La mayoría de las personas cree que la fatiga crónica, la niebla mental o la lenta recuperación tras el estrés, enfermedades o el esfuerzo cotidiano son simplemente parte del envejecimiento. Pero detrás de esos síntomas, a menudo hay un desequilibrio más profundo—uno que comienza en las mitocondrias, las pequeñas centrales eléctricas dentro de tus células.
Cuando tus células están sobresaturadas de combustible y carecen de capacidad para procesarlo eficientemente, el sistema se atasca. En lugar de producir energia constante, tus mitocondrias empiezan a dejar escapar electrones, generando estrés interno que daña tu ADN, proteínas y membranas celulares.
No se trata solo de oxidación. Es algo llamado estrés reductor—un embotellamiento de electrones que silenciosamente prepara el escenario para problemas mayores. El estrés reductor es la primera señal de alerta de que tu metabolismo está estancado. Mucho antes de que enfermedades como la diabetes tipo 2 o el hígado graso aparezcan en análisis clínicos, tus mitocondrias ya están abrumadas.
Lo que desde afuera parece una alimentación limpia o un estricto plan bajo en carbohidratos, en realidad podría estar alimentando el problema desde dentro. Mi artículo, publicado en *Free Radical Biology and Medicine*, revela cómo se desarrolla esta sobrecarga oculta—y por qué es hora de repensar las causas raíz del colapso metabólico.1
También puedes descargar una versión simplificada de este artículo, reescrita en términos accesibles para facilitar la comprensión de la ciencia.
Demasiado combustible, poco flujo—Cómo el estrés reductor paraliza tu motor celular
Mi artículo destaca una causa menos conocida de enfermedades crónicas: el estrés reductor.2 Esto ocurre cuando tus células están saturadas de moléculas ricas en electrones como NADH (nicotinamida adenina dinucleótido) y NADPH (la forma reducida de nicotinamida adenina dinucleótido fosfato).
Estos compuestos deberían ayudar a generar energía, pero cuando hay demasiados, obstruyen tus mitocondrias—la parte de tus células responsable de la producción energética. ¿El resultado? Tus células no pueden generar energía adecuadamente, y esa disfunción juega un papel central en problemas como diabetes tipo 2, hígado graso y pérdida de memoria.
La figura anterior muestra cómo tus mitocondrias producen energía moviendo electrones a través de una serie de pasos, lo que también crea un flujo de protones que impulsa la producción de ATP. En condiciones normales, los electrones entran en puntos específicos y avanzan por una cadena de complejos proteicos, ayudando eventualmente a convertir oxígeno en agua.
Al mismo tiempo, este proceso genera una presión (gradiente de protones) que impulsa el motor energético celular, llamado ATP sintasa. El equilibrio de este sistema es crucial—si se altera, lleva a un exceso de estrés oxidativo (por radicales libres dañinos) o estrés reductor (por acumulación de electrones).
• Cuando el combustible se acumula, crea un embotellamiento en tu sistema energético—Mi artículo analizó décadas de investigación y descubrió que comer en exceso—incluyendo carbohidratos y grasas—sobrecarga tus mitocondrias. En lugar de funcionar sin problemas, el sistema energético se bloquea. Esto fuerza a los electrones a fugarse, produciendo moléculas de oxígeno inestables que dañan tus células. Incluso si el estrés oxidativo no era el problema inicial, esta sobrecarga termina desencadenándolo.
• Demasiado de algo bueno detiene tu metabolismo—Normalmente, tus mitocondrias usan un flujo constante de electrones para crear energía. Pero cuando el flujo es demasiado intenso, la presión aumenta y todo el sistema comienza a fallar. Tu cuerpo produce menos energía—y al mismo tiempo, se acumula más daño dentro de tus células. Es una disrupción grave en cómo tu cuerpo usa los alimentos para mantenerse vivo.
• No sentirás el estrés reductor de inmediato, pero ya está causando daño—Lo más alarmante del estrés reductor es que comienza en silencio. Puedes sentirte cansado, desconcentrado o simplemente “raro”, pero tus análisis de sangre no mostrarán nada inusual.
Sin embargo, en lo profundo de tus células, proporciones clave como NADH/NAD+ están muy desequilibradas. Esto ralentiza casi todos los procesos que tu cuerpo usa para quemar grasa, regular el azúcar en sangre y reparar daños. Si no corriges el desbalance, eventualmente surgirán enfermedades crónicas.
• La tabla anterior explica dónde actúan ciertas moléculas clave en tus células y qué hacen para mantener todo funcionando—Moléculas como NADH, FADH2 y glutatión ayudan a tus células a gestionar energía y protegerse del daño. Pero si hay demasiadas formas “reducidas” (las que portan electrones extra), sobrecargan tus mitocondrias.
Esto ralentiza la producción de energía, crea subproductos dañinos llamados especies reactivas de oxígeno (ROS) y genera estrés o daño celular.
