculada con un mayor riesgo de demencia debería permitirle realizar cambios positivos en su estilo de vida para reducir la inflamación gastrointestinal y proteger su salud cerebral tanto como sea possible.
El Riesgo de Demencia Aumenta Tras el Diagnóstico de EII
Publicada en *Frontiers in Neurology*, una revisión sistemática del 2022 examinó si las personas desarrollan demencia con más frecuencia después de ser diagnosticadas con EII. Los investigadores agruparon datos de varios estudios poblacionales grandes, analizando un total de 2.334.472 participantes. Su objetivo fue comparar las tasas de demencia antes y después del diagnóstico de EII8.
- Los datos revelaron un patrón claro — El riesgo de demencia fue significativamente mayor después del inicio de la EII. Específicamente, los participantes tenían un 27% más de probabilidades de desarrollar demencia después de su diagnóstico de EII en comparación con la población general.
En contraste, las tasas de demencia no estaban elevadas en los años previos al diagnóstico de la EII, lo que respalda la hipótesis de que la enfermedad intestinal precedió y contribuyó a la posterior pérdida cognitiva.
Al desglosar aún más los resultados, los investigadores encontraron que la asociación entre la EII y la demencia fue consistente en todos los grupos de edad y sexos. Pacientes jóvenes, adultos mayores, hombres y mujeres mostraron un patrón similar de aumento del riesgo después del diagnóstico.
- La demencia y el deterioro de la salud intestinal están inexorablemente vinculados: En los estudios donde los períodos de seguimiento se extendieron más allá de los 10 años, el riesgo se mantuvo elevado, lo que indica que los efectos de la EII en la salud cerebral no se limitan a corto plazo.
El análisis de subgrupos también mostró tendencias similares entre la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Aunque investigaciones previas hallaron un riesgo ligeramente mayor con la enfermedad de Crohn, este estudio encontró que el aumento del riesgo de demencia era sustancial y estadísticamente significativo para ambas formas de EII.
- La inflamación sistémica crónica es una sospecha central: Al igual que el estudio de Scientific Reports, esta investigación también teoriza que las citoquinas inflamatorias atraviesan la barrera hematoencefálica. Una vez dentro, interrumpen la comunicación entre las células nerviosas, dañan las neuronas y desencadenan la neurodegeneración vinculada a la demencia.
En un sentido relacionado, los investigadores señalaron el papel de los metabolitos neurotóxicos derivados de los microbios intestinales, que son subproductos dañinos producidos por un microbioma intestinal desequilibrado. Estos subproductos viajan por el torrente sanguíneo hasta el cerebro, donde pueden interferir con la función cerebral normal y acelerar los procesos neurodegenerativos.
Los autores enfatizaron que los datos apoyaban una “asociación unidireccional”, lo que significa que el diagnóstico de EII ocurrió primero y la demencia le siguió. Aunque el diseño del estudio no prueba causalidad, los hallazgos dejan claro que la EII no es simplemente un subproducto de una demencia incipiente. Asimismo, reconocen las limitaciones de su estudio, señalando que lo contrario puede suceder:
“[L]os estudios actuales no consideraron suficientemente la temporalidad; la demencia es una enfermedad de progresión lenta con un período de incubación de varios años, por lo que la causalidad inversa y el resultado de una exposición conjunta son posibles.”
Maneja Tu EII con Estas Estrategias Naturales
Si te han diagnosticado EII, abordar la causa principal —la disfunción de la salud celular— es clave para lograr el bienestar. Dicho esto, aquí están mis recomendaciones para ayudarte a recuperar y tomar el control de tu salud digestiva:
Apoya tu salud celular para construir una base intestinal sólida: Te recomiendo que comiences reduciendo tu exposición a químicos disruptores endocrinos (EDC) y campos electromagnéticos (CEM). Otra estrategia que puede dar resultados inmediatos es minimizar tu consumo de ácido linoleico (AL), una toxina ubicua en la alimentación occidental.
Recomiendo minimizar tu ingesta de AL a menos de 5 gramos al día, pero si puedes reducirlo a menos de 2 gramos al día, eso es aún mejor. Para llevar un registro de tu consumo, te recomiendo descargar la próxima aplicación Mercola Health Coach. Tiene una función llamada “Seed Oil Sleuth”, que monitorea tu ingesta de AL hasta la décima de gramo.
Nutre el crecimiento de Akkermansia muciniphila posteriormente: Esta es una bacteria beneficiosa clave que desempeña un papel central en un microbioma equilibrado. Idealmente, debería comprender del 3% al 5% de tu población total de microbioma intestinal. Dicho esto, las frutas ricas en polifenoles como las bayas y los alimentos ricos en inulina como el ajo, los espárragos, los plátanos y los puerros ayudarán a aumentar tus niveles de Akkermansia.
También puedes tomar un suplemento de Akkermansia, pero primero pasa al menos seis meses sin aceites vegetales para permitir la recuperación mitocondrial y crear un entorno intestinal donde esta bacteria pueda prosperar.
Una vez listo, elige un suplemento con métodos de liberación avanzada, como cápsulas de liberación prolongada o la microencapsulación, que mantienen la bacteria protegida hasta que llega al colon —la parte que más necesita Akkermansia. Los métodos de liberación retardada aumentan el número de bacterias vivas que sobreviven al proceso digestivo, brindándote el mayor beneficio.
Protege tu intestino después del uso de antibióticos con Saccharomyces boulardii: Si absolutamente necesitas tomar un antibiótico por razones médicas, deberás repoblar tu intestino con bacterias beneficiosas después.
Cuando termines un ciclo de antibióticos, ayuda a tu microbioma a recuperarse tomando Saccharomyces boulardii, que es una levadura probiótica. Ayuda a prevenir la diarrea relacionada con los antibióticos y apoya el recrecimiento de bacterias intestinales saludables, haciendo que tu recuperación sea más suave y reduciendo el riesgo de un desequilibrio intestinal persistente.
Recurre a antimicrobianos naturales antes que a los antibióticos farmacéuticos: Aparte de los antibióticos farmacéuticos, prueba antimicrobianos a base de alimentos y hierbas que puedan abordar bacterias dañinas —incluyendo cepas resistentes a los medicamentos. Ejemplos potentes incluyen la miel medicinal, el ajo, el jengibre y el aceite esencial de tomillo. Estos agentes naturales ayudan a combatir infecciones causando menos disrupción al balance microbiano general.
Mejora tu estado de vitamina D y restaura la energía celular saludable: La vitamina D es clave para la salud intestinal. Procura una exposición diaria al sol alrededor del mediodía, cuando los rayos UVB son más fuertes, para permitir que tu cuerpo produzca vitamina D naturalmente. Sin embargo, hay una salvedad en esta recomendación, especialmente si has seguido una dieta alta en AL.
Espera hasta haber minimizado la ingesta de AL durante al menos seis meses antes de tomar el sol durante las horas pico, ya que la exposición a los UV combinada con altos niveles de AL en los tejidos de la piel puede desencadenar inflamación y daño en el ADN.
Se tardan alrededor de dos años en eliminar los aceites vegetales de tu sistema, siempre que hayas seguido una dieta baja en AL. Pero puedes acelerar este proceso aumentando tu consumo de grasa C15:0 (ácido pentadecanoico), que se encuentra en los lácteos de pastoreo. La mayoría de la gente obtiene 100 a 200 gramos de su comida por día, pero personalmente tomo 2 gramos, divididos con las comidas.
Finalmente, verifica si tus niveles están en el rango óptimo. Recomiendo que alcances 60 a 80 ng/mL (nanogramos por mililitro) para optimizar tu salud intestinal.
Posteriormente, es recomendable realizarse análisis de sangre con regularidad para mantenerlo.
Preguntas Frecuentes (FAQs) Sobre la Enfermedad Inflamatoria Intestinal y la Demencia
P: ¿Qué es la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) y por qué es una preocupación que va más allá del intestino?
R: La EII es una afección crónica que inflama el tracto digestivo, provocando síntomas como diarrea persistente, dolor abdominal, fatiga y pérdida de peso involuntaria. Si no se trata, puede causar daño intestinal permanente, aumentar el riesgo de cáncer de colon y desencadenar complicaciones en otros órganos, incluido el cerebro. Investigaciones recientes demuestran que la EII está vinculada a un mayor riesgo de padecer demencia.
P: ¿Cómo afecta la EII a la progresión de la demencia?
R: Un estudio publicado en la revista *Gut* halló que las personas con demencia que posteriormente desarrollaron EII experimentaron un deterioro cognitivo más acelerado. En promedio, perdían casi un punto más por año en el Examen Mini-Mental del Estado en comparación con pacientes de demencia sin EII. Esto significa que habilidades como el pensamiento, la memoria y el razonamiento se deterioraban a un ritmo notablemente más rápido cuando estaba presente la EII.
P: ¿Tener EII aumenta el riesgo de desarrollar demencia?
R: Sí. Una amplia revisión en *Scientific Reports* que analizó a 7.895.339 personas encontró que aquellas con EII tenían un 17% más de probabilidades de desarrollar demencia. La enfermedad de Crohn presentó la asociación más alta, con un riesgo aumentado del 26%, mientras que la colitis ulcerosa mostró un aumento del 15%. El riesgo fue consistente independientemente de la edad, el sexo y la región geográfica.
P: ¿Qué podría explicar la relación entre la EII y la demencia?
R: Intervienen varios mecanismos. La inflamación sistémica crónica libera citoquinas, compuestos inflamatorios que pueden atravesar la barrera hematoencefálica y dañar las células cerebrales. Los desequilibrios en el microbioma intestinal también reducen compuestos protectores y aumentan la permeabilidad intestinal (“intestino permeable”), permitiendo que toxinas y subproductos bacterianos ingresen al torrente sanguíneo y lleguen al cerebro. Esta combinación altera la química cerebral, daña las neuronas y acelera el declive cognitivo.
P: ¿Cuáles son estrategias naturales para manejar la EII?
R: Las recomendaciones incluyen minimizar estresores mitocondriales como aceites vegetales, químicos disruptores endocrinos y campos electromagnéticos. Para optimizar la salud, se puede comenzar con carbohidratos de fácil digestión para apoyar la reparación intestinal. Además, tomar probióticos como *Akkermansia muciniphila*, suplementar con *Saccharomyces boulardii* después de un tratamiento con antibióticos, probar antimicrobianos naturales y optimizar los niveles de vitamina D mediante una exposición solar segura también contribuyen a una mejor salud intestinal.
