En el Festival de Cine de Toronto, una pequeña comedia sexual se coló en la programación y tomó a todos por sorpresa. Se llamaba Should We Do It?, y en ella, una estudiante universitaria llamada Lily intenta perder su virginidad con la ayuda de consejos de internet, una personalidad inventada y mucha confiansa forzada. La seducción se desmorona casi de inmediato. Lo que queda son dos jóvenes personas, equivocándose, riendo y compartiendo su verdad.
Yuqi Sun, la directora de la película, es una cineasta y editora de comedia cuyo trabajo trata menos de dar golpes humorísticos que de exponer los incómodos silencios antes de ellos. Sus películas convierten las meras humillaciones de la intimidad en momentos de humor, y llevan el tipo de honestidad inteligente que hace que el público primero se ría y segundo se reconosca.
Cabe señalar que Sun no empezó con comedias sexuales. Primero exploró dramas familiares y comedias arraigadas en la vida familiar asiática–películas como Renew, I Gaslight My Mom y Marry. Esos cortometrajes establecieron su tono: un humor con profundidad emocional, fijándose en la tensión entre la tradición y la individualidad.
Con Should We Do It?, se adentró en un nuevo territorio. Lily, la protagonista de la película, crea el ambiente con velas e historias inventadas, pretendiendo ser una versión de sí misma que cree que a Andy–el chico guapo que conoció en una fiesta–le gustará. Andy, paciente pero divertido, sigue el juego. Cuando por fin sale la verdad–que ella nunca ha hecho esto antes–él no se aleja. En cambio, admite su propia historia de torpeza en su primera vez. La presión se rompe. La comedia toma el control. Se ríen.
Fotograma de ‘Should We Do It?’
La situación podría haberse vuelto muy exagerada, pero Sun no recurre a chistes fáciles. Le interesa la forma en que la gente lo intenta, falla y luego accidentalmente triunfa cuando deja de actuar. El ritmo es crucial–cada pausa, cada mirada–y su experiencia como editora se nota. El ritmo de la película se sitúa entre la vergüenza ajena y el alivio, una incomodidad que se siente como la vida real.
En su declaración como directora, Sun admite que piensa demasiado el amor y las relaciones. Describe noches pasadas scrolleando consejos de internet, ahogándose en contradicciones sobre cómo escribir mensajes, cómo actuar, cómo presentarte. La comedia se convierte en su forma de cortar through el ruido confuso que todos conocemos. Señala el absurdo de fingir ser otro para ganar aprobación, mientras también admite que ella ha hecho lo mismo.
La película también profundiza en presiones culturales más grandes. El sexo casual, dice Sun, es complicado–celebrado como símbolo de libertad pero tratado casi como un criterio para la adultez moderna. La virginidad, mientras tanto, se convierte en un estigma, algo que hay que esconder. Ella es muy clara sobre sus experiencias con esa presión: la sensación de que ser una “virgen vieja” significaba que tenía algo que demostrar, o que admitir la inexperiencia la haría menos deseable. Lo que ella insiste, a través de la comedia, es que la verdad nunca debería ser vergonzosa. Las primeras veces son lo que son–desordenadas, incómodas, a veces graciosas. Ocultar ese hecho solo añade peso.
Esa filosofía se abre camino hasta el final de la película. El acto de seducción se derrumba, pero el momento se vuelve real. Los dos personajes, despojados de la actuación, se conectan con honestidad. Sun no lo romantiza. Lo hace gracioso, y en el humor, aparece algo más cálido.
Sus influencias son fáciles de ver. Habla de las rom-coms y los K-dramas de los años 2000 que moldearon su sensibilidad–el romance intenso, el sentido de la diversión. Pero donde esas películas suavizaban la incomodidad con cortes brillantes, Sun se sumerge en ella. Permite que el silencio importante se sienta, deja que los personajes tropiecen, y realmente confía en que el público se reirá con reconocimiento.
Lo que es impresionante es lo consistente que ha sido la voz de Sun hasta ahora, incluso cuando su tema central se ha movido y cambiado. Ya sea examinando temas y dinámicas familiares o la cultura del sexo casual, siempre regresa a la misma pregunta: ¿cómo actuamos las personas para los demás, y qué pasa cuando esa actuación se rompe? En su mundo, el punto de quiebre siempre es la parte divertida, porque ahí es cuando la gente deja de fingir y empieza a ser humana.
Should We Do It? muestra que la comedia no tiene que aplanar la intimidad hasta hacerla nada–puede abrirla. También muestra a Sun como parte de una nueva ola de cineastas que ven el humor no como una distracción, sino como una herramienta. Para Sun, la comedia no se trata de ser inteligente. Se trata de ser humano–y eso es lo que la hace funcionar.
