Se estima que uno de cada cuatro estadounidenses padece un trastorno de salud mental diagnosticable cada año. Aunque hemos avanzado mucho en desestigmatizar la atención conductual, los pacientes enfrentan numerosas barreras para obtener el tratamiento que necesitan.
La cruda realidad es que, con frecuencia, los proveedores de salud behavioral no cuentan con las herramientas digitales necesarias para apoyar a sus pacientes. Excluidos de los incentivos asociados a la ley HITECH del 2009, como las Historias Clínicas Electrónicas de Uso Significativo, estas organizaciones suelen carecer de fondos para el marco de interoperabilidad avanzada que se está volviendo fundamental para el continuum asistencial de nuestro país.
Las deficiencias derivadas de esta brecha tecnológica afectan todo, desde la continuidad de la atención y los resultados hasta la experiencia del paciente. En este artículo, demostramos el impacto de largo alcance siguiendo la trayectoria de un paciente hipotético: Jeremy Smith. A través de sus dificultades, identificaremos tres áreas clave donde cerrar la brecha digital entre los centros de salud aguda y behavioral puede generar un resultado más favorable y basado en el valor.
Derivaciones
Como prediabético también diagnosticado con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), Jeremy es atendido regularmente por su médico de cabecera. Mediante evaluaciones rutinarias, se hace evidente que enfrenta desafíos de salud mental y necesita apoyo inmediato.
Basándose en la evaluación de Jeremy por depresión, abuso de sustancias y trastorno de ansiedad, el médico lo deriva a un centro de salud behavioral en otra zona de la ciudad para evaluación y tratamiento psiquiátrico. Acto seguido, el médico pasa a su siguiente cita.
Desafortunadamente, el centro de salud behavioral, ubicado en un área desatendida, no posee un sistema sólido de interoperabilidad para la recepción de derivaciones. La referencia de Jeremy se pierde en el trasiego diario de papeleo y necesidades de los pacientes, y nadie se pone en contacto para programar una cita. Sin tratamiento, es probable que el abuso de sustancias de Jeremy, desencadenado por la ansiedad, continúe, y que su depresión se agrave.
Para muchos pacientes de salud mental, la historia termina ahí. Dependiendo del entorno asistencial y del lugar al que sean derivados, la tasa de finalización de estas derivaciones puede oscilar entre un 7% y un 63%. Incluso en el mejor escenario, casi un tercio de los pacientes se perderá una atención potencialmente salvadora si el ciclo de derivación no se cierra. Pero supongamos que Jeremy hace el seguimiento por su cuenta y la cita se programa.
Admisión, documentación y atención
Una vez que Jeremy llega al centro de salud behavioral, surge otro problema. Al no existir una forma de transferir digitalmente el historial del paciente, el médico de cabecera se limita a enviar por fax cientos de páginas a una máquina anticuada, dejando a los proveedores, ya sobrecargados, la labor minuciosa de revisar la información para encontrar lo relevante para las necesidades de salud mental de Jeremy.
Al carecer de tiempo y recursos para esta tarea, el proveedor se ve obligado a depender principalmente de los formularios de admisión de Jeremy. Aunque hizo lo mejor que pudo, Jeremy olvidó listar la nueva medicación que su médico le había recetado previamente para el insomnio. El proveedor de salud behavioral ordena otra serie de pruebas innecesarias y luego prescribe un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS) que, sin que el prescriptor lo sepa, duplica la terapia del medicamento que Jeremy ya toma para dormir.
Afortunadamente, sus síntomas no son potencialmente mortales, aunque con el tiempo pueden resultar debilitantes. Jeremy informa de sus síntomas a su equipo de salud behavioral. El proveedor cambia su medicación varias veces hasta encontrar lo que funciona mejor. Este centro, como otras organizaciones de salud behavioral que históricamente se han rezagado en la adopción de HCE, aún utiliza soluciones propias y procesos manuales para capturar información del paciente. La reacción se anota en su archivo, pero no se integra en una HCE.
Continuidad de la atención
Pronto, Jeremy se muda a otro estado por una nueva oportunidad laboral. Su anterior médico de cabecera transfiere con éxito sus registros a un nuevo proveedor, quien obtiene acceso casi inmediato al historial y estado de salud física actual de Jeremy. Aunque Jeremy autoriza el envío de su información desde el centro de salud behavioral, la información no estructurada no se integra en su registro electrónico, proporcionando a su nuevo médico una visión incompleta de su tratamiento.
Cuando Jeremy menciona su historial de salud mental y su actual ISRS (que pronto necesita renovación), su nuevo médico lo deriva a otro centro para evaluación y tratamiento continuado. Una vez más, se duplican pruebas y se prescribe una nueva medicación menos efectiva debido a la falta de historial farmacológico. La salud mental de Jeremy decae, lo que conlleva una disminución de su actividad y ejercicio, exacerbando su EPOC y prediabetes.
Incluso con los mejores proveedores trabajando para mejorar su salud, el sistema actual fracasa debido a la falta de tecnología e interoperabilidad.
Cerrar las brechas: cómo debería ser la trayectoria
La carencia sistémica de herramientas digitales en los centros de salud behavioral resulta en enormes brechas asistenciales. Si estas organizaciones mejoraran el intercambio de datos y la interoperabilidad, esta historia podría ser muy distinta:
El médico de cabecera de Jeremy detecta la necesidad de atención en salud mental. El médico envía una derivación a un centro de salud behavioral, que la recibe y se pone en contacto con Jeremy inmediatamente. Antes de la cita de Jeremy, el proveedor de salud mental revisa su historial, utilizando herramientas que extraen automáticamente la información más crítica, como medicamentos, alergias, y resultados de pruebas y evaluaciones. Con información más actualizada, el proveedor evita pruebas duplicadas y puede prescribir con mayor rapidez el mejor tratamiento.
Cuando Jeremy se muda, su proveedor de salud behavioral envía por fax sus registros en papel a su nuevo médico. Este luego utiliza inteligencia artificial para extraer datos críticos de los registros faxeados de salud mental de Jeremy, transformándolos en información procesable que se añade automáticamente a su historial en la HCE. Cuando Jeremy ve a un nuevo proveedor de salud behavioral, este está mejor informado, puede continuar el tratamiento óptimo, y Jeremy logra manejar exitosamente sus síntomas de salud mental Y física.
Hacer esto realidad
Aunque se está trabajando a nivel comunitario y estatal para mejorar el apoyo digital a los centros de salud behavioral, la solución más evidente en este momento es utilizar la tecnología actual para potenciar las herramientas existentes.
Considere, por ejemplo, si el proveedor de salud behavioral no dependiera únicamente del fax en papel. Una solución de fax digital basada en la nube puede digitalizar los registros y facilitar su revisión. Los nuevos avances en IA pueden leer el fax y extraer la información más importante, integrándola directamente en cualquier HCE y mejorando drásticamente la interoperabilidad.
Mientras nuestro país sigue enfatizando la salud mental y su papel en la atención basada en valor, dar pasos como este para cerrar la brecha digital es un paso crítico para avanzar en la coordinación asistencial, los resultados y el valor.
Foto: phototechno, Getty Images
Bevey Miner se desempeña como Estratega Global de TI en Salud/Directora de Marketing, Consensus Cloud Solutions, Inc. Con más de 20 años de experiencia en tecnología sanitaria y salud digital, ha sido instrumental en liderar estrategia, gestión de productos, desarrollo comercial, marketing y comercialización. Bevey ha influido liderando la innovación en coordinación de cuidados, participación del paciente, salud poblacional e interoperabilidad, así como abogando por cambios normativos ante el gobierno federal y estatal.
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