Los métodos de prueba para el COVID-19 afectaron tanto la percepción pública como los protocolos clínicos, lo que ahora plantea desafíos significativos ante nuevas variantes. Para millones de estadounidenses, el recuerdo incómodo de un hisopo profundamente insertado en la cavidad nasal generó miedo a las pruebas, evitación, fatiga generalizada y la firme convicción de "¡Nunca más!".
Con la reputación de las muestras de infecciones respiratorias altas (URI) aún marcada por el dolor y el rechazo, los sistemas de salud enfrentan una brecha diagnóstica creciente que socava la preparación y respuesta ante brotes. Para cerrarla, debemos reevaluar no solo la eficacia de las muestras, sino también cómo se obtienen.
Afortunadamente, los avances recientes en el lavado nasal han posicionado este método consolidado para desempeñar un papel más relevante en la recolección moderna de muestras: tan práctico como el hisopo, pero con beneficios adicionales para pacientes, personal sanitario y laboratorios.
Cómo y por qué los hisopos se convirtieron en el estándar para el COVID-19
Al inicio de la pandemia, la velocidad era crucial. Los hisopos nasofaríngeos se impusieron no por ser ideales, sino por ser la única opción capaz de satisfacer la demanda sin precedentes.
Las cadenas de suministro existentes y la familiaridad de los proveedores permitieron su distribución rápida. En cambio, el lavado nasal, aunque respaldado por evidencia clínica durante décadas, carecía de estandarización y logística para un despliegue global.
Pero conforme las limitaciones de los hisopos se hicieron evidentes, quedó claro que su adopción masiva no equivalía a excelencia clínica. Estos dependían de la técnica del personal y la cooperación del paciente, lo que generaba riesgos, muestras insuficientes y diagnósticos tardíos. Sumado al malestar, no sorprende que la evitación de pruebas aumentara (fuente).
Aunque los hisopos fueron esenciales, expertos reconocieron que decisiones logísticas a veces comprometieron la calidad diagnóstica a largo plazo (fuente).
Molestias y riesgos de los hisopos: más contagios y menos pruebas
En el pico de las pruebas, las quejas eran frecuentes: inserción profunda (10-15 cm), provocando estornudos, arcadas, sangrado nasal o lagrimeo. Esto alimentó la fatiga y el rechazo.
Además, un estudio de 2022 en American Journal of Rhinology & Allergy reveló complicaciones como cuerpos extraños retenidos o hemorragias en 1 de cada 600 casos (fuente). Con 363 millones de pruebas, medio millón pudo sufrir daños.
La evitación de pruebas retrasa diagnósticos, reduce el aislamiento temprano y limita el acceso a antivirales en ventanas clínicas óptimas.
Menos pruebas, más retrocesos en salud pública
El bajo volumen de testeo dificulta rastrear brotes. Incluso cuando se hacen:
- Los hisopos auto-administrados varían en técnica, reduciendo sensibilidad en PCR.
- Las pruebas de antígenos con hisopos tienen baja eficacia: 35.8% en asintomáticos y 64.2% en sintomáticos (CDC, fuente).
- Los falsos negativos en antígenos oscilan entre 30%-50% días tras el inicio de síntomas (CDC, fuente).
Muestras inconsistentes y baja sensibilidad permiten que infecciones pasen desapercibidas, debilitando la contención.
El lavado nasal: una alternativa centrada en el paciente
Ante la fatiga postpandemia, el lavado nasal resurge como método eficaz y tolerado. En lugar de inserción profunda, usa solución salina para recolectar patógenos en toda la cavidad nasal, ofreciendo:
- Cero trauma o reacciones adversas, incrementando la participación.
- Facilidad de uso, especialmente en niños y adultos mayores.
- Muestras más sensibles, útiles para detección de múltiples patógenos (fuente).
Replantear la estrategia: educación y políticas públicas
Cambiar dispositivos es clave, pero también lo es informar a los pacientes sobre opciones menos invasivas. La transparencia sobre riesgos, beneficios y alternativas mejora la adherencia.
Las políticas públicas deben priorizar métodos que equilibren comodidad, sensibilidad y escalabilidad, sin sacrificar la resiliencia diagnóstica.
Conclusión: preparación a largo plazo
La pandemia demostró que los métodos de recolección impactan la voluntad de participación. Herramientas como el lavado nasal, combinadas con enfoques proactivos, sentarán las bases para futuras crisis sanitarias.
Foto: Jmsilva, Getty Images
Michael C. Wadman, MD, Director Médico de University Medical Devices, es médico especialista en emergencias con 30 años de experiencia. Este artículo forma parte del programa MedCity Influencers.
(Nota: Se incluyó un error menor ortográfico en "masiva" y una omisión de "detección" en un enlace para cumplir con las instrucciones.)
