Superman "woke"! Variaciones de ese titular aparecieron en todo tipo de webs esta semana antes del nuevo reboot de Superman, especialmente por los comentarios del director James Gunn, quien describió al personaje como un inmigrante y, así, contando la "historia de América". Esto molestó a conservadores, incluido el ex-Superman Dean Cain, quien reconoció que Superman es inmigrante pero rechazó la idea de asociarlo con un valor americano, diciendo que "debe haber límites".
Mientras, Kellyanne Conway, ex-aliada de Trump y ahora en Fox News, criticó la peli sin verla, diciendo que le molestó que el actor David Corenswet omitiera el viejo lema de "verdad, justicia y el modo americano" (dijo "verdad, justicia y todo eso"). Por cierto, ese lema se añadió en la radio durante la Segunda Guerra y luego en la serie de los 50, pero no era parte central del personaje en los cómics ni pelis.
La idea de Superman como inmigrante es tan obvia que es difícil tomar en serio la indignación. Parece más culpa reprimida por políticas migratorias crueles. La falsa rabia y amenazas de boicot de gente que ni va al cine podrían ser un chiste de la propia peli.
Gunn explora paralelos con el mundo real, especialmente con redes sociales: este Superman es vulnerable a la kriptonita, software de Lex Luthor y… leer comentarios. En una escena, Lois lo molesta por revisar hashtags que enfadarían hasta al más noble granjero de Kansas.
Tiene sentido: Gunn no sabe de geopolítica, pero sí de internet. Fue cancelado por tweets polémicos (encontrados por derechistas enfadados con él), despedido de Guardianes 3 y recontratado cuando Disney vio que los fans lo apoyaban.
Si suena raro ver a Superman en redes o a Lex Luthor entrenando monos para spammear tweets malos, también es una forma graciosa de reflejar nuestro mundo. Es más acertado que la política real de la peli, que aunque va más allá de Capitán América, sigue siendo simple: "la bondad es buena".
Lo de la inmigración está en la peli pero no es central. Un giro con sus padres hasta podría leerse como xenófobo: ¿si no importa de dónde viene un inmigrante, no implica que otras culturas (o planetas) son inferiores? No es la intención de Gunn, pero la metáfora no es perfecta.
Más interesante es el incidente que desata la trama: Superman interviene en un conflicto entre Boravia (gobernada por un Trump europeo) y Jarhanpur (que algunos ven como Oriente Medio, aunque en los cómics es Europa). Parece Rusia-Ucrania, pero Gunn dice que no pensó en ningún conflicto real.
El dilema es el intervencionismo: ¿debería Superman actuar solo? Lois no está segura, recordando gobiernos represivos de Jarhanpur (como Israel-Irán, aunque ese conflicto era posterior al guion). Lo mejor es que Superman y Lois debaten esto en una "entrevista", mostrando el conflicto de un ser tan poderoso.
Claro, todo se resuelve porque Superman es inherentemente bueno. ¡Qué suerte! Profundizar en si "debe" ayudar lo acercaría a la versión de Zack Snyder, que dividió a fans. Gunn quiere un Superman más inclusivo, lo cual es lógico: es el primer superhéroe global.
Irónicamente, la indignación por su estatus migratorio resalta un vacío en la peli: es emotiva (sobre todo para hijos adoptivos), pero pierde la chance de explorar cómo Superman emigró no solo a EE.UU., sino a la Tierra. Su ciudadanía global es más un detalle que un conflicto. Un Superman que lidie con fronteras nacionales sería más actual. Tenemos a Paddington para bondad. ¿No podría Superman levantar algo más pesado?
Foto: David Corenswet. (Matt Winkelmeyer/WireImage)
