El histórico pueblo de Brihuega, situado en el Valle del Tajuña en la provincia de Guadalajara, combina un legado de estilo toscano con paisajes escénicos y, por supuesto, inmensos campos de lavanda.
Se encuentra a unos 100 km al noreste de Madrid.
Brihuega es famoso por sus campos de lavanda, cultivados en más de 1,000 hectáreas, lo que representa el 10% de la producción mundial.
EL PUEBLO DE BRIHUEGA
Ofrece un espectáculo de color y aroma que atrae a miles de visitantes cada verano.
Hace 30 años, Brihuega fue pionero en el cultivo de lavanda en España. Desde entonces, la sustitución progresiva de cereales por esta planta ha transformado el paisaje de la región.
Su floración, que varía según las condiciones climáticas de la primavera, alcanza su máximo esplendor en julio, tiñendo los campos de azul y violeta.
Sin embargo, la oferta turística de Brihuega va mucho más allá de la lavanda.
El pueblo, conocido como El Jardín de la Alcarria, conserva su historia en monumentos como el castillo de Piedra Bermeja, las Cuevas Árabes o la iglesia de Santa María de la Peña.
La Real Fábrica de Paños y sus jardines inspirados en Versalles también son imprescindibles.
Con una población de unos 3,000 habitantes, en su entrada destaca una torre de granito que data del siglo XVI.
EDIFICIOS HISTÓRICOS
Aún se conservan casi dos kilómetros de muralla árabe, así como dos puertas de acceso: Cozagon y Cadena.
Algunos edificios del recinto del castillo fueron construidos en el siglo XII, al igual que la capilla gótica de la fortaleza.
La iglesia de Santa María de la Peña (siglo XIII) y las ruinas del antiguo convento franciscano se alzan junto al recinto.
Si paseas por calles como la Calle Mayor, la Plaza del Coso o la Calle de Armas, descubrirás otros monumentos, como la antigua prisión pública de la época de Carlos III o la mansión de la familia Gómez.
El edificio de la Real Fábrica de Paños y sus hermosos jardines también resaltan, siendo un ejemplo de arquitectura industrial española del siglo XVII. Además, el convento de San José y las iglesias de San Miguel y San Felipe merecen una visita.
También hay numerosas fuentes interesantes; algunas de apariencia monumental, como La Blanquina, con doce caños, frente al antiguo lavadero.
