El martes, el tiempo nublado ahuyentó a los turistas de las playas, que buscaron alternativas. Como siempre ocurre cuando hay mal tiempo en temporada alta, todos parecieron converger en Palma. Si no era Palma, entonces era Sóller.
Aparcar implicó largas colas y los inevitables atascos. Los turistas que lograron estacionar se sumaron a las calles y plazas del centro junto a casi 10,000 pasajeros de tres cruceros.
Sóller el martes. Foto: Irene Cabrer.
Hubo enormes retenciones en la entrada a Sóller, y el túnel tuvo que cerrarse temporalmente. Los nuevos paneles informativos sobre la disponibilidad de aparcamiento —o su falta— no parecieron marcar mucha diferencia. Tomar un autobús desde Palma también resultó complicado por la cantidad de gente.
Algo totalmente previsible. Pasa cada vez que el tiempo no acompaña.
