Dos Lugares Sin Límites de Velocidad

Solo dos lugares en el planeta permiten a los conductores alcanzar la velocidad máxima sin restricción alguna.
Créditos: ESB Professional, Shutterstock

Sin límites, sin radares: dos carreteras europeas aún te permiten pisar a fondo. En una época en la que casi todos los países reducen los límites de velocidad para salvar vidas, recortar emisiones y calmar el tráfico, aún perduran dos sitios singulares donde se puede acelerar a fondo de forma legal – sin cámaras, sin límites, sin preguntas.

Ambos se encuentran en Europa. Y para los amantes del automóvil y la moto, son el sueño hecho realidad.

La Isla de Man: el paraíso del motociclista sin límites de velocidad

Entre Gran Bretaña e Irlanda se halla la Isla de Man, una pequeña y agreste isla que parece anclada en el tiempo – especialmente en lo que a normativa vial se refiere. Aquí, en la mayoría de las carreteras rurales, no existe un límite de velocidad oficial. Puedes conducir tan rápido como desees, siempre que mantengas el control y respetes las normas de seguridad.

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No es casualidad. La Isla de Man tiene un idilio de larga data con la velocidad. Cada año acoge el legendario Tourist Trophy (TT), una de las carreras de motociclismo más peligrosas y emocionantes del mundo. Los pilotos surcan carreteras estrechas y sinuosas a más de 300 km/h, rozando viviendas, comercios y muros de piedra con una precisión pasmosa.

Mas esa pasión tiene un precio. La competición se ha cobrado la vida de 156 pilotos desde su instauración hace más de un siglo – un crudo recordatorio de que la libertad en la carretera también puede ser letal.

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La decisión de la isla de mantener sus vías sin restricciones no obedece únicamente a la tradición; es una cuestión de independencia. Como territorio autogobernado dependiente de la Corona británica, la Isla de Man legisla su propio código de circulación, al margen del Reino Unido. Sus habitantes se enorgullecen de dicha autonomía, aunque la mayoría de los conductores no la exploten realmente.

A pesar de la ausencia de límites, los residentes suelen conducir con sensatez. El terreno es montañoso, las carreteras son angostas y el tiempo puede cambiar de improviso. Así pues, aunque el reglamento diga “sin límites”, la mayoría comprende que no es prudente actuar como en una carrera. Y en los núcleos urbanos, la cosa cambia por completo – las zonas pobladas imponen rigurosos topes de 20 a 30 km/h, que se aplican con el mismo rigor que en cualquier otro sitio.

Alemania: la Autobahn donde la velocidad aún es la reina

El otro lugar donde puedes dar rienda suelta legalmente a tu piloto interno de Fórmula 1 es Alemania. Su famosa red de Autobahns sigue siendo el único sistema de autopistas importante del mundo donde los conductores pueden ir tan rápido como les permita su vehículo – al menos, en ciertos tramos.

Aproximadamente dos tercios de la Autobahn carecen de límite de velocidad fijo. En su lugar, existe una recomendación de 130 km/h, que la mayoría de los conductores interpretan como una sugerencia, no como una norma. En el tercio restante, los límites sí aplican – generalmente por motivos de seguridad o medioambientales.

Para los alemanes, la Autobahn es más que una autopista. Es un símbolo de precisión, ingeniería y responsabilidad personal. No obstante, también es fuente de acalorados debates.

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Los grupos ecologistas llevan años reclamando límites de velocidad nacionales, arguyendo que una conducción más lenta reduciría las emisiones y el consumo de combustible. Los defensores de la seguridad, asimismo, señalan que Alemania registra más fallecidos en carretera que Francia, pese a contar con infraestructuras similares.

Aún así, la mayoría de los alemanes parecen aferrarse a su derecho a conducir rápido. Una encuesta de 2021 reveló que, en cualquier caso, el 77% de los usuarios de la Autobahn circula por debajo de 130 km/h – prueba de que la cultura del “sin límite” tiene más que ver con la libertad de elegir que con la velocidad temeraria.

Y aunque las redes sociales a menudo muestren virales de coches de lujo superando los 300 km/h, esos instantes constituyen la excepción, no la norma. Para la mayoría, basta con saber que podrían ir más rápido si así lo quisieran.

Libertad, peligro y la emoción de la carretera abierta

La Isla de Man y Alemania son dos de los últimos rincones del globo donde la carretera abierta aún se percibe como tal. Se erigen como rarejas en un mundo cada vez más definido por regulaciones, cámaras y controles digitales de velocidad.

Para los buscadores de emociones fuertes, representan una libertad poco común – la oportunidad de poner a prueba tanto la máquina como los nervios. Pero también sirven de recordatorio: a mayor velocidad, mayor responsabilidad.

Así que, ya sean las rectas rugientes de la Autobahn o los acantilados serpenteantes de la Isla de Man, una cosa es segura – estas carreteras no se tratan solo de conducir. Se tratan de sentirse vivo.

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