La Costa Cálida siempre ha sido un tramo de litoral español más tranquilo y menos comercial. Tradicionalmente, las familias españolas han veraneado en esta zona, a menudo alojándose en segundas residencias heredadas por generaciones. Estos encuentros familiares constituyen un pilar fundamental del turismo local y contribuyen a preservar el ritmo de vida más pausado de la región.
No obstante, los compradores y turistas extranjeros suelen centrarse en urbanizaciones de interior y campos de golf, a unos quince minutos de la costa. Estas áreas frecuentemente fueron concebidas específicamente para el alquiler vacacional, atrayendo a visitantes que gastan en bares, cafeterías y comercios locales. Por supuesto, los residentes de estos complejos no suelen utilizar los servicios de la misma manera, por lo que los turistas generan la mayor parte del comercio.
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Cubriendo las necesidades de alojamiento
El alquiler vacacional es realmente importante a lo largo de la Costa Cálida, especialmente dada la escasez de hoteles en la costa. A menudo representa la opción más sencilla para familias que viajan juntas, incluyendo abuelos, padres y niños.
Aunque el gobierno regional ha anunciado planes para 16 nuevos hoteles en los próximos años, lo que ofrecerá más opciones a los visitantes. Por ahora, el alquiler vacacional es clave para garantizar el alojamiento, además de apoyar a comercios locales, bares, restaurantes y empleo.
Impacto económico de los alquileres vacacionales
Los alquileres vacacionales contribuyen significativamente a la economía local. Según datos recientes, la Región de Murcia recibió 1,16 millones de visitantes internacionales en 2024, estableciendo un récord turístico. Estos visitantes gastaron aproximadamente 1.600 millones de euros, lo que indica un impacto económico sustancial.
Paul, un agente inmobiliario local, señala: “Algunos complejos se crearon pensando en alquileres vacacionales; su gasto diario es muy superior al de los residentes. Si la demanda cae, los comercios, bares y restaurantes de la urbanización podrían cerrar. Reflexionen sobre qué es lo mejor para su zona”.
El turismo sostiene empleos locales, mantiene abiertos comercios, bares y restaurantes, y ayuda a conservar los servicios de los que depende la zona. Para muchas urbanizaciones de interior, el gasto de los visitantes sustenta el empleo en tiendas, servicios de limpieza, mantenimiento y hostelería.
Regulación y participación ciudadana
Las nuevas normas de 2025 exigen que todos los alquileres de temporada se registren a nivel nacional y permiten a las comunidades bloquear su uso turístico mediante votación. Si bien los alquileres ilegales son una preocupación nacional, en Murcia se han detectado muy pocos, alrededor de 200 anuncios eliminados, muchos menos que en regiones altamente turísticas como Baleares o Andalucía, donde se han retirado decenas de miles.
Los medios internacionales a menudo se centran en los desafíos de algunas ciudades españolas concretas en lugar de en el panorama completo. La mayoría de los residentes de esta zona acogen con agrado el comercio, disfrutando de un ritmo de vida más tranquilo mientras se benefician económicamente. Se apoya la regulación, pero no votar a favor de los alquileres vacacionales podría amenazar la economía local, la cual depende del turismo para mantener empleos, sostener comercios, bares y restaurantes, y preservar los servicios esenciales de la área.
Gestión de alquileres y necesidades comunitarias
Aunque existe regulación, el menor número de alquileres vacacionales en la región hace que se perciban los beneficios económicos sin las mismas presiones infraestructurales que en otros lugares. Aquí, el equilibrio entre las necesidades de los residentes y el gasto de los visitantes es delicado. Las viviendas costeras son en su mayoría propiedad de familias españolas, mientras que los compradores extranjeros y turistas se concentran en resorts de interior. Esta distinción implica que las decisiones sobre políticas de alquiler afectan no solo a la economía local, sino también al carácter a largo plazo de estas comunidades.
Por ahora, la región demuestra que es posible regular los alquileres vacacionales sin socavar los beneficios que aportan, siempre que las comunidades sopesen cuidadosamente el impacto sobre el empleo, los servicios y la vida local.
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