Si los residentes de Mallorca, y supongo que aplica en todos lados, no se preocupan por su entorno inmediato, ¿cómo se espera que les importe el bienestar de zonas fuera de su barrio? Por un lado, Mallorca enfrenta un verano de más protestas contra el impacto del turismo masivo y las malas políticas para mitigar sus efectos, mientras por otro, hay vecinos que ensucian las calles donde viven y sus propias playas.
Vivo en pleno centro de Palma, donde Emaya pasa los martes por la noche para recoger basura voluminosa, pero mucha gente la saca a la mañana siguiente, quedando ahí casi toda la semana. Precioso. Pero lo que más me impacta es ver playas clave, como Illetas, llenas de collillas.
De hecho, el sábado por la tarde tuve que pedirle a una joven local que, por favor, recogiera la colilla que acababa de tirar al mar—el cual, admito, ya está bastante contaminado con plástico y la temporada ni empieza. Yo prohibiría fumar en todas las playas, pero habría que vigilarlo, y si a cierta parte de la población local no le importa, quizá deberíamos empezar por casa antes de criticar a los de fuera.
