Vida en España: Por fin obtuve mi pensión española… pero qué historia tan larga y triste

Septiembre de 2025 marca un hito personal: tras literalmente años persiguiéndolo, por fin he conseguido mi pensión de jubilación española.

Si esperas que tu tramite sea más sencillo, te deseo sinceramente suerte — aunque no soy optimista.

Algunos de los que lean esto no tendrán que pasar por el aro. Quizá emigraron a España con un buen colchón financiero, o confían en ganar la lotería. Me alegro por vosotros. Pero para el resto — aquellos que hemos trabajado, sudado y hecho chapuzas aquí — la historia es distinta.

¿Qué se Considera Trabajo Cotizable?

Para optar a una pensión española, necesitas 15 años de trabajo “cotizado” — es decir, empleo registrado y fiscalizado. Y no, tus trabajos en negro arreglando tragaperras en bares británicos no cuentan ante la Hacienda.

Para saber dónde estás, necesitarás tu vida laboral — un documento oficial que detalla todo tu trabajo reconocido en España. Puedes solicitarla en tu oficina de la Seguridad Social, o mejor aún, que te ayude tu gestor. Técnicamente, puedes pedirla online… pero si logras navegar ese monstruo de web, te mereces una medalla — o al menos una pensión.

El Gran Secreto Español: Jefes Tramposos

Un dato de dentro: los empleadores españoles no siempre juegan limpio. No todos, claro — pero muchos ven las cotizaciones sociales como una carga.

Imagina que ganas 800€ al mes. Puede no parecer mucho, pero tu jefe probablemente paga otros 400€ en impuestos y contribuciones. De repente, eres un quebradero de cabeza de 1.200€, y él busca recortar esquinas.

¿Un truco común? Registrarte falsamente como trabajador a tiempo parcial. Les ahorra dinero, pero reduce tus cotizaciones — y puede que ni te enteres.

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En el Reino Unido, el sistema PAYE hace las pensiones automáticas. En España, debes verificar tus cotizaciones regularmente — o arriesgarte a descubrirlo demasiado tarde.

Mi Propio Caso: Kafka Envidiaría

Di clases de inglés en España durante 12 años, entre otras cosas. Al cumplir 65, me presenté en la Seguridad Social y dije: “Bueno, hora de cobrar”.

Me dijeron que no había cumplido el período mínimo de cotización. ¿Por qué? Porque uno de mis empleadores me había registrado astutamente a tiempo parcial.

Consulté con una abogada. Dijo que podría demandar, pero costaría 3.000€, tardaría cinco años y sin garantías de éxito. Vamos, no ideal.

Por suerte, mi déficit era relativamente menor: necesitaba trabajar otros 147 días (unos seis meses). Más fácil decirlo que hacerlo. Si rondas los 70, los empleadores no hacen cola. Prefieren trabajadores más jóvenes, baratos y dóciles.

Aún así, encontré un trabajo, me di de alta como autónomo, y trabajé como un loco — aunque mis ingresos eran tan bajos que a veces no podía pagar la cuota mensual de autónomos. Al terminar, tuve que pedir prestados 500€ para pagar mis impuestos atrasados.

Burocracia, Estilo Español

Volví: “¡Mi pensión, por favor!”

Nada.

Tras dos visitas, salió el problema: aún debía 11€ de intereses por pagos tardíos. Hasta saldarlo, era considerado “deudor” e inelegible legalmente para la pensión.

Ofrecí pagar en efectivo al momento.

“No, señor — solo transferencias.”

Hice la transferencia. Otra vez allí: “¿La pensión?”

“En trámite”, dijeron — sin plazos, sin cantidad, sin claridad.

En agosto, por fin recibí una carta: mi solicitud había sido “estimada favorablemente”. Sin dinero aún, pero el ambiente mejoraba.

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Y Por Fin…

Ahora, al fin, la pensión ha llegado. No diré cuánto es — pero si me ves en el pub, ¡las patatas van por mí!

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