En estas mismas fechas el año pasado, la industria turística en Mallorca se enfrentaba al invierno con la previsión de batir récords de turismo alemán durante la temporada baja. Las reservas de vuelos habían aumentado en un siete por ciento, a pesar de ciertos recortes en las rutas; esto se atribuyó a la subida del impuesto al combustible en Alemania.
El pronóstico resultó ser acertado. La cifra de turistas alemanes creció, por término medio, aproximadamente un diez por ciento. Durante los meses de noviembre a marzo, el turismo germano supuso al menos el 50% del total de visitantes extranjeros; en marzo alcanzó el 62%. En conjunto, los turistas alemanes y españoles representaron aproximadamente tres cuartas partes del turismo total.
Doce meses después, el panorama es bien distinto. Se prevé un descenso de alrededor de un diez por ciento. Esta previsión se basa en la programación de las aerolíneas. En septiembre, la Asociación Española para la Asignación de Franjas Horarias (AECFA) anunció un recorte del 13% en los vuelos con destino a Palma y una reducción del nueve por ciento en el número de plazas ofertadas. Por su parte, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) indica ahora que existe un descenso del 9,8% en las reservas de vuelos desde Alemania hacia Baleares, lo que, a todos los efectos, significa Mallorca. Más del 90% de los turistas alemanes en el archipiélago eligen Mallorca.
El Instituto de Turismo de España, Turespaña, ha utilizado las cifras de la IATA para señalar que Baleares será una de las dos principales regiones turísticas que experimentarán un descenso en el número de visitantes alemanes durante la presente temporada baja. La otra es Valencia; en este caso, la disminución se situaría en un cuatro por ciento.
Turespaña esgrime diversas razones. Por primera vez, alude a las “protestas antiturismo, que han recibido una amplia cobertura en los medios de comunicación alemanes”. Pero estas son solo uno de los motivos. El impuesto turístico y la “percepción de saturación” se encuentran entre otros. Sin embargo, la tasa turística es una cuarta parte de la tarifa estival, y no puede afirmarse que exista masificación durante la temporada baja.
El instituto añade que el mercado alemán, marcado por dos años de contracción, comienza a mostrar “signos de presión selectiva”. Esto se traduce en una preferencia por destinos competidores con precios más bajos, como Egipto, y podría reflejar cambios en la programación de las aerolíneas.
En cuanto a las protestas, que este año han sido menos numerosas que en 2024, el Cónsul de Alemania en Mallorca, Wolfgang Engstler, declaró en septiembre que no creía que estas hubiesen sido un factor decisivo para explicar el descenso del turismo alemán que comenzó en mayo. “Para las familias, la evolución de los precios, unida a la reducción de los presupuestos, son los factores determinantes”. En agosto, Norbert Fiebig, presidente de la asociación alemana de viajes DRV, mantuvo una opinión similar.
Pedro Fiol, presidente de la asociación de agencias de viajes de Baleares (Aviba), compartía este punto de vista. La caída se debía al precio. Ahora bien, afirma que si el turismo alemán también decae en invierno, “entonces el precio ya no es una excusa válida”. No obstante, ¿no incurre en cierta contradicción al observar que “el mercado alemán no va a renunciar a viajar, aunque lo hará de otro modo: con menos frecuencia y estancias más breves, gastando menos o eligiendo destinos más económicos como las Islas Canarias, que gozan de buen tiempo en invierno”?
Es posible que las protestas influyan en cierta medida, pero la opinión mayoritaria es que la situación económica de Alemania constituye el factor determinante. El poder adquisitivo de los consumidores se ha visto afectado, y Fiol considera que el retroceso alemán socavará los avances en la reducción de la estacionalidad. “Me atrevería a vaticinar que serán meses difíciles, especialmente para Palma y para el turismo de cruceros, que también depende en gran mesura de los turistas alemanes”.
