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Venecia está extendiendo su tarifa de acceso para “visitantes ocasionales” a 54 días. Crédito: Jorge Franganillo. Creative Commons
Cada año, Venecia recibe a más de 30 millones de visitantes, casi el doble de los recibidos por Barcelona, y ambas ciudades han implementado impuestos turísticos para abordar los efectos del turismo de masas.
Estos impuestos tienen como objetivo financiar mejoras en los servicios públicos o desalentar la abrumadora afluencia de viajeros, aunque a veces también se utilizan para promover los destinos mismos, aumentando así aún más el número de visitantes.
Con la temporada de verano acercándose, los impuestos turísticos vuelven a estar en boca de todos. En Cataluña, se planea aumentar el recargo nocturno, mientras que Venecia está extendiendo su tarifa de acceso para “visitantes ocasionales” a 54 días. Estos visitantes ahora deben pagar 5€ por día, o 10€ si la tarifa se paga en el último minuto, para ingresar a la ciudad. La medida busca controlar la saturación turística, especialmente de los pasajeros de cruceros que no pernoctan. Para garantizar el cumplimiento, se realizarán controles y se requerirá un código QR como prueba de pago.
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Mientras que más de 130 ciudades en toda Europa imponen impuestos turísticos, como Roma (4€) o Ámsterdam (hasta 21€), en España solo Cataluña y las Islas Baleares aplican tales cargos. La efectividad de estos impuestos depende en gran medida de cómo se utilicen los ingresos: si los fondos se invierten en mejorar los servicios públicos, gozan de una mayor aceptación social. Los expertos enfatizan que el objetivo no es disuadir a los turistas, sino financiar los costos derivados del hacinamiento.
En Cataluña, la Generalitat recauda el impuesto y lo distribuye entre los municipios, en parte para la promoción turística, algo cuestionado en ciudades como Barcelona, donde la promoción adicional no es necesaria. El apoyo público a los impuestos aumenta cuando los residentes ven beneficios tangibles, como un mejor transporte público o infraestructura de barrios.
El turismo genera beneficios y costos sociales desiguales, y los impuestos turísticos ayudan a reequilibrarlos. El debate se centra en cómo se utilizan los fondos: ya sea para infraestructura pública, promoción turística o vivienda social.
Según la asociación empresarial Exceltur, el problema subyacente es la financiación local: los municipios necesitan más recursos, y los impuestos turísticos podrían proporcionar una solución. Sin embargo, cuestionan por qué solo se gravan los alojamientos y no otros servicios turísticos.
Islas Baleares
El caso de las Islas Baleares destaca en España: desde 2016, su Impuesto de Turismo Sostenible ha recaudado más de 800 millones de euros. Inicialmente, los fondos se destinaban a proyectos ambientales y vivienda social, pero los cambios políticos desde entonces han redirigido parte del dinero hacia la promoción del turismo, perpetuando así la dependencia del sector.
Algunos expertos critican al gobierno actual de las Islas Baleares por utilizar el impuesto turístico para financiar medidas que benefician al sector en lugar de a la población local. Plataformas sociales están exigiendo que los fondos se redirijan hacia la vivienda y los servicios públicos.
Finalmente, los expertos coinciden en que los impuestos turísticos no disuaden a los visitantes. El turismo sigue creciendo a pesar del aumento de los precios de los hoteles y servicios. También proponen la introducción de nuevos impuestos, como los que apuntan a las empresas de alquiler de coches, ajustados según el tipo de vehículo.
En destinos maduros como Barcelona y Venecia, pequeños recargos no influyen en las decisiones de viaje, lo que significa que el debate debería centrarse en la mejor forma de gestionar los ingresos y maximizar sus beneficios para las ciudades.
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