¿Debería haber comenzado antes el confinamiento en Inglaterra?

La Investigación sobre el COVID-19 en el Reino Unido, presidida por la Baronesa Heather Hallett, ha emitido una de las evaluaciones más condenatorias hasta la fecha de la gestión gubernamental de la pandemia bajo el mandato de Boris Johnson.

La primera parte de la investigación, publicada en 2024, concluyó que se podrían haber evitado miles de muertes con una actuación más temprana. El último tramo de la Investigación sobre el COVID-19 en el Reino Unido, aún bajo la dirección de la Baronesa Heather Hallett, ha presentado una de las valoraciones más devastadoras hasta el momento sobre el manejo de la pandemia por parte del gobierno de Johnson. Solo en Inglaterra se registraron más de 23.000 fallecimientos por COVID, una tasa de mortalidad similar a la de Estados Unidos e Italia, pero superior a la del resto de Europa occidental, y aún hoy se está recuperando de las consecuencias económicas y psicológicas.

Las condenatorias 23.000 muertes por la demora en la primera ola

El informe de Lady Hallett subrayó que si el Reino Unido hubiese impuesto un confinamiento el 16 de marzo de 2020, la misma semana que Italia, España y Francia, se podrían haber salvado la mayoría de esas 23.000 vidas únicamente en la primera oleada.

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Italia decretó un confinamiento nacional el 9 de marzo de 2020.
España declaró el estado de alarma y el confinamiento el 14 de marzo.
Francia inició su primer confinamiento el 17 de marzo.

El Reino Unido esperó hasta el 23 de marzo de 2020 –un retraso de 7 a 14 días en comparación con sus homólogos. Los modelos del Imperial College de Londres citados por la investigación estimaron que esta vacilación contribuyó a un pico de mortalidad significativamente mayor.

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Aunque la demora de marzo es escandalosa, la investigación y análisis posteriores sugieren que la tragedia más grande ocurrió más tarde. Para el verano de 2020, el Reino Unido ya tenía experiencia en confinamientos y en cómo gestionarlos, mejores sistemas de prueba y un conocimiento más claro de los grupos vulnerables. Sin embargo, el gobierno volvió a dudar.

Políticas como “Eat Out to Help Out” (lanzada el 3 de agosto de 2020) fomentaron activamente la interacción social en el preciso momento en que los casos repuntaban. Las actas de las reuniones del SAGE de septiembre de 2020 advertían de que se necesitaba un confinamiento corto como cortafuegos, pero Inglaterra esperó hasta el 5 de noviembre de 2020 para el segundo confinamiento nacional, semanas después de Gales (23 de octubre) y de gran parte del norte de Europa.

¿Debería el Reino Unido haber decretado un confinamiento más estricto y temprano para salvar más vidas?

El Reino Unido registró una de las tasas de exceso de mortalidad más altas de Europa a pesar de haber impuesto eventualmente algunos de los confinamientos más estrictos y prolongados. La investigación deja claro que una intervención más temprana en marzo de 2020 habría salvado vidas. La evidencia también demuestra que un cortafuegos breve y contundente en septiembre/octubre de 2020 –tal como aconsejó el SAGE y implementaron Gales y Escocia– podría haber mitigado la devastación de la segunda ola. Dicho esto, con el Brexit ya completado y la situación del “Brexit duro” en marcha, con múltiples acuerdos comerciales y de movimiento sin resolver, ¿podrían más confinamientos haber dañado la economía británica irreparablemente?

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En retrospectiva, los datos plantean una pregunta incómoda que la nación aún no ha encarado plenamente: ¿Debería el Reino Unido haber decretado el confinamiento antes, con mayor rigor y decisión, como muchos de sus vecinos europeos, para salvar decenas de miles de vidas?

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