Banca digital del euro.
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El Banco Central Europeo (BCE) continúa adelante con sus planes de lanzar un euro digital para 2029, a pesar de las crecientes preocupaciones de legisladores, asociaciones bancarias y defensores de la privacidad sobre su impacto en la libertad y la estabilidad financiera.
La propuesta de moneda digital de banco central (CBDC) pretende ofrecer una alternativa digital pública al efectivo. No obstante, los críticos advierten que podría ocasionar problemas a la banca comercial y abrir la puerta a la vigilancia financiera. Piero Cipollone, miembro del comité ejecutivo del BCE, defendió el plan durante su comparecencia ante el Parlamento Europeo, afirmando que el euro digital es un “bien público” que garantizaría pagos accesibles, incluso durante crisis. “El euro digital complementará al efectivo, no lo reemplazará, y cumplirá con los más altos estándares de privacidad”, aseguró Cipollone, al explicar una posible versión para pagos sin conexión y un diseño en el que el BCE “no sabrá nada sobre el pagador y el beneficiario”.
La hoja de ruta de cuatro años del BCE para el lanzamiento del euro digital
El proyecto del euro digital comenzó en 2020 con un informe del BCE impulsado por el distanciamiento social durante la pandemia, seguido de una fase de investigación en 2021. Tras tres años de pruebas técnicas y consultas públicas, el proyecto entró en fase de preparación a finales de 2023, con el BCE redactando un manual de normas y presentando propuestas legislativas. El calendario actual exige que el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo y la Comisión Europea finalicen la legislación a mediados de 2026, seguido de tres años de desarrollo de infraestructuras, con el objetivo de un lanzamiento en 2029.
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El BCE espera que el euro digital sea una solución de pago rápida y de bajo coste que mejore la inclusión financiera y fortalezca la soberanía monetaria europea ante el declive del uso del efectivo y el auge de las criptomonedas privadas. También podría agilizar los pagos transfronterizos dentro de la eurozona y fomentar una mayor integración económica.
Legisladores y bancos rechazan el plan del euro digital
A pesar de estas ambiciones, el euro digital enfrenta una férrea oposición. Los parlamentarios europeos argumentan que permitir a los ciudadanos tener cuentas en el banco central podría drenar los depósitos de la banca comercial y amenazar su estabilidad financiera y su capacidad de préstamo a largo plazo. La Asociación de Bancos Alemanes ha advertido de que las salidas de depósitos podrían debilitar las relaciones con los clientes y aumentar los costes de los préstamos, y abogan por límites estrictos de tenencia de 3.000 a 4.000 euros por usuario. El Grupo Europeo de Cajas de Ahorros también afirmó que el euro digital podría captar más de un tercio de las transacciones con tarjeta y erosionar los ingresos bancarios por comisiones de pago.
Una consulta pública en 2021, de la que respondieron mayoritariamente alemanes, arrojó resultados ambiguos. La mayoría de los encuestados se mostró a favor de la CBDC, pero exigiendo salvaguardias muy estrictas para la privacidad.
Entusiasmo global decreciente por el efectivo digital
A nivel global, las CBDC pierden fuelle. Hace tres años, había más de 170 proyectos en desarrollo, pero economías avanzadas como Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Dinamarca y Suecia han reducido o aparcado sus planes, alegando demasiadas preocupaciones sobre la privacidad y una demanda pública insuficiente. La Cámara de los Lores del Reino Unido tachó a las CBDC de “solución en busca de un problema”, un sentimiento compartido por algunos críticos de la eurozona que cuestionan la necesidad del euro digital dados los sistemas de pago existentes.
El plan del BCE para el euro digital aún enfrenta oposición
El BCE sigue siendo uno de los pocos bancos centrales en economías avanzadas comprometido con una CBDC minorista, pero su éxito depende de la aprobación parlamentaria, que podría retrasar o cambiar radicalmente el proyecto. Críticos como el investigador económico Julien Prat advierten de posibles corridas bancarias si los depositantes trasladan fondos rápidamente a carteras de euro digital durante las crisis; mientras que otros, como Jézabel Couppey-Soubeyran, señalan que la ciudadanía no está convencida por los políticos respecto a los riesgos potenciales para la privacidad y sigue demandando salvaguardias más sólidas.
Por ahora, el euro digital representa una paradoja: se presenta como vital para la independencia financiera de Europa, pero es profundamente contestado en casa. Mientras el BCE navega la oposición, el destino del proyecto dependerá de encontrar un equilibrio entre la innovación y las preocupaciones de la banca, los legisladores y, con suerte, los ciudadanos de la UE.
