¿Recuerdas esos estampados florales super fuertes que solían estar en la sala de tu abuela? Esos que se pegaban a las paredes, cubrían sofás súper duros y brillaban en cojines como bolas de discoteca. Y si tenían un estilo eslavo o balcánico tan marcado que te hacía dudar de la realidad, pues todavía mejor. Sí, cuanto más feos, mejor. Hay algo en esa fealdad retro que la industria de la moda no puede soltar, especialmente cuando va de la mano con un poco de nostalgia. Solo dale un poco de tiempo y empezarás a ver los florales ‘grannycore’ por todas partes. Estoy segura de que tarde o temprano tendremos el paquete completo de la tendencia: ropa, zapatillas, bolsos, todo. Incluso Demna le dió un toque a Gucci en su debut.
Durante los últimos días, vi mi trauma del papel pintado en hombretas y botas estampadas. A la moda le encanta un poco de vergüenza grabada en los estampados, y no puedo creer que lo diga, pero a mí me encantó igual. Lo feo nunca se había visto tan intencional. ¿Quizás es solo que extraño a mi abuela? O quizás es solo el efecto ‘grannycore’. Ya no es un hashtag para influencers, es con lo que la gente de a pie elige expresarse, bueno, tal vez la gente con conciencia de moda. Mezcla esos florales, añade rayas y un toque de tartán o estampado militar y ya tienes el uniforme de calle del 2025.
Necesito pañuelos en la cabeza bajo gorras, blazers de brocado cuadrados y botas hasta la rodilla empapadas en este estampado para la primavera. Quizás también un vestido corsé después de la aparición de Suki Waterhouse en el estreno en Nueva York de “Die My Love”.
Llámalo ‘grannycore’, llámalo de culto, da igual. Y honestamente, creo que las flores tampoco importan. Tal vez todo esto no se trate tanto de los estampados sino de un permiso. El permiso para gustarte lo que te gusta, para aceptar lo raro y lo feo. En algún lugar entre la casa de mi abuela y las pasarelas de la Semana de la Moda, he encontrado un lugarcito en mi armario que ha estado vacío por demasiado tiempo. Un espacio para los conjuntos desordenados, irónicos y sentimentales, y no podría estar más feliz de que ese espacio vacío por fin tenga una razón para existir.
