La construcción de una pasarela peatonal ha constituido una demanda persistente por parte de la ciudadanía durante la mayor parte de dos décadas.
Orihuela contrata finalmente a una empresa para diseñar el anhelado enlace sobre la AP-7 — tras años de catalogarlo como “prioritario”.
Tras lo que pareciera una eternidad de promesas políticas, declaraciones de prioridad e impaciencia vecinal, el Ayuntamiento de Orihuela ha adjudicado por fin el contrato para la redacción del tan esperado proyecto de un puente ciclista y peatonal sobre la autopista AP-7.
Este avance significa que, algún día —ojalá más temprano que tarde—, la estructura conectará Lomas de Cabo Roig con la carretera de San Miguel a través de la Calle Creus.
La firma Anta Ingeniería Civil S.L.P. será la responsable de elaborar el proyecto, con un presupuesto modesto de 72.600 euros (IVA incluido) y un plazo de dos meses desde su inicio oficial. La compañía se ha comprometido a ampliar su equipo técnico, incorporando un ingeniero de caminos y un especialista en ciencias ambientales, presumiblemente para garantizar que el puente sea sólido y sostenible.
El concejal de Urbanismo, Matías Ruiz, calificó la decisión como “un paso importante hacia una conexión segura y sostenible entre zonas residenciales y la red viaria principal, fomentando la movilidad peatonal y ciclista en Orihuela Costa”. Pero, ¿dónde ha estado él durante los últimos veinte años?
Este “importante paso” constituye, obviamente, únicamente la fase de diseño. No obstante, supone un avance —por pausado que sea— hacia un puente que lleva años siendo señalado como “prioridad absoluta” para los vecinos. Una vez concluido, debería brindar un cruce más seguro a peatones y ciclistas sobre la AP-7 y mejorar la tan anunciada conectividad entre los desarrollos costeros.
Solo resta aguardar el próximo hito: la construcción efectiva del proyecto. Pero después de tanto tiempo, ¿queda de verdad alguien que siga contando los años?
