Kevin O’Leary cree que puedes hacer tu trabajo cuando quieras, siempre que lo entregues a tiempo | Créditos: Instagram/ @kevinolearytv
Kevin O’Leary, el inversor de lengua afilada de Shark Tank, causó revuelo esta semana al tildar la semana laboral de cuatro días como “la idea más estúpida que he escuchado jamás”. Incluso con mayor sarcasmo, respecto a la idea de una semana de 32 horas, O’Leary añadió: “Creo que deberíamos dejar que los franceses adopten una semana de dos días y luego patearles el trasero a nivel internacional”.
El multimillonario de 70 años desestimó el concepto en Fox News, declarando que “ya no existe tal cosa como una semana laboral” en la era digital.
O’Leary defiende un enfoque basado en resultados y el teletrabajo, insistiendo en que los plazos importan más que las horas trabajadas. Reconoció que el horario tradicional de 9 a 5, cinco días a la semana, ya no es lo que era. De hecho, con el 40% de su equipo trabajando de forma remota en todo el mundo, admitió que no le importa cuándo trabajan sus empleados, siempre que cumplan a tiempo.
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“En la economía digital pospandemia, ya no existe eso de una semana laboral”, añadió. Pero su arrebato llega en medio de un creciente impulso global. Programas piloto, como el experimento de Microsoft en Japón en 2019, registraron un aumento del 40% en productividad y ahorros significativos en servicios básicos.
Los resultados de la semana de cuatro días son positivos
En Europa, donde se dice que aumenta la productividad y el bienestar laboral, y en Islandia, donde se realizaron pruebas a gran escala, los resultados han sido totalmente positivos. En Alemania, dio lugar a beneficios claros. Francia introdujo esquemas piloto para padres trabajadores el año pasado. Mientras tanto, en Reino Unido, varias empresas, incluida Atom Bank, implementaron un modelo 100:80:100—80% de horas por 100% de salario—demostrando que la productividad se mantuvo estable. UK Research and Innovation halló que reduce el estrés y las enfermedades, aumenta la retención de empleados y no afecta la productividad.
En EE.UU., la idea ha llegado al Capitolio. El senador Bernie Sanders presentó la Ley de la Semana Laboral de 32 Horas, que busca eliminar un día laboral sin reducir el salario, respaldada por el congresista Mark Takano y miembros del caucus progresista.
California, Hawái, Maryland y Vermont se centran en programas piloto y grupos de trabajo para evaluar los beneficios en empleados públicos.
Los defensores argumentan que una semana más corta reduce el agotamiento, mejora la moral y aumenta la productividad. Un ensayo británico en 2022 encontró que la rotación de empleados cayó un 57%, los días por enfermedad un 65%, y el 92% de las empresas participantes decidieron mantener el sistema.
El 77% de los encuestados por Gallup están a favor
Para los trabajadores, una semana de cuatro días no solo significa un fin de semana más largo, sino flexibilidad y equilibrio vida-trabajo, además de minimizar el burnout. Según una encuesta de Gallup, el 77% de los empleados afirma que una semana de cuatro días, incluso si siguen trabajando 40 horas, tendría un impacto positivo en su bienestar.
Los críticos, incluido O’Leary, advierten que un mandato restringiría demasiado a las empresas y afectaría el servicio al cliente. Las pymes temen costos ocultos y la pérdida de horas extras. Las industrias de servicios temen brechas de cobertura. Los legisladores republicanos cuestionan si perjudica a sectores que aún dependen de las horas humanas.
El Congreso está en un punto muerto. El proyecto de Sanders enfrenta oposición bipartidista y acusaciones de sobrecargar a los empleadores. El avance es lento, pero los experimentos estatales continúan. Las pruebas en sectores públicos y privados mantienen viva la conversación.
En este contexto, los desdenes de O’Leary reflejan una resistencia obstinada al cambio. Él insiste en que el rendimiento remoto y por proyectos importa más que los días trabajados. Pero, mientras los mercados globales reportan beneficios amplios, los críticos de la reforma enfrentan pruebas contundentes. La semana de cuatro días ya no es un idealismo ingenuo, sino un cambio potencialmente transformador respaldado por datos y resultados reales. Las olas de cambio podrían acabar con su cinismo.
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