Una enigma cinematográfico
La película de Paul Thomas Anderson, Una Batalla Tras Otra, inspirada en la novela Vineland de Thomas Pynchon, es un enigma formal que ha desconcertado, provocado y fascinado. El año termina sin un consenso definitivo sobre su significado exacto. Un raro detractor es el guionista Paul Schrader, quien comentó escuetamente en línea: “Cineastía de nivel A+, pero por más que lo intente, no pude sentir ni una pizca de empatía por Leo DiCaprio o Sean Penn. Seguía esperando que mueran.”
Pero ahí radica su fascinación: efectivamente no hay empatía por sus dos antihéroes principales, y su mortalidad y vulnerabilidad poseen una energía entrópica y reveladora. Se dirigen al desastre. Y sí, la realización es A+ o A++; está sobrecargada de placer por su propia audacia y pericia. Es cine con la elegancia del Kubrick tardío y una teatralidad consciente, que culmina en una trepidante y extrañísima persecución de autos en una autopista ondulante. No es estilo sin sustancia, pero es una película que inevitablemente promociona su estilo autoconsciente al mismo nivel que su tema: una América pequeñamente tiránica del presente y futuro, y quienes envejecen resistiéndola desde dentro.
¿Cuándo y dónde transcurre?
La pregunta sin respuesta clara es cuándo y dónde supuestamente transcurre. ¿Los EE. UU. de hace 10 o 20 años? ¿O una versión alternativa de la América actual? Este salto de caballo que se aleja de un mundo contemporáneo reconocible es en parte función de adaptar a Pynchon, con su imaginación juguetona y caricaturesca, y además actualizar su novela, cuya acción original ocurría en los años 80 de Reagan. La historia se traslada ahora a algún momento entre los años de Obama y Trump, o diagonalmente hacia una nueva zona narrativa. El título envisióna crisis interminables y la eterna guerra cultural de la vida moderna.
Los personajes
Leonardo DiCaprio es Bob, un ex revolucionario que atacó prisiones de migrantes. Ha envejecido sin gracia convertido en un perdedor gruñón y desaliñado. Su compañera en sus días de gloria era Perfidia, interpretada por la radiactivamente carismática Teyana Taylor. Perfidia logró hechizar sexualmente al arrogante responsable de la inteligencia contrainsurgente, el Coronel Steven Lockjaw, interpretado con fanatismo reptiliano por Sean Penn.
La obsesión de Lockjaw por ella, donde el fetichismo racista se fusiona con un arrebato patético, es algo que Perfidia intenta manipular para controlar la oposición militar. Pero todo sale terriblemente mal, ella queda embarazada, y su hija Willa (Chase Infiniti) será el centro de la crisis de paternidad de la película. ¿Quién es el auténtico padre de América: el reaccionario o el radical?
DiCaprio, Penn, Taylor e Infiniti son todos brillantes, y la banda sonora de Jonny Greenwood es soberbia. Una Batalla Tras Otra es un canción de protesta cinematográfica, cuyas letras hablan de crueldad, despotismo y el heroísmo de la disidencia.
