Tasas de retención de Lagarde: ¿Por qué las finanzas se encuentran en una ‘situación favorable’?

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El Banco Central Europeo mantuvo sin cambios sus tipos de interés clave el jueves, dejando el tipo de depósito en el 2.00%, mientras su presidenta, Christine Lagarde, señaló una confianza creciente en que la inflación se estabiliza en torno al objetivo del 2% a medio plazo.

Durante la rueda de prensa en Fráncfort, Lagarde afirmó que “el proceso desinflacionario ha concluido” y que la eurozona se encuentra “en una buena situación”, citando un mercado laboral resiliente, una perspectiva inflacionaria estable y unas previsiones de crecimiento revisadas al alza para 2025.

No obstante, se apresuró a matizar que el BCE “no sigue una trayectoria predeterminada”, y que futuras decisiones dependerán estrictamente de los datos macroeconómicos.

¿Una pausa o un giro?

La decisión de mantener los tipos contó con un amplio consenso en el Consejo de Gobierno y era mayoritariamente esperada por los mercados.

Supone la tercera reunión consecutiva sin modificaciones en la política monetaria, después de un ciclo de subidas de 200 puntos básicos iniciado a mediados de 2024.

Lagarde subrayó que la inflación se sitúa ahora en los niveles deseados y que el impacto de las medidas anteriores aún se está trasladando a la economía.

Pese a los rumores de que el ciclo de ajuste ha finalizado, Lagarde evitó respaldar explícitamente esa idea.

“Somos dependientes de los datos”, insistió, recalcando que cualquier movimiento futuro se evaluará reunión por reunión, en función de las perspectivas de inflación y la solidez de la transmisión monetaria.

Ante las sugerencias de que el BCE podría haber concluido ya la bajada de tipos, Lagarde fue contundente: “No nos equivoquemos. Analizaremos los datos, todos los datos, y actuaremos en consecuencia”.

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La inflación se estabiliza en torno al objetivo

Las nuevas proyecciones del BCE anticipan una inflación general del 2,1% en 2025, que caería al 1,7% en 2026 para repuntar ligeramente hasta el 1,9% en 2027. Se espera que la inflación subyacente —que excluye energía y alimentos— siga una trayectoria similar: desde el 2,4% en 2025 hasta el 1,8% en 2027. Los datos recientes respaldan en parte este escenario.

La inflación de la eurozona repuntó levemente en agosto hasta el 2,1%, mientras que indicadores subyacentes como precios de servicios y bienes manufacturados se mantuvieron mayormente estables.

El crecimiento salarial también se modera: la compensación anual por empleado se desaceleró hasta el 3,9% en el segundo trimestre, frente al 4,8% del año anterior.

Lagarde sugirió que esta moderación en presiones salariales, unida a ganancias de productividad, ayudará a afianzar la inflación en los próximos años.

“La mayoría de las medidas de expectativas inflacionarias a largo plazo se mantienen en torno al 2%”, afirmó. “Los riesgos aparecen más equilibrados que en junio, gracias a la reducción de tensiones comerciales”.

Mejora de las perspectivas de crecimiento

El BCE revisó al alza su previsión de crecimiento para 2025, hasta el 1,2% desde el 0,9% estimado en junio. El PIB se expandiría un 1,0% en 2026, antes de repuntar al 1,3% en 2027.

Según Lagarde, el primer semestre registró un crecimiento acumulado del 0,7%, apoyado por la demanda interna y un consumo sólido.

“La inversión y el consumo se mantienen mejor de lo esperado”, declaró, añadiendo que unas condiciones financieras más laxas, el aumento de la renta disponible y los sólidos fundamentos del mercado laboral están apoyando la demanda.

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La tasa de desempleo se situó en el 6,2% en julio y se espera que decline aún más, lo que podría impulsar el consumo en los próximos meses. Sin embargo, persisten riesgos externos.

El BCE destacó que tensiones comerciales, aranceles más elevados y un euro fuerte podrían lastrar las exportaciones y debilitar la actividad, especialmente en la segunda mitad del año.

Pero Lagarde expresó su confianza en que “estos efectos deberían disiparse el próximo año”, en la medida en que los acuerdos comerciales recientes reduzcan la incertidumbre.

Sin compromiso con una trayectoria definida

En línea con mensajes previos, el BCE reafirmó su enfoque de “reunión por reunión” y se negó a ofrecer una guía a plazo sobre futuros movimientos de tipos.

Lagarde reiteró que “no nos comprometemos con una trayectoria concreta”, dejando abierta la puerta a ajustar todos los instrumentos si la inflación se desvía del objetivo. Los mercados, que buscaban señales más claras, se topan una vez más con el mismo mensaje: la optionalidad es la norma.

Al ser preguntada sobre si las expectativas actuales de mercado —que descartan nuevos recortes— se alinean con la visión del BCE, Lagarde optó por un encogimiento de hombros diplomático:

“Los mercados hacen lo que tienen que hacer, y nosotros hacemos lo que tenemos que hacer”.

Respecto a los riesgos de turbulencia derivados de la situación política en Francia, Lagarde enfatizó que los mercados de deuda soberana de la eurozona se mantienen ordenados y funcionan con normalidad. Reiteró que el BCE está preparado para intervenir si la fragmentación financiera amenaza la transmisión de la política monetaria.

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El mensaje a los mercados: no hay prisa

Con la inflación en meta y el crecimiento repuntando, el BCE dejó claro que no hay urgencia por mover los tipos.

El tono fue cauteloso pero confiado: una pausa, no un giro.

La próxima reunión de política monetaria tendrá lugar en Florencia el 30 de octubre. Hasta entonces, la postura del BCE es clara: mantener el rumbo, observar los datos y permanecer en “una buena situación”.