Las urgencias hospitalarias se han convertido en la principal puerta de entrada al sistema sanitario, lo que refleja la preocupante trayectoria del Servicio Nacional de Salud.
“Doctor, he llamado todos los días a las 8 de la mañana y nunca hay citas disponibles.”
Estas son las palabras que escucho demasiado a menudo de mis pacientes.
Como médico de urgencias, reconosco que la atención primaria tal y como la conocíamos ha dejado de existir.
La atención primaria se ha visto desbordada por la demanda de los pacientes y por los recursos limitados.
El médico de cabecera, que antes era un doctor de familia bien conocido, se ha convertido en una figura distante y difícil de contactar.
Esta situación deja a los pacientes preocupados con una elección dura: esperar varias horas en urgencias o varias semanas para ver a su médico de familia.
La elección es obvia, ¿verdad?
Sin embargo, los servicios de urgencias están diseñados para tratar condiciones agudas y que amenazan la vida.
Si urgencias se convierte en el punto de acceso al sistema de salud, corremos el serio riesgo de que estos departamentos se vuelvan puertas giratorias.
El departamento de urgencias, como es evidente por su nombre, está preparado para abordar problemas agudos y graves.
En la realidad, lo que ahora llega a la puerta del hospital es un número desproporcionado de problemas de salud crónicos.
Es importante recordar que en urgencias a menudo falta la privacidad necesaria para tener conversaciones con empatía y realizar examenes exhaustivos.
La elección a la que se enfrentan los pacientes no es justa, y no debería existir como su única opción.
Aunque urgencias se está convirtiendo rápidamente en un lugar de seguridad para los pacientes, las consecuencias son inaceptables.
Los tiempos de espera a menudo pueden alcanzar cifras de dos dígitos en la mayoría de urgencias, dejando a los enfermos, frágiles y vulnerables esperando en sillas duras y frías.
Si no logramos preservar las urgencias para las verdaderas emergencias, arriesgamos fallar a aquellos que más lo necesitan.
Detrás de todo esto hay un sistema insostenible, llevado más allá de sus capacidades, y un marco de políticas que no se ha actualizado.
El plan del gobierno a 10 años para el NHS está completamente desconectado de la realidad.
No reconoce la realidad actual del Servicio Nacional de Salud, donde urgencias está compensando los fallos de la atención primaria – un sistema en el que los pacientes son atendidos en urgencias mucho antes de que puedan ver a su médico de cabecera.
