El impuesto de turismo sostenible se introdujo en verano de 2016, y la asignación de ingresos a proyectos financiados por este comenzó en 2017. El gobierno de entonces era una coalición liderada por el PSOE con Més, el partido que había insistido en el impuesto. Podemos se unió a la coalición en 2019.
Permaneció en el poder hasta 2023, cuando el impuesto había recaudado 698 millones de euros. De ese total, 218 millones (correspondientes a 2020-2022) se usaron para cubrir necesidades derivadas de la pandemia. De los 480 millones restantes, solo 59 se gastaron en proyectos totalmente ejecutados—apenas un 12%.
Algunos proyectos de ese período siguen en marcha pero avanzan lentamente; muchos ni siquiera progresan, como revela un demoledor informe de la Sindicatura de Comptes. Este critica el “caos y falta de control” en la gestión del impuesto hasta 2023, explicando la baja ejecución de proyectos.
Las dificultades de la Sindicatura para elaborar el informe fueron tales que ni siquiera emitió un dictamen. No puede validar datos fiscales ni garantizar el cumplimiento legal en los procesos vinculados a los diversos proyectos.
Los hallazgos se presentaron al Parlament balear el jueves. La Sindicatura señala falta de gestión y afirma que muchos proyectos aprobados carecían de valor por no estar desarrollados. Por ejemplo, un polideportivo: se asignó presupuesto sin tener terreno ni proyecto técnico. Lleva años aparcado.
La Sindicatura detectó problemas en casi todos los expedientes revisados. Algunos proyectos incumplen requisitos fiscales; otros ignoran costes futuros—si es que se completan. Muchos carecen de documentación justificativa, ya sea de obras o pagos.
La agencia AETIB recibió la gestión del impuesto. La Sindicatura urge al gobierno a asumir el control directo o dotar a la agencia de recursos humanos y técnicos adecuados. También exige informes de auditoría sobre la implementación del impuesto, como establece la ley.
