¿Un puente demasiado lejos? Proyecto ferroviario en Praga genera críticas

Rob Cameron
Corresponsal en Praga
BBC

El puente ferroviario de Vyšehrad en Praga, que tiene 123 años, será reemplazado y trasladado a otra ubicación.

La capital checa, Praga, es una de las joyas arquitectónicas de Europa: en gran parte intacta tras siglos de invasiones y guerras, atrae a unos 8 millones de turistas al año.

Es un cuadro viviente de estilos arquitectónicos, desde lo medieval hasta el Barroco, desde lo industrial hasta lo moderno. Por eso, cuando un monumento praguense está en la mira para demolición o reconstrucción, siempre despierta emociones fuertes.

"Creo que este puente es absolutamente clave para Praga", dijo el arquitecto e ingeniero de puentes, Petr Tej, pasando la mano por las vigas oxidadas del puente de Vyšehrad.

"El panorama que forma junto con la fortaleza de Vyšehrad detrás está al mismo nivel que el del Puente de Carlos con el Castillo de Praga. Estas dos vistas son —en mi opinión— cruciales para la ciudad, y debemos preservarlas", explicó Tej a la BBC.

De pie en la pasarela peatonal junto al puente de acero oxidado, miramos hacia los tres arcos que son un símbolo del sur de Praga.

El arquitecto Petr Tej y el filántropo Tomáš Bistrický creen que el puente puede restaurarse en vez de reemplazarse.

Mientras hablábamos, un tren pasaba hacia el oeste, cruzando el río rumbo a la estación de Smíchov, y de ahí a Karlovy Vary, Pilsen o Alemania.

"Estas partes son las más afectadas por el óxido", señaló Petr, apuntando a un conjunto de vigas y remaches.

Petr forma parte de la Fundación del Puente de Vyšehrad, un grupo internacional de expertos que ha restaurado puentes similares en el mundo —algunos en peor estado que este.

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Dicen que el plan de la Administración Ferroviaria para desmantelar este ícono industrial —construido en 1902 durante el auge del Imperio Austrohúngaro— es completamente innecesario.

"Informes previos decían que había que reemplazar el 70% del acero. Nuestro estudio dice que solo es el 15%. Es una gran diferencia."

La propuesta de la Fundación es simple: reparar el puente en su lugar, mantener los trenes funcionando, minimizar las molestias y ahorrar dinero.

Este año, sus hallazgos fueron avalados por la UNESCO, que protege gran parte del centro histórico de Praga. También tienen el respaldo de más de 25.000 residentes que firmaron una petición para salvar el puente.

Pavel Paidar, de la Administración Ferroviaria, afirma que el puente no podrá soportar el crecimiento previsto del tráfico ferroviario.

Poco después, a la sombra de las vigas, el director del departamento de construcción de la Administración Ferroviaria, Pavel Paidar, negó con la cabeza.

"Este puente ya maneja tres cuartos del tráfico ferroviario de Praga. Podría soportar más, pero, debido a la corrosión, solo aguanta el 60% de su capacidad", dijo Paidar.

"Con el crecimiento previsto, será un gran problema de transporte. Sí, es un monumento histórico protegido, pero está claro que no se pueden conciliar ambas cosas: las necesidades de transporte y la preservación del patrimonio."

El nuevo puente incluirá una tercer vía y, según las visualizaciones, será un digno homenaje al original. La zona será revitalizada y mejorará la conexión con el oeste del país y más allá.

El puente viejo, en cambio, será desmontado y trasladado unos 8 km al sur, al distrito de Modřany, para servir como paso peatonal y ciclista.

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Správa železnic (Administración Ferroviaria)

Los diseños arquitectónicos muestran que el nuevo puente se inspirará en el original.

Sin embargo, esta idea también ha recibido críticas. El río Moldava en Modřany es la mitad de ancho que en el centro. Un puente ferroviario urbano, dicen, quedará fuera de lugar en medio de un prado.

"Hay una percepción errónea de que hay dos intereses en conflicto aquí: transporte y patrimonio cultural", comentó Tomáš Bistrický, cofundador de la Fundación, que propone un segundo puente más delgado junto al original para añadir la tercer vía.

"Pero nuestro estudio muestra que no hay conflicto; al contrario, se complementan."

Es un dilema antiguo: derribar en nombre del progreso o preservar en nombre de la tradición. En una ciudad que se enorgullece de su conservación arquitectónica, el debate es intenso.

Al final, quizás pronto, la decisión no la tomarán ingenieros ni activistas, sino el gobierno checo.