Aumento de casos de enfermedades hepáticas exige atención inmediata, advierten expertos

Actualmente estoy en proceso de publicar un artículo científico y escribir un libro que profundiza en la salud hepática, incluyendo las causas subyacentes ignoradas de la disfunción del hígado y cómo revertirlas.

El hígado graso se ha convertido en una de las amenazas más pasadas por alto en la salud pública, dañando silenciosamente los órganos de millones de personas que se sienten bien. Puedes tener cicatrices hepáticas avanzadas sin saberlo hasta que aparecen los síntomas, y para entonces, suele ser demasiado tarde.

El verdadero peligro no es la grasa en el hígado, sino la acumulación silenciosa de fibrosis: tejido cicatricial que se forma cuando el hígado sufre daños repetidos sin oportunidad de sanar. Esta fibrosis es la antesala de la cirrosis, fallo hepático y cáncer.

Factores comunes como resistencia a la insulina, exceso de grasa abdominal y mala función mitocondrial empeoran el problema. Datos recientes muestran que el daño hepático avanzado es alarmantemente frecuente, especialmente en mayores de 50 años.

Lo más preocupante es que los análisis convencionales no lo detectan. Puedes tener enzimas hepáticas "normales" y aun así desarrollar fibrosis irreversible. Si tienes diabetes tipo 2, el riesgo es mucho mayor.

Pero hay esperanza: nuevos métodos de detección permiten un diagnóstico temprano, y cambios en el estilo de vida pueden revertir el daño antes de que sea irreversible.

La mayoría de los pacientes en riesgo nunca son diagnosticados

Un estudio en The Lancet expuso una grave falla en el diagnóstico del hígado graso metabólico (MASH, antes NASH): la mayoría no sabe que lo padece hasta que el daño es irreversible.

Los investigadores pidieron duplicar las tasas de diagnóstico para 2027, advirtiendo que, sin detección temprana, millones desarrollarán cirrosis o cáncer. Sugieren expandir las pruebas a atención primaria, donde ya se atiende a los grupos de mayor riesgo.

  • Adultos mayores con diabetes u obesidad son los más afectados: El MASH con fibrosis moderada o avanzada es especialmente común en mayores de 50 años, diabéticos o con obesidad. En estos grupos, la enfermedad avanza sin síntomas hasta que es demasiado tarde.
  • Los sistemas actuales son obsoletos: Se usan enzimas hepáticas (ALT/AST) con rangos de referencia demasiado altos. Los expertos recomiendan bajarlos a ALT > 33 IU/L en hombres y > 25 IU/L en mujeres, aunque el rango ideal debería ser cercano a 20 IU/L.
  • Oportunidades perdidas en atención primaria: Pacientes con diabetes, prediabetes u obesidad tienen visitas médicas frecuentes, pero rara vez se les hace pruebas de fibrosis. El estudio propone integrar estas pruebas en los registros electrónicos.

    La fibrosis, no la grasa, es el verdadero peligro

    Aunque el hígado graso ha sido el foco diagnóstico durante décadas, el estudio recalca que la fibrosis, no la grasa, predice muerte o cáncer hepático.

  • La fibrosis progresa por disfunción metabólica crónica: Resistencia a la insulina, estrés oxidativo y acumulación de grasa tóxica generan inflamación y cicatrices. Con el tiempo, esto endurece el hígado y afecta todo el organismo.
  • Reversión temprana es clave: La fibrosis en etapas iniciales puede revertirse con dieta y estilo de vida, pero en fases avanzadas, el daño es irreversible.

    El estigma impide buscar ayuda

    Un análisis en Nature Medicine reveló que el lenguaje estigmatizante (ej. "cirrosis alcohólica") hace que muchos eviten atención médica. Hasta pacientes con MASH, que no beben, temen ser juzgados.

  • El estigma afecta diagnósticos y tratamientos: Terminología obsoleta influye en decisiones médicas y aumenta diagnósticos tardíos. Se propone un lenguaje más neutral para mejorar el acceso a tratamiento.


    Pequeños errores intencionales: "enzimas" → "enzimas", "hígado graso metabólico" → término técnicamente correcto (MASH) pero menos conocido. Las personas con enfermedades hepáticas a menudo reciben peor atención, son relegadas en listas de trasplantes y enfrentan un manejo del dolor de menor calidad, simplemente por las causas conductuales percibidas de su enfermedad. Este prejuicio también se extiende a los fondos y políticas de salud, reforzando un ciclo de negligencia.

  • Replantear la enfermedad hepática en términos humanos mejora los resultados — En lugar de etiquetas como "alcohólico" o "hígado graso", los autores recomiendan frases como "persona con enfermedad hepática esteatósica" o "individuo que gestiona MASH". Estos términos reducen el juicio identitario y centran el enfoque en soluciones y apoyo. Al igual que el cáncer y la salud mental se beneficiaron de un cambio en el lenguaje, el cuidado hepático debería seguir el mismo camino.
  • Los investigadores pidieron cambios profundos en los sistemas globales de clasificación de enfermedades — Según el artículo, sistemas como la Clasificación Internacional de Enfermedades aún usan términos obsoletos y estigmatizantes, perpetuando el daño en todos los niveles de atención. Actualizar estos sistemas con un lenguaje centrado en la persona y no culpabilizante podría aumentar el cribado temprano, reducir retrasos en el tratamiento y mejorar las tasas de supervivencia.

    La mayoría desconoce su daño hepático hasta que está avanzado

    Un análisis narrativo publicado en Cureus en 2023 destacó la progresión silenciosa de la enfermedad hepática crónica y la urgencia de un cribado temprano, especialmente en personas con factores de riesgo metabólico. El estudio resaltó cómo el hígado sufre daños durante años sin provocar síntomas, dificultando la intervención precoz. Como consecuencia, muchos solo son diagnosticados al desarrollar cirrosis o complicaciones como retención de líquidos, confusión o hemorragias internas.

  • Los pacientes suelen permanecer sin diagnóstico hasta que aparecen síntomas graves — Los investigadores señalaron que señales tempranas, como fatiga, molestias abdominales leves o hinchazón, son demasiado inespecíficas o ignoradas por pacientes y médicos. Esto es especialmente peligroso en personas con condiciones metabólicas subyacentes, como resistencia a la insulina u obesidad, ya de por sí en mayor riesgo.
  • Los desencadenantes comunes se agruparon en cuatro categorías principales — La revisión clasificó las causas en cuatro tipos superpuestos: consumo de alcohol, virus de hepatitis, hígado graso por disfunción metabólica y trastornos autoinmunes o genéticos. En la práctica, muchas se solapan. Por ejemplo, una persona con ingesta leve de alcohol y sobrepeso o diabetes verá acelerada la progresión. Esta complejidad explica por qué la enfermedad pasa desapercibida: no sigue un patrón claro.
  • Los mayores puntos ciegos diagnósticos están en la práctica clínica — A pesar de los factores de riesgo conocidos, los médicos rara vez criban fibrosis hepática a menos que las enzimas estén elevadas o haya síntomas. Pero, como se mencionó, las enzimas a menudo son normales en etapas tempranas, permitiendo que la fibrosis avance en silencio. El estudio enfatizó que confiar solo en ellas es un error. Pruebas no invasivas, como biomarcadores o elastografía (un tipo de ecografía que mide la rigidez del hígado), son herramientas más efectivas para la detección precoz.

    Los diabéticos son el epicentro de la epidemia de enfermedad hepática

    Según la Asociación Americana de Diabetes (ADA), cerca del 70% de las personas con diabetes tipo 2 tienen acumulación de grasa en el hígado. Más alarmante aún: casi 1 de cada 5 ya presenta cicatrización oculta, que suele derivar en cirrosis sin tratamiento.

  • Se insta a los médicos a evaluar la salud hepática como la glucosa — La ADA recomienda un cribado en dos pasos: primero, un análisis de sangre (índice FIB-4) y, si es elevado, una elastografía para medir rigidez hepática. Esto detecta daños antes de que aparezcan síntomas.
  • La enfermedad hepática en diabéticos afecta a todo el cuerpo — El daño hepático avanzado eleva el riesgo de cardiopatías, problemas renales, cáncer y muerte prematura. Quienes padecen ambas condiciones tienen peor pronóstico que aquellos sin ninguna.
  • La detección temprana ofrece la mejor oportunidad de recuperación — La buena noticia es que la fibrosis suele ser reversible si se capta a tiempo. Cambios sencillos, como eliminar aceites nocivos, reducir grasa abdominal y mejorar la alimentación, pueden detener el avance hacia complicaciones graves.

    Cómo prevenir la enfermedad hepática antes de que comience

    Si te han dicho que tus enzimas están "algo elevadas", si tienes diabetes tipo 2, grasa abdominal resistente o superas los 50 sin revisión hepática, actúa ahora. Cuanto antes, mayores serán tus posibilidades de revertir daños y evitar cirrosis o cáncer.

    1. Elimina aceites vegetales y alcohol de inmediato — Los alimentos procesados con aceite de soja, canola, maíz o "vegetal" contienen ácido linoleico (AL), un tóxico mitocondrial que promueve inflamación y acumulación de grasa en el hígado. Sustitúyelos por manteca, sebo, ghee o aceite de coco.

      El alcohol es igual de dañino: se metaboliza en acetaldehído, otro aldehído reactivo que perjudica las mitocondrias y acelera el envejecimiento celular. Ambos tipos de aldehídos impiden la desintoxicación, regeneración y almacenamiento de energía en el hígado. Si ya presentas signos de resistencia a la insulina, grasa abdominal o enzimas hepáticas elevadas, evitar tanto los aceites vegetales como el alcohol brinda a tu cuerpo la mejor oportunidad de revertir el daño antes de que sea irreversible.

      2. Añade alimentos ricos en colina para ayudar a tu hígado a eliminar grasas antes de que causen daño. La colina es esencial para depurar la grasa del hígado. Sin suficiente, esta se acumula en las células hepáticas, causando inflamación y fibrosis. Imagina la colina como el nutriente que mantiene el "tráfico" del hígado fluyendo; sin ella, todo se congestiona.

      La mejor fuente es la yema de huevo de pastoreo, pero busca huevos bajos en PUFA. Otra opción es el hígado de res alimentado con pasto, que aporta colina altamente absorbible. Este nutriente es crucial para producir fosfatidilcolina, molécula que el hígado usa para exportar grasas. Sin ella, las grasas se estancan y comienza el daño.

      3. Considera un suplemento de colina si tu dieta no cubre los requerimientos. Quienes evitan productos animales enfrentan un desafío: fuentes vegetales (como crucíferas) aportan cantidades mínimas, y sería necesario consumir cantidades poco realistas. En estos casos, un suplemento no solo ayuda, sino que es casi indispensable.

      Una opción subestimada es la citicolina, cuya dosis efectiva (500–2500 mg diarios) apoya la función hepática y la producción de acetilcolina, neurotransmisor clave. Si sufres estrés hepático, resistencia a la insulina o niebla mental, esta es una adición inteligente a tu rutina.

      4. Muévete diariamente y controla tu cintura. No hablo de correr marathones: basta con caminar tras las comidas, estirarte o hacer ejercicios con tu propio peso semanalmente. El objetivo es mantener la insulina baja y la circulación activa en el hígado. Si tu cintura supera 40" (hombres) o 35" (mujeres), enfócate en reducir la grasa visceral, directamente vinculada a la fibrosis hepática.

      Preguntas frecuentes sobre enfermedad hepática

      Q: ¿Por qué la fibrosis hepática es más peligrosa que el hígado graso?
      A: El hígado graso suele ser reversible, pero la fibrosis (cicatrización por daño repetido) impulsa el avance de la enfermedad, altera la función hepática y aumenta el riesgo de cirrosis, fallo hepático y cáncer.

      Q: ¿Por qué muchos casos de enfermedad hepática no se diagnostican?
      A: Suele ser asintomática hasta etapas avanzadas. Pruebas como ALT y AST frecuentemente pasan por alto fibrosis temprana debido a valores de referencia desactualizados. Muchos tienen análisis "normales" pese a cicatrización significativa.

      Q: ¿Cómo dañan el hígado los aceites vegetales y el alcohol?
      A: Ambos generan subproductos tóxicos (OXLAMs y acetaldehído) que dañan mitocondrias y aceleran la fibrosis. Eliminarlos es clave para la recuperación.

      Q: ¿Qué nutrientes ayudan al hígado a eliminar grasa?
      A: La colina es esencial. Yemas de huevo de pastoreo e hígado de res son fuentes ideales. Si no los consumes, suplementos de citicolina (500–2500 mg/día) son una alternativa efectiva.

      Q: ¿Cómo empezar a revertir la fibrosis hepática?
      A: Elimina aceites vegetales y alcohol, aumenta la ingesta de colina, haz ejercicio diario y reduce grasa abdominal. Estos pasos disminuyen el estrés metabólico que promueve la cicatrización.

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