La simpatía pública hacia las próximas huelgas, que tendrán lugar entre el 17 y el 22 de diciembre, se está agotando.
Wes Streeting, el Secretario de Salud del Reino Unido, ha acusado a la Asociación Médica Británica de “delincuencia juvenil”, y parece que la opinión pública no es muy diferente, con un 58% de la población oponiéndose a las huelgas anunciadas según la última encuesta de YouGov.
Esta es la decimocuarta huelga en la que los médicos habrán participado desde que comenzaron las disputas en marzo de 2023 para asegurar la “restauración salarial completa”: el retorno de los sueldos a los niveles que tenían en 2008-09, antes de que su valor real se erosionara.
Esto representa un aumento salarial del 26 por ciento, una oferta que Wes Streeting ha calificado como una “demanda fantasiosa”.
En una profesión centrada en el cuidado y la compasión, decidir hacer huelga no es una decisión fácil.
Hay culpa, hay conflicto interno y hay malestar.
Sin embargo, también está la pregunta de si los médicos pueden seguir así: es decir, sin la restauración salarial y sin un aumento en el número de plazas de formación, lo que lleva a altas tasas de competencia y cuellos de botella en la formación.
El futuro de los médicos está en crisis, una realidad dura que el gobierno se niega a reconocer plenamente.
Una encuesta de julio de 2025 entre médicos residentes reveló que el 34 por ciento no tenía un trabajo asegurado para el mes siguiente.
El Consejo General de Médicos informó en 2024 que el 63 por ciento de los médicos trabajaba horas extras regularmente.
A pesar de esto, son los médicos quienes están siendo etiquetados como “egocéntricos, irresponsables y peligrosos” por el Secretario de Salud.
Todo esto mientras el gobierno ha fallado consistentemente en poner una oferta creíble sobre la mesa para acabar con la crisis laboral, en vez de eso se niega a comentar sobre un aumento de sueldo y engaña al público caracterizando el reenfoque de puestos como un aumento en el número de trabajos en el NHS.
Esto no es nada menos que un insulto para aquellos en una profesión donde cada decisión tomada tiene el potencial de cambiar vidas.
Los riesgos son altos y la presión es aún mayor. Es decepcionante y desmoralizador mirar hacia un futuro incierto sabiendo que no podemos seguir sobrecargados y agobiados.
El NHS no puede avanzar solo con la buena voluntad de su personal, como lo evidencia la hemorragia de trabajadores hacia mercados extranjeros competitivos.
Tampoco puede el gobierno continuar haciendo ofertas que carecen de sustancia y sirven solo como una cortina de humo para influir en la opinión pública contra los médicos.
Esto solo alimenta la desconfianza y el resentimiento, dejando a los médicos, como yo, sin otra opción que hacer huelga. Otra vez.
