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El gobierno de Estados Unidos podría convertirse en el mayor accionista de Intel, una de las compañías tecnológicas estadounidenses más importantes, lo que marcaría la primera vez que Washington escrutiña la propiedad de un ícono de Silicon Valley.
El Secretario de Comercio de los Estados Unidos, Howard Lutnick, confirmó el martes que el gobierno está negociando la adquisición de una participación del 10% en Intel, parte de un inusual acuerdo que profundizaría los lazos financieros de la administración Trump con el principal fabricante de semiconductores.
La medida se produce semanas después de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, pidiera la renuncia del CEO de Intel, Lip-Bu Tan, debido a lo que él afirmó era un conflicto de intereses. Esta acusación estaba vinculada al rol previo de Tan como inversor de capital de riesgo en China.
Aunque es raro, no es inédito que el gobierno de los Estados Unidos se convierta en un accionista significativo de una empresa prominente.
Uno de los casos más notables ocurrió durante la recesión de 2008, cuando el gobierno inyectó casi 50 mil millones de dólares (42.94 mil millones de euros) en General Motors a cambio de una participación de aproximadamente el 60% en el fabricante de automóviles, cuando este se encontraba al borde de la bancarrota.
En aquel momento, incluso ese rescate fue considerado controvertido, a pesar de las dificultades de GM, porque se percibía como un desdibujamiento de las líneas entre el control estatal y los principios de libre mercado de EE. UU. A diferencia de lo que ocurre en muchas empresas europeas, las estadounidenses han insistido tradicionalmente en una separación completa entre el gobierno y la propiedad privada de las empresas.
El gobierno terminó sufriendo una pérdida de aproximadamente 10 mil millones de dólares (8.6 mil millones de euros) después de vender su participación en GM.
¿Una mala lectura de la Ley de Chips?
Intel históricamente lideró el mundo en la producción de semiconductores, especialmente vinculada a la fabricación de PC y Microsoft. Sin embargo, cuando el iPhone se lanzó en 2007, los chips para PC dominados por Intel no lograron ganar terreno en teléfonos inteligentes y tabletas.
Los chips basados en arquitectura ARM, utilizados por Apple y Samsung, se convirtieron en el estándar móvil, dejando a Intel atrapado en un mercado de PC en declive.
Intel también se ha quedado rezagado en la carrera de la inteligencia artificial, pues sus unidades de procesamiento central tradicionales no son adecuadas para las cargas de trabajo de IA. Mientras, competidores como Nvidia han prosperado.
La Ley de Chips y Ciencia, a menudo denominada simplemente Ley de Chips, fue un proyecto de ley promulgado en agosto de 2022 por el entonces presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, para impulsar la industria nacional de semiconductores.
Las interrupciones en la cadena de suministro causadas por la Covid-19 y las tensiones tecnológicas entre EE. UU. y China destacaron cuán dependiente se había vuelto el país.
En noviembre de 2024, el Departamento de Comercio de los Estados Unidos finalizó un acuerdo para otorgar a Intel hasta 7.86 mil millones de dólares (6.75 mil millones de euros) en fondos directos a través de la Ley de CHIPS, para apoyar sus operaciones de fabricación y empaquetado avanzado de semiconductores en Arizona, Nuevo México, Ohio y Oregón.
Intel fue uno de los mayores beneficiarios del programa, pero no ha podido revivir su fortuna mientras se retrasa en proyectos de construcción financiados por dicho programa.
La compañía ha recibido alrededor de 2.2 mil millones de dólares (1.89 mil millones de euros) de los 7.8 mil millones (6.75 mil millones de euros) comprometidos bajo el programa de incentivos; dinero que Lutnick calificó como un "desembolso" que "serviría mejor a los contribuyentes si se convierte en acciones de Intel", lo que, según dijo, sería en la forma de acciones sin derecho a voto, para que el Gobierno pudiera utilizar su influencia sobre la compañía.
"Creemos que Estados Unidos debería obtener el beneficio de la ganga", declaró Lutnick a CNBC al explicar por qué Trump está impulsando el acuerdo. "Es obvio que es el movimiento correcto".
La entrada del gobierno de los Estados Unidos como un gran accionista de Intel habría parecido inconcebible en el apogeo de la compañía, cuando sus procesadores impulsaban el auge de la computadora personal que comenzó a mediados de la década de 1970.
Pero los problemas continuos de Intel también significan que el gobierno de los Estados Unidos está asumiendo una inversión de alto riesgo.
Gobierno de los Estados Unidos como mayor accionista
Las negociaciones del gobierno de EE. UU. para convertirse en un accionista significativo de Intel llegan inmediatamente después de una inversión de 2 mil millones de dólares (1.7 mil millones de euros) por parte del gigante tecnológico japonés SoftBank, revelada el lunes por la empresa.
SoftBank está incrementando su participación en Intel, del 2%, a 23 dólares (19.70 euros) por acción, un significativo descuento sobre el precio de la acción cuando se anunció su inversión inicial.
Las acciones de Intel subieron casi un 7% para cerrar en 25.31 dólares (21.74 euros) tras conocerse la gran apuesta de Softbank sobre Intel, yuxtapuesta con los planes de Trump para la compañía.
SoftBank invierte en una variedad de empresas que considera con potencial a largo plazo. Ha estado intensificando sus inversiones en los Estados Unidos desde que Trump regresó a la Casa Blanca.
En febrero, su presidente, Masayoshi Son, se unió a Trump, a Sam Altman de OpenAI y a Larry Ellison de Oracle para anunciar una gran inversión de hasta 500 mil millones de dólares (429.38 mil millones de euros) en un proyecto para desarrollar una infraestructura de inteligencia artificial específica para OpenAI llamada Stargate.
"Los semiconductores son la base de cada industria", afirmó Son en un comunicado. "Esta inversión estratégica refleja nuestra creencia de que la fabricación y suministro de semiconductores avanzados se expandirá aún más en los Estados Unidos, con Intel desempeñando un papel fundamental".
El interés de Trump en Intel también está impulsado por su deseo de incrementar la producción de chips en los Estados Unidos, lo que ha sido un punto focal de la guerra comercial que ha estado librando en todo el mundo desde que regresó a la Casa Blanca a principios de este año para su segundo mandato.
"Queremos que Intel tenga éxito en Estados Unidos", afirmó Lutnick durante su entrevista en CNBC.
Intel está valorada en aproximadamente 110 mil millones de dólares (94.4 mil millones de euros), lo que significa que una participación del 10% del gobierno equivaldría a unos 11 mil millones de dólares (9.44 mil millones de euros) a los precios actuales.
Otros accionistas significativos incluyen Vanguard, BlackRock y State Street.
Una participación del 10% del gobierno de los Estados Unidos casi seguramente situaría a Washington por delante de Vanguard como el mayor accionista individual de Intel, a menos que se estructure como acciones sin derecho a voto, excluidas del cómputo habitual.
