La ex primera dama de Costa de Marfil, Simone Gbagbo, de 76 años, es la sorprendente inclusion en la lista de cinco candidatos que han sido oficialmente aprobados para contender en las elecciones presidenciales del próximo mes.
Ella se enfrentará al presidente Alassane Ouattara, de 83 años, quien asumió el poder después de que ella y su exmarido, Laurent Gbagbo, fueran capturados en un búnker presidencial durante el conflicto que siguió a las elecciones de 2010.
Pero al ex presidente se le ha impedido participar en los comicios, junto con el ex primer ministro Pascal Affi N’Guessan y el ex director ejecutivo del banco Credit Suisse, Tidjane Thiam.
Sus descalificaciones han generado preocupación sobre la legitimidad de la votación del 25 de octubre y ha avivado los temores de inestabilidad.
Thiam, descalificado por el Consejo Constitucional debido a su previa ciudadanía francesa, calificó la decisión como “un acto de vandalismo democrático” y acusó a la administración de Ouattara de orquestar unas “elecciones amañadas” para aferrarse al poder.
Ouattara asumió la presidencia en 2011, tras la arresto de Laurent Gbagbo, quien se negó a aceptar la derrota en las elecciones de 2010.
Originalmente, Ouattara estaba restringido a servir dos mandatos, pero una reforma constitucional en 2016 le permitió buscar la reelección en 2020, en unos comicios que fueron boicoteados por la oposición.
Ganó esas elecciones por mayoría abrumadora, con al menos 85 personas muertas en los disturbios posteriores. Más tarde declaró que se postularía para un cuarto mandato.
Laurent Gbagbo ha sido inhabilitado por el Consejo Constitucional para postularse a la presidencia debido a una condena penal del 2018.
Fue sentenciado en ausencia por saquear el banco central durante la crisis política que afectó a Costa de Marfil tras las elecciones de 2010.
Aunque recibió un indulto presidencial en 2020, este no restauró su derecho a votar ni a postularse para un cargo.
También enfrentó cargos separados por crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional (CPI), pero fue absuelto.
Para Simone Gbagbo, su candidatura no solo es políticamente significativa, sino también poderosamente simbólica en un país donde las mujeres siguen estando subrepresentadas en el liderazgo nacional.
Solo el 30% de los parlamentarios marfileños son mujeres, y pocas han ocupado cargos senior en el gobierno.
Una vez apodada “La Dama de Hierro”, Simone Gbagbo está ahora posicionada para convertirse en la candidata presidencial femenina más fuerte en la historia de Costa de Marfil.
Ella y la ex ministra Henriette Lagou Adjoua, que representa a la coalición Socios Políticos por la Paz, son las dos mujeres cuya candidatura fue aprobada por el Consejo Constitucional.
Simone Gbagbo ha tenido una larga y activa carrera en la política marfileña, incluso como diputada, que luego fue eclipsada por su papel en la violencia posterior a las elecciones de 2010 en la que murieron más de 3.000 personas.
Esto llevó a que fuera sentenciada a 20 años de prisión en 2015 por un tribunal de Costa de Marfil.
Sin embargo, se le concedió amnistía tres años después por el presidente Ouattara para fomentar la reconciliación. A diferencia de su exmarido, la condena no llevó a su eliminación del registro electoral.
La CPI también había presentado cargos en su contra en 2012, pero estos fueron retirados aproximadamente nueve años después.
Desde entonces, ha estado reconstruyendo silenciosa y metódicamente su base política, tras su ruptura con el Frente Popular Marfileño (FPI), el partido que cofundó con su exmarido, el ex presidente Gbagbo.
Su eslogan de campaña es un llamado a “construir una nueva nación” dentro de “un África soberana, digna y próspera”.
“Su aprobación legitima la idea de que las mujeres marfileñas pueden aspirar al cargo más alto, independientemente de su pasado, edad o género. Ella no es solo una candidata; es un símbolo”, dijo el analista político local Severin Yao Kouamé.
No está claro si Laurent Gbagbo, ahora inhabilitado para las elecciones, apoyará a su exesposa.
Estuvieron casados por más de 30 años, compartiendo una vida de militancia política, encarcelamiento y gobierno. Se divorciaron en 2023.
La campaña electoral oficial comienza el 10 de octubre.
El país tiene 8,7 millones de votantes registrados y existe el temor de que la exclusión de algunos de los otros candidatos pueda erosionar la confianza pública y provocar nuevos disturbios.
Aún así, todos estarán pendientes de si Simone Gbagbo puede redefinir la narrativa de liderazgo y convertirse en presidenta.
