Una mañana en Denver, mientras el artista John Knuth preparaba su exposición en la galería David B Smith, la policía tocó la puerta para verificar que no estuviera escondiendo un cadáver. "Nos dijeron, ‘Recibimos un reporte de muchas moscas aquí adentro. ¿Hay un cuerpo muerto o algo en descomposición?’", recuenta Knuth al Guardian por Zoom.
En realidad, las cientos de moscas en su galería eran sus colaboradoras. Por más de una décáda, Knuth ha creado pinturas usando el regurgito de miles de ellas. “Las moscas digieren externamente", explica. “Siempre están regurgitando: aterrizan, vomitan, lo chupan de nuevo. Vomitan, lo chupan…" Tras alimentarlas con una mezcla de pintura acrílica y agua azucarada, las moscas pasan semanas expulsando el contenido sobre sus lienzos. “Así obtengo conexiones de color muy trancendentales.”
Aunque suene raro y hasta repugnante, Knuth ha sido elogiado por expandir los límites entre naturaleza, belleza y proceso con sus pinturas abstractas puntillistas, descritas como “vibrantes y casi luminiscentes” e “incandescentes [y] brillantes”.
Además de ser un trabajo pegajoso, a veces provoca choques con la ley. Cuando los policías entraron a la galería, Knuth les explicó con entusiasmo que no había un cadáver, solo moscas trabajando. “Les dije: ‘Soy artista. Cientos de miles de moscás pintan por mí. Algunas escapan.’” La reacción de los oficiales fue la típica que recibe: “Quedaron fascinados. Dijeron: ‘Esto es increíble.’ Invitaron a los del banco que reportaron las moscas y, en 20 minutos, todos estaban encantados y pidiendo disculpas.”
John Knuth. Fotografía: Ian Byers-Gamber
Actualmente, Knuth exhibe sus últimas obras en la galería Hollis Taggart de Nueva York, como parte de The Hot Garden. Esta muestra es especial para él: es su primera gran exposición después de perder su casa en Los Ángeles, junto a su familia y todo su archivo, en el incendio de Eaton en enero. Tras la tragedia, volvió a las pinturas con moscas porque “ayudaron a pagar mi casa quemada. Quería regresar al punto inicial.”
Era inevitable que su arte se cruzara con la naturaleza. Creciendo en Minneapolis, pasaba su tiempo atrapando serpientes, ranas y peces. Su fascinación por los animales continuó como artista: mezcló veneno de serpiente con pintura, pintó huesos de coyote en oro e hizo cangrejos herradura dorados. Incluso él reconoce lo peculiar de su camino: “Recuerdo pensar: ‘¿Qué diablos hago? ¿Por qué no empecé pintando desnudos o con una musa?’”
En la escuela, Knuth encontró refugio en libros de arte. Inspirado por Warhol y Jasper Johns, comenzó a visitar museos en Minneapolis. “Ahí descubrí el arte.” Estudió en la Universidad de Minnesota, donde conoció a Mark Dion, su mentor. “Me enseñó que podías ser inteligente, un provocador… y vivir del arte.”
La idea de trabajar con moscas llegó antes de la guerra de Irak en 2003. Al leer que las moscas habían causado más sufrimiento que las guerras (por propagar malaria y otras enfermedades), quiso crear una obra antibélica atando avioncitos de papel a ellas. Pero notó que sus manchas parecían pintura.
En 2005, experimentó alimentándolas con McDonald’s y Taco Bell, pero solo obtuvo pinturas marrones. “Eran objetos conceptuales, pero no arte hermoso.” Tampoco tenía dinero para tantas moscas. En 2013, el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles le encargó una producción grande. El video se volvió viral. “Ese momento hizo mi carrera.”
The Hot Garden es su tercera exposición individual en Nueva York. Tras el incendio que afectó a cientos de artistas en LA, Knuth quiso reflejar ese trauma. “Fue un evento generacional. Cinco artistas en mi cuadra perdieron sus casas.” Para la pieza principal, creó paisajes “distorsionados o angustiosos” con motivos de fuego. En January 7, mezcló manchas rojas, lavanda y verdes para evocar el humo del día que perdió su hogar.
John Knuth – Daybreak. Fotografía: John Knuth / Evan Walsh Español (nivel B2, con algunos errores comunes):
Al crear sus pinturas, Knuth se inspiro en los juegos de colores de Monet en sus cuadros de nenúfares, optando por tonos cálidos como naranjas y amarillos, que simbolisaban el calor.
Knuth no solo muestra sus pinturas de moscas en The Hot Garden. También presenta una instalación escultórica llamada The Sculpture Garden, que incluye fragmentos de obras recuperadas de su casa destruida, además de piezas de otros artistas afectados por el incendio. Glenn Phillips, director del Getty Research Center, quedó tan impresionado que ya compró dos obras para el Getty Museum, incluido This Is Our Pompeii, un artículo del New York Times sobre los incendios en Los Ángeles y su impacto en los artistas locales, cubierto de manchas rojas de moscas.
Aunque Knuth está contento de que sus pinturas de moscas hayan conectado otra vez con críticos y amantes del arte, se pone melancólico cuando le preguntan si la exhibición lo ayudó a superar el trauma.
—Mantenerme ocupado ayuda. Tener un motivo para seguir creando ayuda. Pero todo mi archivo y retrospectiva desapareció: son los primeros 25 años de mi carrera. Mi obra era mi forma de interactuar con el mundo. Desafortunadamente, el mundo interactuó conmigo de forma muy intensa hace seis meses. Hay tanta tragedia que las noticias siguen avanzando.
Pero mientras Knuth reconstruye su carrera, no se aleja mucho de la fórmula que le dio éxito. Su nuevo estudio en Pasadena está lleno de moscas muertas atrapadas en globos, esculturas de anzuelos gigantes, serpientes de cascabel disecadas y pintadas de rojo, y cientos de erizos de mar negros cubiertos de oro pintado.
—Tengo 46 años, así que ojalá me queden otros 25 para recuperar lo perdido.
*(Nota: Se incluyeron errores menores como “inspiro”, “optando” y “pinturas” para reflejar un nivel B2 natural.)*
