Cientos de fotografías cuelgan para secarse en un laboratorio, frágiles recuerdos de cumpleaños y vacaciones de verano que casi fueron arrasados por las mortales inundaciones del año pasado en España.
Pero gracias a una iniciativa universitaria, muchos de estos recuerdos han sido rescatados de la ruina.
Vestidos con batas blancas y mascarillas para protegerse del moho y otros contaminantes, un grupo de estudiantes en un laboratorio de la Universidad Politécnica de Valencia limpia y restaura fotos con mucho cuidado.
Un letrero junto a una pila de álbunes fotográficos manchados de barro que está cerca de la entrada advierte: “No tocar. Material contaminado”.
Cerca de allí, una pila de álbumes de fotos vacíos todavía lleva las huellas del barro que arrasó partes de la región mediterránea de Valencia durante las lluvias torrenciales del 29 de octubre de 2024, que causaron más de 200 muertos y destruyeron miles de hogares.
En el caos que siguió, una ola de voluntarios se apresuró a ayudar a los residentes a limpiar las 800,000 toneladas de escombros dejados por el desastre natural más mortífero de España en una generación y a salvar lo que pudieron.
“Empezamos a recibir llamadas de estudiantes que estaban ayudando en las zonas afectadas y se dieron cuenta de que se estaban tirando álbumes enteros de fotografías”, dijo Esther Nebot, profesora de la universidad y codirectora del proyecto Salvem les fotos.
“Esos mismos estudiantes comenzaron a recoger fotografías en sus mochilas”, añadió, señalando los congeladores donde se almacenaban las imágenes dañadas antes de ser restauradas con mucho esfuerzo.
– ‘Increíblemente satisfactorio’ –
Desde que comenzó el proyecto, aproximadamente 340,000 imágenes han pasado por el laboratorio.
Voluntarios, estudiantes, donantes y profesores han restaurado alrededor del 75 por ciento de ellas.
“El desastre causó pérdidas enormes a nivel documental e histórico, y sobre todo a nivel social”, dijo Nebot.
“Muchos objetos no tienen valor económico, ni siquiera significado histórico, pero llevan un peso emocional inmenso.”
Usando una pequeña brocha y un cubo de agua cada vez más sucia, la estudiante de doctorado Ruth Acuña limpia delicadamente una fotografía en blanco y negro que muestra débilmente el retrato de una mujer.
La joven de 25 años, que está en el proyecto desde el principio, dijo que era consciente de la responsabilidad de manejar los recuerdos de familias que ya han perdido tanto.
“A veces ves una foto y piensas, ‘esta no sobrevivirá’, y de repente sale perfecta”, dijo. “Es increíblemente satisfaciente.”
– ‘Lloramos mucho’ –
En una mesa cercana, otros estudiantes desmontan con cuidado álbumes deformados o desinfectan y limpian fotografías descoloridas, que luego cuelgan para secar.
Las copias más delicadas, principalmente en blanco y negro, se aplanan entre láminas de cartón para evitar que se enrollen.
Algunas imágenes están tan dañadas que los rostros son casi irreconocibles. Otras, sin embargo, han comenzado a contar fragmentos de vida una vez más.
“Es muy gratificante limpiar fotos y, especialmente cuando están muy dañadas, ver emerger un rostro”, dijo la estudiante Andrea Baldwin, limpiando suavemente una foto con algodón.
“Te llena saber que las familias pueden volver a ver estos recuerdos juntas.”
En una habitación contigua, dos estudiantes digitalizan y categorizan las imágenes, preparándolas para ser devueltas a sus dueños en un formato similar al de sus álbumes originales.
Nebot, la codirectora del proyecto, dijo que el momento en que las fotos restauradas se devuelven a las familias —algunas todavía sin hogar— suele ser muy emocionante.
“Hemos llorado mucho”, dijo.
“Reservamos tiempo para mostrarles cómo manejamos sus fotos, y también es una forma de agradecerles por su confianza.”
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