La pandemia de COVID-19 ha alterado sin duda el curso de innumerables vidas. Y para muchos de quienes contrajeron la enfermedad, los efectos aún se perciben incluso después de haberse "recuperado" oficialmente.1
Comúnmente conocido como COVID persistente, este efecto secundario de la infección por SARS-CoV-2 afecta a millones de personas en todo el mundo, y muchas luchan con síntomas durante más de un año.2 Durante varios años, los investigadores han topado con callejones sin salida respecto a la causa de estos problemas a largo plazo. Ahora, un nuevo estudio ha descubierto una evidencia sólida que podría responder a sus teorías de larga data: los microcoágulos.3
Nueva Investigación Profundiza la Comprensión del COVID Persistente
En un estudio publicado en el Journal of Medical Virology, los investigadores se propusieron comprender qué hace que el COVID persistente sea tan duradero. Abordando el problema desde un nuevo ángulo, se centraron en la sangre misma y descubrieron que quienes padecen COVID persistente presentan estructuras microscópicas anormales. En concreto, microcoágulos de fibrina fusionados con restos de células inmunitarias.4
Para realizar el análisis, el equipo utilizó técnicas de imagen avanzadas para determinar cómo se forman estas estructuras, qué contienen y en qué se diferencian de la sangre sana. Para la población de estudio, seleccionaron a adultos con COVID persistente que seguían padeciendo problemas como agotamiento, dificultad para respirar, niebla mental, mareos y opresión en el pecho mucho tiempo después de que la infección inicial hubiera remitido.
- Hubo diferencias notables en la estructura sanguínea — Según los investigadores, las muestras analizadas mostraron de manera consistente estructuras de microcoágulos más grandes, densas y complejas que las observadas en los controles sanos.
Profundizando en los datos, descubrieron que los microcoágulos estaban entrelazados con trampas extracelulares de neutrófilos, o NETs. Estas son redes pegajosas de ADN y enzimas que liberan los neutrófilos al activarse. Los coágulos ricos en NETs resisten los procesos normales de degradación, lo que significa que el cuerpo termina con bloqueos persistentes a nivel microvascular.
- El impacto de las NETs — Los investigadores reportaron aumentos significativos en varios marcadores de NETs — mieloperoxidasa, elastasa de neutrófilos y ADN libre circulante — en el grupo con COVID persistente. Estos son enzimas y fragmentos de ADN que actúan como pegamento dentro de los coágulos. Cuanto más material de NETs encontraron los investigadores, más microcoágulos aparecían y más grandes se volvían.
- Otro detalle a destacar es la densidad misma de las estructuras — Bajo microscopía de fluorescencia, los microcoágulos en la sangre de pacientes con COVID persistente mostraron capas gruesas y enmarañadas, compactas y resistentes a la degradación. Los controles sanos también presentaban microcoágulos, pero eran escasos y mucho menos estructurados.
- Lo profundamente incrustados que estaban los componentes de las NETs dentro de los coágulos — No estaban débilmente adheridos a la superficie. En cambio, las hebras de ADN y las enzimas de neutrófilos estaban entretejidas en el interior de las estructuras de fibrina. Esto es importante porque los coágulos basados en fibrina normalmente se descomponen con la ayuda de enzimas como la plasmina.
Cuando el ADN y las proteínas de neutrófilos se entrelazan a lo largo del coágulo, el proceso de degradación se vuelve ineficiente y lento, lo que explica por qué el COVID persistente dura meses — o incluso años.
- Diferentes marcadores también mostraron distintos grados de asociación con la formación de microcoágulos — Por ejemplo, el ADN circulante se correlacionaba fuertemente con la densidad de microcoágulos, mientras que otros marcadores aumentaban pero no seguían tan precisamente la carga de coágulos. Esto significa que futuras pruebas podrían basarse en marcadores específicos para identificar qué procesos biológicos impulsan los síntomas persistentes. También abre la puerta a intervenciones individualizadas.
- Las NETs actúan como un andamiaje — Cuando los neutrófilos expulsan su ADN y enzimas, crean hebras largas y pegajosas diseñadas para atrapar patógenos. En el COVID persistente, estas hebras se adhieren a la fibrina — una proteína involucrada en la coagulación — y construyen estructuras estratificadas y enredadas. Una vez formadas, flotan por el torrente sanguíneo, alojándose en vasos diminutos y creando micro-obstrucciones. El resultado es una microcirculación alterada y una reducción en la transferencia de oxígeno.
- Otro mecanismo que describieron los investigadores implica la resistencia de estos coágulos a la fibrinólisis — Dado que los componentes de las NETs endurecen y refuerzan la estructura de fibrina, los sistemas de limpieza habituales del cuerpo luchan por disolverlos. Esto conduce a una retención crónica de microcoágulos, un estrés vascular continuo y síntomas prolongados.
- La cantidad de material de NETs aumentaba directamente junto con la cantidad de microcoágulos — Esto significa que los sistemas inmunitario y de coagulación interactúan en un ciclo, impulsándose mutuamente. Con el tiempo, este ciclo agota la energía, estresa el sistema cardiovascular y mantiene la inflamación activa mucho después de que el virus haya desaparecido.
El Riesgo de Coágulos Sanguíneos Comienza con la Infección
En un estudio anterior publicado en Hematology Reports, los investigadores revisaron evidencia sobre cómo el virus SARS-CoV-2 puede desencadenar problemas peligrosos de coagulación durante la infección y mucho después de que una persona dé negativo. Su objetivo era identificar cómo el virus pone al cuerpo en un estado pro-coagulante, por qué este riesgo persiste durante meses y qué eventos biológicos impulsan el daño.5
Los investigadores revisaron cómo los problemas de coagulación, tanto agudos como a largo plazo, interfieren con el flujo sanguíneo, estresan el sistema cardiovascular y preparan el terreno para problemas de salud que coinciden perfectamente con las descripciones del COVID persistente.
- Tasas de complicaciones por coágulos — La trombosis venosa profunda y la embolia pulmonar aumentaron drásticamente entre los pacientes hospitalizados con COVID, y los investigadores informaron que muchos casos aparecieron incluso mientras los pacientes recibían terapia anticoagulante diseñada para prevenir coágulos.
- Qué sucedió después de que las personas salieron del hospital — El riesgo prolongado de coagulación apareció en múltiples estudios, mostrando los pacientes formación de coágulos semanas o meses después de que la infección inicial había pasado.
- Una comparación de complicaciones por coágulos en distintos grupos — Los autores señalaron que aquellos con enfermedad cardiovascular preexistente, diabetes, obesidad o edad avanzada tenían más probabilidades de experimentar eventos de coagulación graves, pero los jóvenes y personas previamente sanas no estaban exentos.
- El SARS-CoV-2 crea un desequilibrio entre la formación y la degradación de coágulos — En condiciones normales, el cuerpo forma y disuelve constantemente pequeños coágulos. Pero según los investigadores, el COVID altera este equilibrio al liberar químicos que promueven la coagulación, dañar las paredes de los vasos y activar las plaquetas a tasas inusualmente altas. Una vez que comienza este desequilibrio, el cuerpo forma coágulos más rápido de lo que los disuelve.
- Mecanismos biológicos que vinculan los procesos — El artículo explica cómo el virus infecta las células endoteliales, que son el revestimiento interno de los vasos sanguíneos. Cuando estas células se dañan, liberan sustancias que favorecen la coagulación, estrechan la apertura del vaso y atraen plaquetas al lugar de la lesión.
El resultado es una reacción en cadena: el endotelio dañado envía señales de inflamación, la inflamación desencadena la activación plaquetaria y las plaquetas activadas envían más señales de coagulación.
- La participación del sistema inmunitario — La COVID-19 estimula una oleada de citoquinas inflamatorias, que son mensajeros químicos que le indican al cuerpo que monte una defensa. Cuando estas citoquinas se elevan demasiado, el sistema de coagulación recibe señales constantes para activarse. Esta es la razón por la que algunas personas sienten que sus cuerpos nunca se apagan, incluso después de que la infección ha desaparecido. Sus vías inflamatorias y de coagulación permanecen activadas, agotando la energía y forzando el corazón, los pulmones y los músculos.
- Cómo cambia el comportamiento de las plaquetas durante y después de la infección — Las plaquetas son pequeños fragmentos celulares que ayudan a la coagulación de la sangre en caso de lesión. Según los investigadores, el virus SARS-CoV-2 lleva a las plaquetas a un estado de alta activación donde se agrupan más fácilmente, interactúan anormalmente con células inmunitarias y liberan sustancias que promueven la coagulación.
Esta reactividad elevada no siempre vuelve a la normalidad de inmediato. Si se tienen síntomas persistentes, esta activación plaquetaria es parte de la razón por la que el flujo sanguíneo se siente alterado incluso cuando escáneres o pruebas estándar parecen normales.Estrategias para Ayudar a Manejar Mejor el COVID Persistente
En esencia, el COVID persistente es una cuestión de disfunción mitocondrial. Si estas fábricas de energía dentro de las células no funcionan de manera óptima, los niveles de energía se verán finalmente afectados. Si conoces a alguien que sufre esta condición, estas estrategias pueden ayudar:
- Enzimas proteolíticas — Cada vez que me encuentro con alguien que experimenta síntomas de COVID persistente, una de las primeras cosas que le digo es que tome enzimas proteolíticas, que ayudan a eliminar la proteína spike residual del cuerpo. La nattokinasa, la lumbroquinasa y la serrapeptasa están entre las enzimas más estudiadas para este propósito. Ayudan a desmantelar los fragmentos remanentes de spike, alivian la inflamación y dan al cerebro y los tejidos espacio para recuperarse.
La lumbroquinasa es significativamente más potente — aproximadamente 30 veces más fuerte que la nattokinasa y unas 300 veces más que la serrapeptasa — por lo que es típicamente mi elección preferida. Estas enzimas se toman mejor con el estómago vacío, al menos una hora antes o dos horas después de consumir proteínas. Si se toman con alimentos, se desviarán para digerir la comida en lugar de limpiar las proteínas problemáticas del torrente sanguíneo. - Seguir el protocolo I-RECOVER — La Alianza Médica Independiente (IMA), anteriormente conocida como FLCCC, ofrece un plan detallado llamado protocolo I-RECOVER. Es una de las guías más completas disponibles para abordar complicaciones post-vacuna y post-infección. Describe estrategias de desintoxicación, para calmar la inflamación y restaurar la función mitocondrial — todos pasos fundamentales para mejorar la salud después de lesiones relacionadas con COVID.
- Reducir la ingesta de ácido linoleico (AL) — Sus mitocondrias dependen de un lípido único llamado cardiolipina,6 ubicado dentro de las estructuras de la membrana interna (crestas) donde se produce energía. La calidad y estabilidad de la cardiolipina están influenciadas por las grasas de la dieta. Esto es más importante de lo que la mayoría cree, ya que las grasas dietéticas incorrectas distorsionan la estructura de las crestas y dificultan la producción de energía.
La cardiolipina también actúa como un sistema de seguridad interno, señalando a las células dañadas para iniciar la apoptosis activando la caspasa-3. Cuando la cardiolipina se oxida, especialmente por el consumo excesivo de AL, pierde esta capacidad. Sin una señalización adecuada, las células disfuncionales persisten y pueden eventualmente volverse cancerosas.
El AL se encuentra en exceso en aceites vegetales (muy utilizados en alimentos ultraprocesados y de restaurante), condimentos, frutos secos y semillas, aceites de oliva y aguacate adulterados, y productos animales de ganado alimentado con granos, como el pollo y el cerdo convencionales. Dicho esto, le recomiendo descargar mi aplicación Mercola Health Coach una vez que esté disponible. Tiene una función llamada "Seed Oil Sleuth", que monitorea su ingesta de AL hasta la décima de gramo. - Azul de metileno — Esta solución puede ser muy efectiva para el agotamiento y los desafíos neurológicos que persisten después de la infección por COVID o la vacunación. Funciona como un transportador de electrones, actuando esencialmente como una fuente de energía recargable. A diferencia de muchos compuestos que realizan una función similar, no promueve reacciones oxidativas dañinas.
Cuando la respiración mitocondrial o la utilización de oxígeno están comprometidas, el azul de metileno puede redirigir el flujo de electrones, restaurando la producción de energía incluso cuando las vías normales están bloqueadas. También puede compensar la reducción del flujo sanguíneo mejorando la eficiencia mitocondrial cuando los tejidos no reciben suficiente hemoglobina oxigenada.
Sus beneficios se extienden más allá del tiempo que permanece en el cuerpo — el azul de metileno induce cambios bioquímicos que mejoran las vías de procesamiento de oxígeno e incluso puede promover la formación de nuevas mitocondrias con el tiempo.La dosificación es hermética. Cantidades bajas proporcionan beneficios que cantidades altas pueden anular. La mayoría de los expertos recomiendan dosis relativamente altas para tratamientos a largo plazo, como 0.5 a 1 miligramo (mg) por kilogramo de peso corporal para apoyo cognitivo. Para una persona de 150 libras, eso sería una dosis de 34 a 68 miligramos. Creo que esto es excesivo e innecesario.
Dosis superiores a 3-5 miligramos probablemente nunca sean necesarias a menos que se esté recibiendo tratamiento por una condición potencialmente mortal como intoxicación por monóxido de carbono o cianuro.
La dosis promedio para la mayoría de los adultos que reduce o elimina el estrés reductivo es de solo 5 mg, una vez al día, independientemente del peso. Tiene una vida media de más de doce horas y se acumulará gradualmente si se toma todos los días, por lo que no se necesitan dosis más altas. Use solo azul de metileno de grado farmacéutico en cápsulas o comprimidos, ya que las variedades industriales y químicas frecuentemente contienen contaminantes como metales pesados. Tomarlo con vitamina C puede mejorar su absorción.
Para obtener más información, lea "Los Sorprendentes Beneficios del Azul de Metileno para la Salud". Incluye una entrevista con el experto Francisco Gonzalez-Lima, Ph.D., quien ha pasado muchos años estudiando este fármaco.
- Enzimas proteolíticas — Cada vez que me encuentro con alguien que experimenta síntomas de COVID persistente, una de las primeras cosas que le digo es que tome enzimas proteolíticas, que ayudan a eliminar la proteína spike residual del cuerpo. La nattokinasa, la lumbroquinasa y la serrapeptasa están entre las enzimas más estudiadas para este propósito. Ayudan a desmantelar los fragmentos remanentes de spike, alivian la inflamación y dan al cerebro y los tejidos espacio para recuperarse.
