Publicado originalmente en Pam Killeen: 26 de septiembre de 2025
El Objetivo Equivocado
Katie Pasitney, portavoz de Universal Ostrich Farms en Edgewood, Columbia Británica, afirma que la Agencia Canadiense de Inspección de Alimentos (CFIA) le informó que es probable que aves migratorias contaminaran el estanque de agua de su granja, lo que ahora constituye la base para ordenar la destrucción de toda su parvada de avestruces.
El 31 de diciembre de 2024, los análisis de laboratorio de dos cadáveres de avestruz dieron positivo para H5, confirmándose posteriormente como H5N1. La CFIA entonces invocó su política de erradicación y ordenó la despoblación de la parvada. En total, 69 aves murieron durante el brote de diciembre a enero; desde mediados de enero de 2025, no se han reportado muertes y la parvada superviviente ha sido descrita en documentos judiciales como saludable durante meses.
Bajo el enfoque de la CFIA, una vez que se declara que un predio está infectado o expuesto, todas las aves en ese lugar están destinadas a la despoblación. La política no contempla realizar nuevas pruebas a los supervivientes para perdonar a individuos.
La pregunta es obvia: si las aves silvestres portadoras del virus contaminaron el estanque, ¿por qué recae el peso de la medida sobre los avestruces? Son víctimas, no vectores (portadores o propagadores de la enfermedad), y apuntar contra ellos deja impunes a las fuentes ambientales aguas arriba.
Lo que Muestran Trabajos de Campo Recientes
Una nueva investigación de campo proveniente de los focos lecheros de California debería ser una llamada de atención. En 14 granjas lecheras afectadas por H5N1, científicos encontraron H5N1 infeccioso en el aire de las salas de ordeño durante el proceso, y ARN viral en toda la corriente de aguas residuales, con virus infeccioso en algunas muestras de estas aguas, incluyendo lagunas de estiércol que visitan las aves migratorias.
En términos sencillos: los procesos industriales pueden aerosolizar y concentrar el virus, y las lagunas pueden devolvérselo a la vida silvestre, creando un puente plausible desde las operaciones de las macrogranjas hasta pequeñas explotaciones como Universal Ostrich Farms.
Es un Problema Sistémico, No un Caso Aislado
Los sistemas de ganadería industrial generan volúmenes enormes de desechos no tratados, almacenados en lagunas a cielo abierto o esparcidos en campos. Factory Farm Nation 2024 estima 1.700 millones de animales confinados en EE. UU. produciendo aproximadamente 941 mil millones de libras de estiércol al año, gran parte sin tratar. Tormentas e inundaciones superan rutinariamente la capacidad de las lagunas, arrastrando contaminantes, y potencialmente patógenos, a las vías fluviales. Si los reguladores estan serios acerca de detener la transmisión ambiental, aquí es donde deberían enfocarse primero.
Columbia Británica: Reaccionando, No Resolviendo
Los propios registros de Columbia Británica muestran repetidos focos de gripe aviar en el Valle del Fraser. La respuesta habitual —”sacrificar todo lo que esté cerca”— genera titulares, no progreso.
Si el virus infeccioso está en el aire de las salas de ordeño y en las aguas residuales de las granjas que las aves migratorias frecuentan, una respuesta real comienza por lo más alto: identificar y solucionar la fuente de contaminación, luego tomar medidas concretas para interrumpir la propagación ambiental (por ejemplo, tratar las aguas residuales antes de su uso en el campo, cubrir o sellar las lagunas de estiércol, disuadir a las aves silvestres de acudir a sitios contaminados y filtrar el aire en establos y salas de ordeño).
Para ser preciso en cuanto a la política: la guía de IA (Influenza Aviar) de la CFIA se centra en la despoblación, controles de movimiento, bioseguridad, y limpieza y desinfección; no exige controles ambientales aguas arriba como cubiertas para lagunas, tratamiento de aguas residuales o monitoreo del aire en las salas de ordeño.
Esa brecha en la política deja los principales reservorios ambientales mayormente sin abordar, mientras las pequeñas granjas se enfrentan a sacrificios. Matar avestruces aparentemente saludables sin primero probar y solucionar las fuentes aguas arriba no es solo miope. Es científicamente temerario.
Sacrificar Supervivientes Desafía el Sentido Común
Aún más equivocada es la noción de sacrificar animales que sobreviven a una enfermedad; semejante política desafía tanto la lógica como la ciencia básica. Cuando una persona se recupera de un resfriado fuerte o una gripe, reconocemos su recuperación como un signo de resiliencia y salud restaurada, no como un riesgo biológico que requiere eliminación. El mismo principio debería aplicarse a otras criaturas: un avestruz (o cualquier animal) que supera una infección demuestra resiliencia natural, probablemente incluso portando anticuerpos que lo convierten en una menor amenaza de cara al futuro.
De hecho, un experto de la Universidad de Columbia Británica proporcionó una declaración jurada que atestigua que estos avestruces supervivientes han desarrollado inmunidad frente a la gripe aviar, subrayando lo insensato que sería un sacrificio. Tú, el lector, probablemente has tenido un resfriado fuerte o gripe, ¿debería eso significar que tú también deberías ser sacrificado? Lo absurdo de la pregunta en sí misma expone lo irracionales que son los sacrificios indiscriminados de supervivientes saludables.
La Escala Magnifica el Riesgo — Las Pequeñas Granjas Pagan el Precio
El mayor peligro de la ganadería industrial no es solo la contaminación, sino la escala abrumadora de estas operaciones. Cuando la gripe aviar golpea a grandes complejos avícolas o de huevos, las despoblaciones masivas se propagan por las cadenas de suministro, pero las grandes empresas usualmente sobreviven el impacto. Las pequeñas granjas familiares no tienen ese colchón.
La tendencia a largo plazo es evidente: de aproximadamente 733.000 granjas en 1941 se ha pasado a 189.874 granjas en 2021. Las políticas de erradicación contundentes aceleran ese declive, expulsando a las operaciones pequeñas e independientes, a menudo las mismas granjas que intentan hacer las cosas bien. Estas granjas alimentan a sus vecinos, apoyan economías locales y cuidan la tierra. Necesitamos más de ellas, no menos.
Un Plan que Prioriza el Origen
Analizar el entorno y publicar los datos. Muestrear el estanque de los avestruces (entradas/salidas), pozos de sumidero cercanos, campos irrigados con aguas residuales tratadas y lagunas de estiércol para detectar ARN de H5N1 y virus infeccioso. Publicar valores Ct, resultados de cultivo y cadena de custodia. Esto replica el protocolo de California y confirmaría, o descartaría, una ruta ambiental vinculada a flujos de residuos industriales.
Monitorear el aire donde ocurre la exposición. Usar muestreadores de aire validados en las salas de ordeño cercanas y en ubicaciones a sotavento. Si el virus infeccioso está presente durante el ordeño, dirigir la mitigación a donde realmente ocurre la transmisión: protección respiratoria y ocular, desinfección rigurosa del equipo de ordeño, manejo/tratamiento seguro de la leche contaminada y tratamiento de las aguas residuales antes de su uso en el campo.
Limitar el acceso de la vida silvestre a sitios contaminados. Si las lagunas atraen aves migratorias, exigir elementos disuasorios o cubiertas, mejorar el manejo de residuos y establecer estándares de tratamiento medibles. Dejar ese sistema intacto mientras se sacrifican aves en una pequeña granja es teatro regulatorio, no salud pública.
Hacer lo Correcto — en el Orden Correcto
Esto no es una súplica para no hacer nada. Es una súplica para hacer lo correcto en el orden correcto. Si la CFIA puede mostrar evidencia reciente y específica de la granja de que los avestruces están infectados, basada en un muestreo adecuado y una documentación clara, tendrá un caso más sólido. Pero si la evidencia apunta al aire y las aguas residuales industriales como los impulsores de la contaminación ambiental, entonces el sacrificio masivo de una parvada que bebe de un estanque es cruel y contraproducente.
Mantén la Vista en la Fuente
Hasta que no enfrentemos las lagunas de estiércol abiertas y la contaminación en el aire proveniente de los sistemas de ganadería industrial, sacrificar avestruces no hará nada para proteger la salud pública. No detendrá el virus. No hará a los habitantes de Columbia Británica, ni a nuestras granjas, más seguros.
Lo que sí hará es destruir una operación pequeña e independiente más, mientras las verdaderas fuentes de infección permanecen intactas.
No necesitamos más chivos expiatorios. Necesitamos políticas más inteligentes. Es hora de que la CFIA detenga el sacrificio, repiense su estrategia y comience a apuntar a las fuentes reales de infección, como las lagunas de estiércol abiertas, el aire contaminado y los flujos de residuos industriales.
Sobre el Autor
Pam Killeen es coach de salud, podcaster y coautora del libro superventas del New York Times “The Great Bird Flu Hoax” (2006). Escribe y habla extensamente sobre salud, nutrición y corrupción sistémica en la ciencia y las políticas públicas.
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