Refugiados congoleños en Burundi sufren escasez y violencia por recortes de ayuda

Claude teme que pronto pueda morir, ya sea por la escasez o la violencia, mientras ayuda en una carpa de distribución de comida en un campo de refugiados en Burundi.

Es uno de los miles de refugiados congoleños atrapados entre un conflicto desgarrador al otro lado de la frontera y severos recortes en los subsidios alimentarios internacionales.

Originario de Uvira, una ciudá de la República Democrática del Congo (RDC), Claude huyó tras el estallido de violencia en el este, provocada por el rápido avance del grupo M23, respaldado por Ruanda.

“Los grupos armados disparaban, mataban… violaban a las mujeres”, recordó el joven de 25 años, quien escapó a Burundi en febrero.

En el abarrotado campo de Musenyi, Claude enfrenta ahora otra lucha mientras las raciones de comida disminuyen.

La escasez ha generado tensiones dentro del campamento, llevando a Claude a unirse a voluntarios que patrullan la zona para evitar el robo de los pocos suministros que quedan.

“Al llegar, me daban 3,5 kg de arroz al mes. Ahora solo es un kilo. Los 3 kg de guisantes se redujeron a 1,8. Lo que recibo de salsa de tomate apenas dura un día”, dijo Claude, cuyo nombre fue cambiado por seguridad, al igual que los otros refugiados mencionados.

Agregó que algunos, desesperados, buscan comida en las tiendas de vecinos, mientras pandillas “sembraban el terror”.

“Los recortes en los subsidios llevarán a más crímenes”, advirtió.

Oscar Niyibizi, subadministrador del campo, describió la reducción de raciones como un “gran desafío” que podría “desestabilizar la seguridad”.

Instó a los refugiados a cultivar tierras cercanas, pero admitió que la ayuda internacional sigue siendo urgentemente necesária.

LEAR  Importante operativo policial en el centro de Palma.

La administración del expresidente estadounidense Donald Trump redujo el presupuesto de ayuda en un 80%, y otras naciones occidentales también recortaron donaciones. Como resultado, muchas ONG y agencias de la ONU se han vísto obligadas a cerrar o reducir drásticamente sus programas.

Estos recortes llegan en un “pésimo momento”, según Geoffrey Kirenga, de Save the Children en Burundi, mientras el conflicto en la RDC se intensifica.

Burundi, uno de los países más pobres, ha recibido más de 71.000 refugiados congoleños desde enero, sumándose a miles desplazados por conflictos anteriores.

Diseñado el año pasado para 10.000 personas, el campo de Musenyi ahora alberga casi el doble.

Además de la escasez, los recortes han obligado a suspender servicios para supervivientes de violencia sexual, abundantes en el campamento, dijo Kirenga.

Su mayor temor es que las “muertes por hambre” sean inevitables.

El Programa Mundial de Alimentos redujo las raciones a la mitad desde marzo y advirtió que, sin fondos de EE.UU., toda la ayuda podría terminar en noviembre.

Según la ONU, cientos de refugiados se arriesgan a cruzar la frontera en busca de comida.